Lo inauguró Celso Jaque en 2010 y Paco Pérez en 2014 pero hasta el año pasado era pura escenografía.
Después de siete años, el Carrillo es un hospital
Hace dos años el hospital Carrillo de Las Heras era apenas un centro de salud enorme. Por sus pasillos no se veían pacientes, las habitaciones de internación estaban cerradas con llave, los quirófanos no tenían ni mesa de operaciones y la guardia ni siquiera contaba con un sistema de evaluación de pacientes que permitiera atender las emergencias antes que a cualquiera.
Aunque fue inaugurado dos veces (la primera como parte de los festejos del Bicentenario en 2010 por el entonces gobernador Celso Jaque, y la segunda en junio de 2014, por Francisco Paco Pérez), el hospital sólo era un buen escenario para cortes de cintas. Porque un hospital no es un edificio, de hecho, pueden funcionar en una carpa o bajo un náilon. Un hospital es un lugar donde se atienden enfermos, y en el Carrillo eso no pasaba.
Ver también: "Ramón (Chas) Carrillo, el hospital que es un chiste"
Recién a principios del año pasado, el Carrillo comenzó a tomar vida: “lo primero en lo que pusimos énfasis fue en dotar al hospital de recurso humano, y no es algo fácil”, aclaró Diego Irigo, director del nosocomio desde febrero de 2016.
“Necesitábamos que la gente confíe en el hospital porque ya nadie venía salvo por alguna urgencia, y encima no había pediatras en la guardia. Entonces lo primero que hicimos fue traer pediatras a la guardia y de a poco, el hospital se empezó a mover”, explicó.
Luego siguieron con la activación de la internación (tanto pediátrica como de adultos) y entonces sí: nació el hospital.
La muestra está en los números: entre 2015 y 2016 los egresos (es decir las altas del hospital) aumentaron 850%.
La gran salvación del Notti
En cuanto a a la atención, en junio de 2015 hubo 88 pacientes. En 2016, crecieron a 183. En julio la diferencia de año a año fue de 89 en 2015 a 242 en 2016.
El resultado no sólo fue para los pacientes de toda la zona norte del Gran Mendoza, sino también para todo el sistema de salud, ya que “descomprimió” al hospital Notti durante los meses de invierno, que es cuando aparecen los picos de enfermedades respiratorias.
En este sentido personal médico y de enfermería del hospital pediátrico de Guaymallén, no dudaron en asegurar al Post que “el año pasado por primera vez estuvimos tranquilos y no colapsamos, se notó muchísimo la apertura del Carrillo”.
Además de las camas de internación (alrededor de 25 para adultos y 45 pediátricas y de neonatología), finalmente se están realizando cirugías. “Para la segunda inauguración, hicieron llevar aparatos del central para simular que se habilitaban los quirófanos, pero después los devolvieron y quedaban vacíos”, contó un ex funcionario del ministerio de Salud.
Ahora, el Carrillo comenzó a realizar operaciones de amígdalas y de adenoides, ayudando a bajar la lista de espera del Notti que puede llegar hasta los dos años.
También están realizando cirugías odontológicas y el director Irigo está por estos días ras un objetivo ambicioso: convertir al hospital en centro pediátrico cardiológico. El área de cardiología ya funciona en parte de lo que hasta hace dos años era el espacio señalizado como “oratorio” pero donde brillaba por su ausencia algún símbolo religioso.
Lo mejor y lo que hay que mejorar
Ahora que ya se lo puede llamar hospital, el Carrillo tiene puntos destacables:
Lo primero es sin dudas la calidad de la atención. Los médicos, enfermeros, camilleros, guardias y hasta el personal de limpieza tienen un excelente trato hacia todos, incluyendo los niños, a quienes es común que se los pase por alto.
La comodidad desde todo punto de vista. Las habitaciones de internación son enormes, bien iluminadas, y climatizadas. Se puede regular la temperatura de cada habitación a gusto del paciente. Además como todo es nuevo, también está impecable y, por momentos, parece una clínica. Ojalá que los pacientes sepan cuidarlo.
Otro punto es que, al no estar en un lugar tan céntrico, hay espacio de sobra para estacionar.
Dentro del hospital funciona un Centro de Documentación Rápida que hace los trámites de los recién nacidos allí.
En cuanto a lo malo, es necesario que el ministerio de Salud se pare finalmente en el año 2017 y que se puedan sacar turnos por internet o por teléfono. Desde las 6:30 el hall central del hospital comienza a poblarse de mamás y papás con niños de todas las edades para conseguir turno con los especialistas.
En este sentido, tanto Irigo como el Gerente asistencial del hospital Pablo Quinteros, señalaron que está previsto informatizar el sistema de turnos pero no dijeron para cuándo.
Otra queja recurrente es que en el hospital no hay ni buffet ni kiosco donde comprar nada. El espacio planeado para buffet se convirtió en el área de kinesiología y también en el centro de recolección de leche materna (el segundo en la provincia junto con el del Notti). Y el otro espaci grande está “prestado” al OAL de Las Heras.
Por ahora hay que contentarse con la atención de una señora que pone una mesita en la calle y que, “como me dicen que no me quieren acá y que me van a correr, traigo tres cositas para poder levantar todo en un segundo”.
La información que les dan a los pacientes en la guardia es compleja. Los médicos, en su mayoría jóvenes, necesitan comprender que muchos de los padres que llevan a sus hijos allí son personas de pocos recursos y con poca educación formal. Sin embargo, les hablan de “administrar” remedios “tenés que darle 6 mililitros”, o “hacele nebulizaciones con solución fisiológica”.
El gigante edificio que costó más de $80 millones (sólo en construcción) finalmente dejó de ser un chiste y, aunque falta mucho todavía, ya tiene alma de hospital.