La puerta giratoria en cuatro casos: así roban y salen en Mendoza

Hicieron de todo. Pero no fueron condenados, o no pisaron la cárcel.

La puerta giratoria en cuatro casos: así roban y salen en Mendoza

Por:Ricardo Montacuto
Director Periodístico

¿Qué es la “puerta giratoria”? Es una metáfora popular que explica mejor que cualquier tratado aquella historia de los delincuentes que ingresan por una puerta y salen por la otra sin sufrir ni una consecuencia por sus actos. Son casos que han llevado la inseguridad al límite, haciendo la vida "invivible" y transformando la provincia en el reino de la impunidad más descarada. 

No hace falta reflotar la larga lista de crímenes impunes y de familias dolientes que vemos a diario.

En Mendoza la inseguridad es una preocupación constante que está al tope de la agenda de los ciudadanos desde hace por lo menos veinte años. Promediando los noventa, cuando miles quedaron excluidos de los beneficios que aquella década supuso para una parte de la población, la inseguridad creció. No es un prejuicio: inseguridad y pobreza subieron y las cárceles comenzaron a poblarse de pobres, de “perejiles”, de analfabetos, de pibes marginados, de gente sin educación ni trabajo ni la menor oportunidad. Salvo, la de seguir robando. Los que dividieron su tiempo entre el encierro penal y las calles, y la casi nula reinserción, lo saben.

La detención de "El Tortita".

Afredo Cornejo entiende el problema. Desde que asumió, ha enviado seis leyes respecto de asuntos de Seguridad a la Legislatura. Algunas, con picardía, como los cambios a la Inspección General de Seguridad que en la práctica le van a quitar a la oposición una posibilidad de control sobre las sanciones y la disciplina policial. Pero hay que reconocerle al gobernador que en este tema no está esquivando el bulto.

El 1 de Mayo, Cornejo anunció en la Legislatura un proyecto para acelerar, aceitar, mejorar, los mecanismos de “prisión preventiva”, un estatus penal que los jueces deciden cuando piensan que deben mantener presos a los sospechosos, no importa el delito del que se trate, aunque en general se aplica a los que incluyen penas mayores a tres años de prisión.

El proyecto de Cornejo –que fue consultado por el propio gobernador incluso al juez súper garantista de la Suprema Corte, Omar Palermo; tiene un conjunto de modificaciones de doble entrada al Código Procesal Penal, con una zanahoria y una trampa. Por un lado es un “manual” para que jueces y fiscales tengan más y mejores argumentos para dictar la prisión en modo preventivo en cualquier tipo de delito. Da agilidad con las audiencias orales, y participación a la víctima. Y a la vez, da mayores garantías y seguridades a los imputados. Es cierto, como dice Cornejo, que habrá más delincuentes tras las rejas. Pero muchos otros recuperarán la libertad, sin que la justicia ni la sociedad estén seguros de su culpabilidad. Mucho menos Palermo, quien ayer reunió a más de 200 personas para darles una clase magistral de Prisión Preventiva. Allí, aclaró que no hablaría del proyecto. “Hizo gala de su inteligencia, formación y garantismo, criticando sin criticar la iniciativa oficial”, de acuerdo al relato de una fuente que estuvo escuchando al juez.

Cornejo le puso foco a la seguridad.

Hay que recordar cómo empezó esta historia. Fue cuando los jueces de la Corte dieron luz a un hábeas corpus por los presos en situación de preventivas irregulares, que generó una disputa feroz con el gobierno. Creyeron que cientos de presos recuperarían la libertad. Aquel fallo fue redactado por Palermo y lo presentó a un concurso internacional de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Sin embargo, si la Justicia, la Policía y la política hacen lo que deben, puede que la inseguridad se reduzca, con el simple método de asegurarle a la sociedad que quienes delinquen, van a estar presos hasta el juicio. Para ello hay que cumplir una cantidad importante de condiciones que el proyecto dicta, en esta suerte de “manual” para que jueces y fiscales no le escapen a la responsabilidad de dictar una restricción de la libertad a alguien que delinque, que además es reincidente, o que roba todo el tiempo. Pero también el imputado tendrá garantías y oportunidades, tanto en la audiencia de detención como en los pasos posteriores.

Este es el proyecto completo:

En este “manual” la víctima, si quiere, podrá participar del proceso, aunque sin la carga de ser un querellante que debe producir pruebas y trabajar como un fiscal. Pero aportará visión y testimonio importante para los jueces. La única contraindicación será la seguridad de todos en estas audiencias. Hace poco, a un abogado que hacía declaraciones en un canal de San Rafael, la familia de su contraparte le partió la cara en cámara. El espectáculo de familiares de imputados versus la víctima y sus familias será constante y candente. Pero las personas que sufren robos, asaltos, violencia de género, estafas, violaciones, cualquier delito, no tendrán la obligación de exponerse en estas audiencias. Dependerá del coraje y del ánimo de cada uno.

Venier defendió el proyecto ayer en comisión LAC del Senado.

Todo esto… las leyes, los tribunales, los decretos, los jueces, las reformas… son para los que son descubiertos y caen. ¿Cuántos robos se cometen por día en Mendoza, por ejemplo, del modo más impune? ¿Cuántos casos de violencia familiar? Nadie lo sabe.

El gobierno habla mucho de la “puerta giratoria”, y de los 400 delincuentes que salen y roban y son detenidos y vuelven a robar. La gente se queja, con amargura y razón, de que los delincuentes andan sueltos, que roban y al día siguiente salen y amenazan a víctimas y testigos. Y es cierto. Eso, ocurre.

