El gobernador de Texas se declaró en desacato y dijo que no permitiría que ingresen inmigrantes ilegales por su frontera. 25 estados se alinearon con él.
EE.UU. dividido y en conflicto por la política de "fronteras abiertas" de Biden
El pasado miércoles 24 de enero, el estado de Texas se sumió en una profunda crisis migratoria que llevó al gobernador Greg Abbott a declarar el estado de emergencia en toda la región. La medida, que busca hacer frente a la creciente oleada de inmigrantes ilegales en la frontera sur de Estados Unidos, ha desencadenado una disputa sin precedentes entre el gobierno texano y la administración de Joe Biden en Washington D.C.
Abbott, gobernador republicano, no solo declaró la emergencia, sino que también desafió abiertamente los requerimientos del gobierno federal, rechazando las solicitudes de la Casa Blanca para revertir las medidas destinadas a frenar la inmigración ilegal, incluyendo la demolición de partes del muro de Trump y la retirada del alambre de púas en segmentos incompletos.
La movilización de la Guardia Nacional de Texas a la frontera y la orden de privar de funciones a la Guardia Nacional Federal y a la Patrulla Fronteriza generaron una respuesta inmediata de otros estados. En cuestión de dos días, 25 estados expresaron su apoyo a la medida de Abbott, y 14 de ellos decidieron movilizar sus Guardias Nacionales para brindar apoyo en la protección de las fronteras texanas.
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El conflicto tiene su origen en la política de fronteras abiertas impulsada por el presidente Biden, que busca aumentar la base de votantes demócratas en Texas. Después de años de disputas, Abbott decidió contraatacar al negar el acceso a la patrulla fronteriza a zonas críticas como el Parque Shelby, desplegando cercados con púas y boyas para contener el flujo de inmigrantes ilegales.
Las batallas judiciales entre Abbott y la administración Biden se intensificaron, y una corte habilitó al gobierno federal a cortar el alambrado y las boyas, desencadenando aún más tensiones. La Corte Suprema falló a favor del gobierno federal, generando una declaración de desacato por parte de Abbott, quien se niega a permitir el ingreso de las fuerzas federales para abrir las fronteras.
El Departamento de Seguridad Nacional, liderado por Alejandro Mayorkas, envió una carta a Texas exigiendo el acceso nuevamente, pero el ministro de Justicia de Texas, Ken Paxton, anunció que no cumplirán con los plazos establecidos.
El respaldo a Texas crece, con 25 estados expresando su apoyo y comprometiéndose a enviar sus Guardias Nacionales para ayudar en la frontera. Desde Virginia hasta Alaska, los estados se unen en una muestra de solidaridad ante lo que consideran una invasión de inmigrantes.
Figuras políticas como Donald Trump y el senador John Kennedy expresaron su apoyo a Abbott, criticando la falta de protección federal y prometiendo acciones contundentes en caso de un cambio de liderazgo. Mientras la crisis en la frontera sur de Estados Unidos se intensifica, la nación observa con atención la lucha entre Texas y el gobierno central.
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