Hay aromas y comidas que son capaces de transportarnos a algún lugar o de recordarnos momentos vividos. ¿ Cómo y por qué sucede?
La razón por la que los olores y sabores nos recuerdan lugares o momentos
¿Quién no ha experimentado esa maravillosa sensación de viajar en el tiempo al oler un perfume específico o al saborear un plato que nos transporta instantáneamente a la cocina en Brasil?
Los olores y sabores tienen un poder extraordinario que nos permiten recordar momentos vividos del pasado o de "hacernos viajar" a las culturas gastronómicas de cualquier país del mundo. La conexión es difícil de explicar porque va más allá de nuestra percepción sensorial.
Varios científicos, afirman que el sentido del olfato esta ligado a regiones cerebrales asociadas con las emociones y los recuerdos.
A este efecto de olores y sabores que nos recuerdan cosas, se le conoce como "efecto Proust" por el icónico momento del escritor francés y una magdalena. Este concepto toma su nombre del escritor francés Marcel Proust, quien inmortalizó la experiencia en su obra maestra "En busca del tiempo perdido".
Proust describe cómo al mojar una magdalena en té, experimenta un vívido flashback a los veranos de su niñez en Combray, un pintoresco pueblo francés.
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La explicación neurológica de esta sensación nos explica que durante la formación de los recuerdos, el hipocampo ayuda a integrar diferentes aspectos sensoriales como el olfato o gusto en regiones cerebrales especializadas. Más tarde, cuando se encuentra nuevamente con el mismo olor o sabor, estos elementos están vinculados en la memoria, lo que permite la reactivación de imágenes, sonidos y sensaciones asociadas.
Este viaje en el tiempo también lo puede brindar un sabor. Un dulce que comíamos cuando éramos pequeños, una comida exótica que probamos en algún viaje, e incluso algo que comes con una persona o en un momento determinado.
Al saborear esos platos, no solo disfrutamos del delicioso sabor, sino que también nos conectamos con ese momento que quedo grabado en nuestra memoria y que sale a la luz nuevamente al probar la comida.
No hay que perder la oportunidad para aprovechar los recuerdos de aromas y sabores es una forma de apreciar los pequeños placeres de la vida.