A la hora de elegir un ganador del debate, hubo consenso en que Massa paseó, vapuleó, goleó o "le llenó la cara de dedos" a Milei.
Massa fue más cristinista que nunca y Milei, un "gatito"
Con algunos matices, hubo coincidencia generalizada en que Sergio Massa terminó siendo el ganador del último debate presidencial con Javier Milei, rumbo al balotaje del próximo domingo. El candidato de Unión por la Patria no sólo arrinconó al libertario, sino que también evitó que se mencionaran los temas que más lo habrían comprometido.
Para lograr su cometido, Massa apeló a una estrategia propia de la vicepresidenta Cristina Kirchner: en lugar de dar las explicaciones que debería brindar el ministro de Economía de un Gobierno con la inflación más alta de América y un nivel de pobreza del 45%, dio vuelta el panorama y terminó exigiendo respuestas a su interlocutor, que poco o nada ha tenido que ver en el caótico escenario económico y social.
Cuando lo esperable era que por la inflación, el nivel de pobreza, la escasez de reservas en el BCRA, el atraso cambiario, la devaluación del peso, la quita de coparticipación a las provincias, la causa de espionaje, etc., el arrinconado fuese Massa, terminó siéndolo Milei.
Para lograr su cometido y salir inmune del debate, el candidato peronista terminó emulando a Cristina Kirchner cuando iba a tribunales y, en lugar de declarar, terminaba ella interpelando a los jueces. Aún resuena aquella frase de la expresidenta al tribunal que la juzgaba: "¿Preguntas? Preguntas deberían responder ustedes".
Massa aplicó esa estrategia ni bien arrancó el combate y desde el minuto cero empezó a presionar a Milei. Pero en vez de intentar revertir la situación o, en términos boxísticos, en lugar de revelarse y salir de las cuerdas, el libertario se quedó en ese lugar la mayoría del debate. No supo, o más grave aún, no quiso dar un paso al frente y presionar a su rival, más allá de algún error no forzado que cometió Massa.
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Entre los tropiezos de Massa, al menos hubo dos que no pasaron desapercibidos. En el segmento de educación, dijo que él defendía el sistema de universidades públicas y gratuitas que permitieron que el hijo de un inmigrante italiano pueda estudiar, hablando de él mismo en tercera persona. Automáticamente, Milei le remarcó que había estudiado en una universidad privada: la Belgrano.
Más tarde, Massa criticó a Milei por haber trabajado para el Grupo Eurnekian (Corporación América), calificándolo de forma peyorativa, y agregó que "yo no tengo amigos empresarios". Entre otros, el mendocino Daniel Vila, en una gran cantidad de entrevistas, ha admitido ser amigo personal de Massa, aunque no sea necesaria dicha aclaración.
Del lado de Milei, tuvo apreciaciones poco felices o mal utilizadas al usar metáforas futboleras en temas muy sensibles, como comparar a Margaret Thatcher con Kylian Mbappé, lo que dejó el escenario servido a Massa para lucirse. Y algunos errores menores, al confundir Alemania con la Holanda del '74 que derrotó a Argentina 4 a 0.
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Pero más allá de estos fails, podría decirse que Massa ganó la pelea por varios puntos de ventaja en fallo unánime. Ahora bien: ha habido grandes campeones mundiales, indiscutibles, pero impopulares a la vez. ¿Quién no quería que un buen día Floyd Mayweather fuese noqueado?
Y para definir la performance de Milei en este debate previo al balotaje, sin abandonar la esfera del boxeo, podría replicarse una frase del recordado comentarista Julio Ernesto Vila, de comienzos de 2006. En aquel momento, el periodista deportivo cuestionó al campeón del mundo estadounidense Zab Judah, quien acababa de perder con un argentino desconocido, Carlos Baldomir, quien tras el retiro terminaría en prisión por una causa de abuso sexual. Dijo en aquella histórica velada sobre el perdedor: "Parecía un león y terminó siendo un gatito enredado en un ovillo de lana".