Los jugadores de la Casta tienen hambre y los mastines logran un pico de audiencia y una bomba de humo a un escándalo mayúsculo. Una invitada especial propone un desafío que es también su venganza personal.
Los juegos del hambre, la comida que se vence y las "Barbaritas" que aún lloran
Cada noche, el país se paraliza para ver La Casta de Gran Engaño, el reality más visto de la Argentina. Chiquito Romero, Mónica la pobre, el Negro Tecla, Laura la monotributista, Karina el jefe, Toto y otros jugadores que entran y salen por votación del público, disputan el triunfo. Conan, Milton, Murray, Robert y Lucas digitan las reglas y deciden el destino de los participantes ...
El escándalo por el comedor fantasma "Gauchito Gil", que figuraba con la misma dirección de la Casta de Gran Engaño trajo coletazos. Conan y los mastines lo supieron desde el primer momento por eso evitaron que Gran Engaño interfiriera en el berretín entre Mónica la pobre y Sandra Petovello y sus perros de la brigada anti ollas, Pérsico y Grabois. Una pelea que, por cierto, casi termina a las piñas.
Conan babeó un poco cuando descubrió ese fetiche fabuloso: los jugadores pasando hambre, haciendo lo que sea por comer. Era mejor que la pornografía, el morbovoyeurista de los espectadores detrás del televisor, de los celulares, mirando a los participantes que se iban poniendo anémicos. Los mastines se reunieron con Gran Engaño y debatieron como iban a usar la comida. La que estaba guardada en Buenos Aires y en Tucumán. Había alguien que tenía la llave.
Más allá del rédito en audiencia que generaba la hambruna, Sandra tenía un grave problema ya que había incumplido la orden del juez Casanello de distribuir esos alimentos y había 3.630.090 kilos a punto de vencer. En Villa Martelli, Buenos Aires, había 3.627.815 de kilos guardados y en Tafí Viejo, Tucumán, 2.275 de kilos. En detalle, los alimentos más comprometidos eran los siguientes: leche en polvo: 339.867 kilos, de los cuales 30.240 vencen el 7 de julio y 309.161 el 30 de julio; harina de maíz: 4.439 kilos en Villa Martelli que vencen el 25 de julio; puré de tomate: 25.602 kilos a vencer en septiembre; pasta de maní: 57.703 kilos a vencer en octubre; garbanzos: 80.868 kilos que vencen el 12 de octubre.
Conan y los mastines conocían la historia del depósito de Tafí Viejo en Tucumán y planearon una jugada de ajedrez.
Era sábado, muy temprano, aún no amanecía. Sonó el timbre en la casa. La calma se vio alterada por los ladridos helados de los perros de la brigada anti ollas y los gritos de Sandra. Pero había alguien más. Detrás de la reina del Capital Humano había una mujer joven, no tenía más de 30 años. Cara lavada, el cuerpo adiposo de quién ha comido casi toda su vida harinas y fideos y un rostro que al mirarlo, todos sintieron ese deja vú, esa sensación de ¿A dónde vi antes esta cara?
Barbarita Flores entró a la casa. A su paso los perros se callaron. Un rato antes se había reunido con los mastines y fue anunciada como una "invitada especial". Mónica la pobre, Laura la monotributista, el Negro Tecla fueron los primeros en salir. Chiquito Romero venía detrás, con el mate, limpiándose las lagañas. Karina el jefe y Toto sabían lo que iba a pasar y habían puesto unas chirolas en un prode que habían armado apostando quién ganaba.
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¿Y vos quién sos?, le dijo el Negro Tecla a Barbarita e inmediatamente los mastines pusieron en pantalla un video: en las imágenes aparecía una nena muy flaquita, con un guardapolvo blanco, sentada en un banco de colegio. Jorge Lanata la entrevistaba, ella lloraba y decía que le dolía la panza de hambre. Después, Lanata miraba a la cámara y contaba que por ella, allá por el 2002 en plena crisis, armaron este galpón en Tafí Viejo, Tucumán, por pedido de "Chiche" Duhalde, que era la presidenta honoraria del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales, una especie de refuerzo de Desarrollo Social. "Chiche" coordinó el "Operativo Rescate" con el cual ocuparon galpones de los Talleres Ferroviarios de esa ciudad para guardar las toneladas de alimentos que destinaron para paliar el hambre en esa provincia, allá por el 2002.
Barbarita ahora era Bárbara y hablaba con voz de mujer curtida. Repitió que la nena del video era ella y que tenía en sus manos la llave del galpón de Tucumán. También les avisó que el que ganara el desafío y alcanzara la llave, recibiría un bolsón de mercadería.
A continuación, Barbarita puso la llave en el fondo de un plato hondo lleno de carne. Les dijo que debían ubicarse uno al lado del otro sobre la pared y que a la cuenta de tres se lanzarían todos a la vez hacia el plato, con el objetivo de rescatar el premio. Después, lo colocó en el piso y Sandra soltó a Pérsico y Grabois que corrieron hacia la carne con las fauces chorreando saliva. Barbarita dijo: 1, 2, 3.
Mónica, Laura y el Negro Tecla picaron en punta pero perdieron rápido el envión porque estaban débiles. Chiquito, por su condición de atleta iba dispuesto a destrozar a los perros de la brigada con tal de obtener la llave pero Pérsico dejó de comer y le largó un mordisco que por puro reflejo logró esquivar. En esa distracción Mónica se tiró de cabeza, entre medio de los dos y metió la mano en el plato. Grabois le clavó los dientes a la altura del codo y aunque gritó, no sacó la mano. Laura, que había tomado al perro por atrás, le pellizcó los testículos y el animal abrió la boca en un alarido. La monotributista cayó de espaldas inmovilizando al Golden Retriever y Mónica consiguió la llave. Ambas entraron corriendo a la casa dando gritos de euforia. Chiquito estaba mareado y sorprendido. El hambre les había dado la fuerza de los gorilas a dos mujeres famélicas que entre las dos no sumaban 90 kilos.
Barbarita le entregó un bolsón de mercadería a Mónica, la ganadora. Inmediatamente se puso a cocinar un guiso para todos y hasta la chica tucumana se quedó a cenar.
En las afueras de la casa, el rating hervía, en las redes "los juegos del hambre" eran trending topic y el video de Grabois mordiendo el brazo de Mónica era una bola viral imparable. Grupos de defensores de animales ya habían comenzado a reclamar que sacaran a Laura del reality porque le había apretado los testículos al perro.
En las sombras, Sandra fumaba un cigarrillo a oscuras, aliviada por haberse quitado la atención mediática de encima. Se alegraba de haber hecho caso a los mastines y haber armado el circo para que pasara desapercibido un problema mayor que aún no solucionaba: toneladas de alimentos tenían las horas contadas.
Continuará ...