Los mastines han puesto en marcha un operativo de control para preservar la ideología pura de La Libertad Avanza. Diana, el caso testigo y el polémico Método Ludovico.
La patrulla del Gordo Dan caza funcionarios zurdos y pone amigos "a dedo"
Los mastines Milton, Murray, Robert y Lucas, bajo las órdenes de Conan "las fuerzas del cielo", conducen al Presidente en el entrevero que marca la agenda política. Mientras tanto, luego del éxito de la Casta de Gran Engaño, buscan nuevos formatos, aunque la realidad no les da respiro.
La Patrulla estacionó de madrugada en la puerta del Palacio San Martín. Diana bajó de la torre apurada, pensando que eran los fumigadores. Su vestido era un harapo comido por las hormigas. Adentro, el palacio era una isla ocupada por insectos y ella, la única sobreviviente trataba de mantenerse en pie. Acudió al timbre con apuro, saltó una mesa de té que parecía estar viva, tal era el manto de hormigas que se comían la madera. Abrió la puerta y lo que vio fue cualquier cosa menos un fumigador.
El Gordo Dan medía casi un metro noventa y tenía el cuello ancho como un rottweiler. En la oscuridad de la noche, el zig zag de las luces amarillas de la Patrulla Ideológica hacía más grande su figura. Ella tomó su cartera cuya correa pendía de un hilo y se subió al patrullero. Le había tocado el control de antidoping y, de algún modo, se sentía aliviada. Ya quedaba menos.
Los mastines habían atendido el ruido interno dentro de La Libertad Avanza, había hemorragias, vendettas y nadie podía ocupar el espacio ni prestar servicio al Estado si no acataba la línea ideológica. Milton compró por Marketplace un Lada Laika rojo, le pusieron una sirena en el techo y eligieron al Gordo Dan como el comisario al mando de la patrulla. La elección de un auto soviético le pareció una divertida ironía a Milton, que tenía el humor más raro de todos los perros de las Fuerzas del Cielo.
El comisario Daniel "el Gordo Dan" Parisini, surgido de las filas del streaming, era uno de los principales comunicadores libertarios. Desde su canal Carajo, financiado con fondos reservados de la SIDE, había cargado primero contra el Foro de Periodismo Argentino al viralizar una fakenews que afirmaba que FOPEA había tapado el ataque a un periodista durante una marcha del Polo Islámico. Después dijo que Kicillof era un académico brillante pero también un comunista hijo de puta. Pero, lo que terminó de convencer a los mastines de darle la gorra al Gordo Dan es cuando propuso eliminar los concursos de ingreso al Estado y poner a dedos a los "amigos" que garanticen que la estirpe ideológica no se contamine. "Hay que poner a los propios, que a veces son amigos, conocidos, que están con la ideología adecuada, que te dan la confianza necesaria para llevar a cabo una tarea que implica no traicionar la ideología del Presidente", dijo y los conquistó.
El Gordo Dan ingresó con Diana a un cuarto pequeño ubicado en la parte trasera de Olivos, donde se hacía el control antidoping para detectar si había rastros de comunismo en el organismo del funcionario elegido. La luz era estridente, enceguecía. Las paredes, el piso, el techo, las únicas dos sillas, todo era blanco. Solo se destacaba en una de las paredes un gran cuadro del Presidente, disfrazado como Alexander DeLarge, el anarquista de La Naranja Mecánica.
Diana entregó su frasquito de orina al Gordo Dan y se sentó a esperar. El comisario de la Patrulla Ideológica volvió minutos después al grito de "¡zurda!" mientras la señalaba con el dedo y la luz cambiaba a un rojo bermellón intenso que parpadeaba y una sirena sonaba avisando que habían detectado a una funcionaria impura.
A ella no se le movió un pelo. Sabía que tenía menos zurda que Serena Williams. ¿Era posible pensar que una canciller votara en contra del bloqueo de Estados Unidos a Cuba, sin el respaldo del círculo rojo de la Rosada? Claro que no. Fue una vendetta de Karina, cada vez más anabolizada y megalómana, que le dijo que sí y después resultó que no. Los mastines, dirían después que Diana se hizo carne con las aspiraciones de los funcionarios de carrera, menospreciando su rol principal que era velar por los valores "antiglobalistas" del mandatario. Un claro ejemplo es la auditoria interna que anunció la Oficina del Presidente, en búsqueda de "identificar impulsores de agendas enemigas de la libertad" que pretende imponer la cuestión ideológica por encima de los mecanismos diplomáticos.
Fran Fijap y Varela, subordinados del Gordo Dan, sometieron a Diana al Método Ludovico, el mismo al que someten al protagonista de La Naranja Mecánica. Le colocaron el casco que inmovilizaba sus párpados y así, bajo un manto de lágrimas controladas, pasó un fin de semana entero viendo cadenas nacionales de Cristina y escuchando un disco de Teresa Parodi puesto al revés. La excesiva exposición a la radiación peronista debía curarla de zurdismo.
Por una puertita lateral salió Gerardo Werthein, el hasta ahora embajador en Estados Unidos. El control antidoping le había salido bien. Si aprobaba el examen de idoneidad y demostraba ser "amigo" como decía el Gordo Dan, ocuparía la silla de Diana en el Palacio San Martín.
Lo que no tenían en cuenta los mastines es que bolsillo mata fidelidad. Hay un conflicto en puerta con los diplomáticos ya que los mastines insisten en que paguen Ganancias, a pesar de que la Justicia falló en contra de la decisión del Ejecutivo de gravar el adicional que cobran en el Ministerio de Relaciones Exteriores por desempeñarse en el exterior. Además, también planean recortarle los viáticos por los gastos de traslado. Quizás sea un test de blancura a la lealtad ideológica.
El bramido del motor del Lada Laika rompió el silencio de la noche. El Gordo Dan encogió su metro noventa dentro del autito ruso, encendió la sirena de la Patrulla Ideológica y salió a buscar más funcionarios de madrugada que demostraran que su orina no era marxista.
Continuará ...