El gobierno nacional descubrió serias irregularidades en las compras de medicación para los hospitales nacionales.
Detectaron sobreprecios de hasta 500% en remedios para hospitales
El Gobierno nacional reveló que una docena de hospitales públicos que dependen total o parcialmente de Nación habían estado comprando medicamentos con sobreprecios. Por esa razón, la cartera sanitaria estableció un tope que limita el costo de los insumos hospitalarios al 65% del precio de venta al público (conocido como "precio Kairos").
Detrás de estas irregularidades, se esconden prácticas extendidas que abarcan desde la falta de planificación hasta acuerdos cerrados con proveedores, pasando por sobrefacturaciones. La cuestión pone de manifiesto un sistema en el que la transparencia es, muchas veces, la excepción y no la regla.
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Los hospitales nacionales y los SAMIC (gestionados por Nación y otras jurisdicciones) han sido señalados como epicentros de estas irregularidades. El caso más emblemático incluye compras de medicamentos muy por encima de su valor de referencia. Por ejemplo, en el Hospital Posadas, el Diclofenac en ampolla se adquirió a un precio 274,9% mayor al precio de venta al público, mientras que el Hospital Sommer compró Amoxicilina + Ácido Clavulánico con un sobreprecio del 98%.
Desde la Provincia de Buenos Aires, las cifras tampoco son alentadoras: se detectaron adquisiciones de Sugammadex y Omeprazol con precios que superaban hasta en un 495% el valor de referencia. Aunque las autoridades bonaerenses justificaron algunas irregularidades por el contexto inflacionario y devaluatorio, admitieron que las prácticas de compra deben ser revisadas profundamente.
Tres caminos hacia los sobreprecios
Falta de planificación: Cuando los hospitales no realizan compras masivas con antelación, terminan adquiriendo insumos de urgencia a través de droguerías, intermediarios que aumentan los costos. Esta práctica refleja carencias estructurales y problemas de previsión. Según expertos, estas urgencias no deberían ser una "sorpresa impredecible" si los presupuestos se planificaran adecuadamente.
Acuerdos cerrados con intermediarios: Algunos hospitales o municipios mantienen contratos exclusivos con ciertos proveedores, lo que elimina la competencia y fomenta sobreprecios deliberados. Estas prácticas suelen justificarse con argumentos como la falta de interés de los laboratorios en participar en licitaciones. Sin embargo, algunos señalan que las condiciones de los pliegos a menudo favorecen a "proveedores amigos", perpetuando la falta de transparencia.
Sobrefacturación a la seguridad social: Otro mecanismo ocurre cuando hospitales o clínicas privadas inflan los costos de medicamentos en sus facturaciones a obras sociales o prepagas. Esto sucede en un intento de compensar los largos períodos de pago que imponen estas entidades. Si bien esta práctica se aleja de los hospitales públicos, expone una lógica perversa que podría replicarse en ciertos contextos.
"Moneda corriente"
Héctor Carvallo, exdirector administrativo del Hospital Interzonal de Ezeiza, resumió el problema con crudeza: "Los sobreprecios no son una excepción, son la moneda corriente en los hospitales públicos". Sus palabras subrayan la necesidad de avanzar hacia un sistema que priorice la transparencia y la planificación, dejando atrás las prácticas oscuras que erosionan la confianza en el sistema de salud.
La medida del Gobierno para limitar los precios hospitalarios es un primer paso, pero no ataca las raíces del problema. Sin un sistema de licitaciones claras, una planificación adecuada y controles estrictos, los sobreprecios seguirán siendo un flagelo.
Fuente: Clarín
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