La viralización de la bestialidad de Hamas en Israel, las operaciones en la carrera presidencial de Argentina y hasta un pequeño infierno en un pueblo de Santa Fe. El hombre y la tecnología. Te amo, te odio, dame más.
Buscadores de fueguitos de artificio en la era de la posverdad
El 31 de marzo de 1999 se estrenó Matrix en Estados Unidos. Fue una bomba, un film que venía a marcar un cambio de paradigma en una sociedad global que hacía acrobacias en la cornisa del siglo. Interpelados, el mundo se dividía entre los que abrazaban la era de la tecnología y los que entendían la derrota final del hombre ante la máquina (¿les suena familiar?). En definitiva, sucumbir ante la propia inteligencia.
Retomándo el concepto Matrix, lo que plantea el film es la alegoría de la caverna de Platón, una metáfora que explica la relación entre el hombre y el mundo de las ideas. En síntesis, el filósofo cuenta sobre un grupo de esclavos que viven en una cueva, allí ven las sombras de los objetos proyectadas por la luz exterior y creen que esa es la realidad. Un día uno de ellos escapa de las tinieblas, asciende a la luz y toma contacto con las cosas reales sobre las que los esclavos solo veían sombras y descubre que eso es la "realidad". Es decir, ascender para iluminarse y conocer la verdad.
Pero, ¿qué pasa cuando creemos que "la salida de la cueva de Platón" está en Tik Tok?
Hamas masacra inocentes en territorio israelí y además libra otra guerra de terror psicológico. Los terroristas filmaron varios videos, en uno de ellos se ve a una chica joven, semidesnuda, de espaldas en la parte trasera de una camioneta. Un hombre la sujeta del pelo como si fuera la rienda de un caballo, otro la pisa. Todos gritan ¡Allahu akbar! El resto de los varones alrededor de ella la escupen. La chica fue identificada como Shani Louk, una ciudadana alemana. No se sabe si está viva. La intención de Hamas al difundir este contenido era empoderar a sus correligionarios y amedrentar al enemigo. Es decir alumbrar "su verdad" como la hegemónica. Pero causó el efecto contrario y el mundo entero condenó la brutalidad.
Ver: Matar al Padre: el peligro del revisionismo al servicio del poder
Sin embargo, el morbo le termina ganando la pulseada al espanto y los videos se viralizaron por todos lados. Hombres y mujeres decapitados, quemados vivos, cadáveres de bebés llenos de balazos, se esparcieron por los teléfonos de mendocinos, de salvadoreños, de parisinos. La bestialidad en alta definición.Tal cómo dice Platón respecto al esclavo que escapa de la cueva, al principio la crudeza le hace daño, pero luego se acostumbra cuando cree que ha alcanzado la "verdad". Sin embargo, este hombre moderno, se adormece.
La Unión Europea, amparada en la Ley de Servicios Digitales, intimó este viernes 13 a la red social X (Twitter) a eliminar todas aquellas cuentas y publicaciones con fake news y contenido explícito sobre la masacre terrorista sobre el pueblo israelí. Incluso, el responsable de derechos digitales de la UE, Thierry Breton, le dio 24 horas a X para que expliquen cómo van a filtrar el contenido. Ocurre que, más allá de vulnerar los derechos de las víctimas de este genocidio, se produce el efecto que los terroristas buscan: demostrar que son malos, realmente malos y que el mundo debe tenerles pavor.
Voces que extorsionan, ¿campaña sucia?
En nuestro país también nos dirimimos día a día entre lo que es real y lo que no es. Más por estas horas de campaña presidencial en las que las operaciones están a la orden del día. Esta semana en Twitter se diseminó un audio. Allí se escucha a un hombre pedir sexo oral a cambio de favores. Presuntamente es Carlos Melconian, quién sería ministro de Economía si Patricia Bullrich gana las elecciones.
Rápidamente la presidenciable dijo que era todo falso. "Los audios de Melconian están todos editados, son fake. Son audios tomados fuera de contexto, todo mentira. Estuvieron hechos por un personaje siniestro que es Tomás Méndez, que no es un periodista, es una basura, el sentido no de persona, porque no califico a las personas como basuras, sino por las cosas que hace". El tema no escaló demasiado en la agenda mediática, aunque fue aprovechado por los adversarios de Bullrich. Sin embargo, el fenómeno se repite nuevamente: el ciudadano común que vive entre sombras, ve un resplandor y cree estar ante la verdad. Le basta con el deseo de que eso sea cierto para no cuestionarse nada más. Tal vez porque es tan agotador vivir en la tiniebla que cualquier fosforito alcanza.
El fenómeno ocurre en todas las escalas. Sino, veamos lo que pasó días atrás en San Jerónimo Sud, un pueblo de 3 mil habitantes, en Santa Fe, conmocionado por la viralización de fotos pornográficas de las vecinas del lugar.
Allí, en San Jerónimo, el carnicero, el sodero, el cura, todos recibiendo fotos sexuales de mujeres con las que interactuaban a diario. Lo cierto es que estas imágenes estaban manipuladas con inteligencia artificial, pero a nadie le importaba, todos eligieron creer que tenían la foto hot de la maestra del pueblo. Nilda, una de las damnificadas, dijo en una entrevista a Diario AR, que el material circuló por Telegram y que nadie se detuvo a corroborar "que la cara coincidiera con el cuerpo".
En el alumbramiento del nuevo siglo temíamos ser domados por las máquinas. Veintitrés años después seguimos discutiendo lo mismo. Aunque el eje del debate en el fondo es el alcance de la verdad como un estado de iluminación, tal como propone Morfeo a Neo en Matrix, la herramienta del hombre moderno para lograrlo es el uso de la tecnología. Lo peligroso es que le hemos otorgado el poder de generar soles artificiales, sin importar ya su autenticidad. Hemos dejado de pretender salir de la caverna para conformarnos con el brillo de la pantalla del celular y creer que lo hemos logrado.