El país asiático es miembro firmante del Estatuto de Roma, por lo que debía acatar la orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional sobre Putin, por delitos de guerra.
Putin visitó Mongolia pero en vez de detenerlo, lo recibieron con honores
El presidente ruso Vladímir Putin fue recibido con honores en Mongolia, ignorando las peticiones internacionales para su arresto en virtud de una orden emitida por la Corte Penal Internacional (CPI), que el país asiático debería haber acatado ya que es miembro firmante del Estatuto de Roma.
Putin eligió a Mongolia, un país históricamente ligado a Rusia pero que ha transitado hacia la democracia y ha diversificado sus relaciones internacionales, para este encuentro. Al bajar de su limusina en Ulán Bator, Putin fue recibido por el presidente mongol, Ukhnaagiin Khurelsukh, en una ceremonia que subrayó la importancia simbólica de la visita. Guardias ceremoniales con brillantes uniformes rojos y azules, inspirados en la guardia personal de Gengis Kan, flanquearon a ambos líderes mientras recorrían la alfombra roja hacia el Palacio de Gobierno.
Ucrania, a través de su vocero del Ministerio de Asuntos Exteriores, Heorhi Tiji, condenó la decisión de Mongolia de no detener a Putin, afirmando que el país "comparte la responsabilidad de los crímenes de guerra" al permitir que un acusado eluda la justicia. La Unión Europea también expresó su preocupación, temiendo que Mongolia esté dejando de lado sus compromisos internacionales en favor de sus intereses económicos y políticos.
Durante su estancia, Putin y Khurelsukh firmaron acuerdos para mejorar una central eléctrica en Ulán Bator y garantizar el suministro continuo de combustible de aviación a Mongolia. Además, discutieron la posibilidad de desarrollar el sistema ferroviario entre ambos países, en un contexto donde el Kremlin busca reforzar sus vínculos económicos con Asia ante las sanciones occidentales.
Uno de los proyectos clave en discusión fue el gasoducto "Poder de Siberia 2", diseñado para transportar 50.000 millones de metros cúbicos de gas natural al año desde Rusia hasta China, a través de Mongolia. Este proyecto, parte de la estrategia rusa para compensar la pérdida de mercados en Europa, es vital tanto para Rusia como para Mongolia, pero sigue enfrentando desafíos, particularmente en la negociación de precios.