Por eso, aquí vamos a contar cuatro casos de delincuentes mendocinos del Gran Mendoza y del Valle de Uco, que cometieron robos agravados, intentos de secuestro, asaltos a mano armada, robos rurales, intentos de homicidio, hurtos y robos simples, resistencia a la autoridad, tráfico de drogas. Y sin embargo, no recibieron condenas. Tres de ellos no pisaron nunca los penales de Cacheuta ni de Boulogne Sur Mer, a pesar de estar institucionalizados. Es decir, han estado detenidos, han sido descubiertos, o denunciados. Pero nunca fueron condenados. Algunos vienen robando desde 1994, o llevan más de diez años de carrera delictiva.

Como están en proceso o son buscados, no publicaremos nombres ni fotos, y tampoco circunstancias especiales de cada caso, por pedido de la fuente. Pero estos datos circulan en un documento más o menos público con el que cuentan varios legisladores.

Pase y vean, la puerta giratoria.

Delincuente A

El primer caso es el de un delincuente que lleva 21 años robando. Era menor cuando lo hizo por primera vez en 1995. Plena Convertibilidad, boom de consumo y Menem reelecto presidente. En enero, abril y diciembre de 1997 lo metieron preso los de la Comisaría 7ma por “faltas”. Ese año pasó a ser juzgado por lesiones y luego por tenencia de armas de guerra. No consta que haya cumplido condena alguna. Siguió adelante, unos años después. De 2004 a 2007 evolucionó en casos de estafa y defraudación, con lesiones y amenazas. Tiene 17 hechos más que constan en el sistema judicial sin condenas: hurto, robo agravado, tenencia ilegal de armas, venta de drogas, encubrimiento y nuevas estafas. “Este muchacho nunca pisó el penal de Boulogne Sur Mer” graficó una fuente. El último hecho le fue imputado hace menos de un mes, el 14 de abril pasado. 21 años robando, lo pescaron 27 veces. No fue condenado. Este joven fue jornalero en Godoy Cruz.

Delincuente B

Otro joven, esta vez un trabajador rural del Valle de Uco, con 16 delitos descubiertos desde 2009 hasta este año y una particularidad: tiene expedientes abiertos por todos los casos y ni una sola condena. Pero ha seguido robando. En su historial cuenta con robo agravado, hurto, intento de homicidio, más robos, fraude, y coronó el año pasado con violación a la ley de tenencia y tráfico de estupefacientes. Ese expediente está en la Justicia Federal. Sería un caso de “reiterancia”, por usar esa fea palabra colocada en el texto de los cambios al sistema de prisión preventiva. Dos juzgados federales, dos juzgados de instrucción de la 2da Circunscripción, y una cámara del crimen deberían explicar cómo es que este señor ha estado suelto haciendo todo esto, mientras en distintas oficinas le “pintaban los dedos”. ¿Para qué?

Delincuente C

El tercer caso es un chico que comenzó su derrotero judicial siendo menor de edad. Sus primeras “aventuras” fueron en 1996. Robos, hurtos y estafas. Dos años después ya vendía drogas. Sin embargo siguió con robo agravado, intento de robo. Finalmente fue preso y escapó. Y siguió con 24 hechos de distinto calibre hasta el año 2002, en que se perdió su rastro judicial. Debe de haberse ido a otra provincia, porque preso… no está. Este joven empezó con hurtos cuando era menor y seis años después participó en una “entradera” violenta, armado. También tuvo una causa por tenencia de armas de guerra, y por estupefacientes. Nada menos que 17 tribunales actuaron en el caso de este delincuente, incluyendo cámaras, Juzgado Penal de Menores, fiscalías, jueces federales… Todo un sistema, pero el muchacho parece que no podía parar de robar y de generar víctimas.

Delincuente D

La historia judicial del cuarto delincuente arrancó con una condena. Es el único condenado en este grupo “selecto” que en la UCR usan para graficar la “puerta giratoria”. El único problema es que poco después de ser condenado por robo agravado en 2006, apenas un mes más tarde, cayó preso por violación de domicilio. Luego protagonizó distintos robos agravados, portación de armas, encubrimiento, robo simple… hasta que en 2009 lo condenaron otra vez por robo. De algún modo se las ingenió para salir por la puerta giratoria y volver a robar en 2010. El año pasado fue detenido en Capital, en un robo “in fraganti” y fue a uno de los juzgados de flagrancias. Pero según los registros, su situación aún no fue resuelta.

Hay decenas de casos. Es agobiante.

Y así, no hay sociedad que aguante. Ni provincia, ni país. La puerta giratoria multiplica los delitos por diez, por 20, por 30, por todas las veces que los delincuentes entraron y salieron en días, para volver a robar.

Puede, incluso, que con esta ley no alcance. Pero al menos les va a dar a los fiscales y a los jueces la seguridad de que estarán deteniendo a una persona por un delito que lo amerite, y sujetos a reglas escritas, aprobadas por la Legislatura y –si nadie dice lo contrario- sujetas incluso a Derecho Internacional.

Mientras tanto, seguimos presos de 400 delincuentes que aprovechan todas las ventajas de un sistema indolente, y poco comprometido con la seguridad de las personas.

Hay que decirlo: Muchos jueces por su garantismo extremo, por su formación, o por vagancia, han sido cómplices de todo esto. Si se aprueba esta ley, deberán trabajar mucho más, y estar a la altura para que los que delinquen, estén presos, y cumplan las condenas. Es lo que dicen la Constitución, las leyes y los códigos. El problema, es que no se cumple.