Es presidente de la Junta de Estudios Históricos, resaltó el perfil de vanguardia y progreso de la provincia en el pasado.
"Perdimos la mentalidad próspera que destacó a Mendoza"
La Junta de Estudios Históricos de Mendoza es el lugar donde se resguarda la memoria de Mendoza y la responsable de la creación de la Universidad Nacional de Cuyo. Funciona en la casa del ex gobernador Francisco Civit, lugar donde nació uno de sus hijos, el dos veces gobernador y ministro de Obras Públicas de la Nación, Emilio Civit.
La vemos todos los días, aunque no le prestemos atención, en calle Montevideo, apenas pasando Mitre. La vivienda, es la más antigua del casco urbano mendocino, data del año 1873 y es Monumento Histórico Nacional desde 1970.
En ella se puede repasar la historia mendocina en un museo con una impresionante colección, que además tiene una biblioteca de 15 mil volúmenes, una fototeca con 10 mil fotografías históricas digitalizadas y otras atracciones.
Raúl Romero Day es su presidente y con él indagamos sobre el pasado de la provincia. Una Mendoza que se destacó por su importancia, por su inclinación a la vanguardia, la modernidad y la prosperidad, una mentalidad que parece haberse esfumado.
Una Mendoza que dictó la primera Constitución con derechos laborales en todo el mundo, influenciada por dirigentes políticos socialistas, que financió y lideró la liberación de media Sudamérica, que tiene en el Cerro de la Gloria el monumento más grande e importante en el planeta a la gesta libertadora.
Ver: Mendoza fue distinguida por su transparencia y Estado abierto
La Mendoza de José de San Martín, del populismo radical que llegó 20 años antes que, a Buenos Aires, la Mendoza de las personalidades nacionales y mundiales, la que se puso de pie después de literalmente desaparecer tras el terremoto de 1861, la que por muchos años fue gobernada y liderada por 12 familias, casi todas millonarias, que marcaron su rumbo, a comienzos del siglo XX.
¿Esta casa que hoy es de la Junta y fue de los Civit tiene 16 habitaciones? Es grandísima.
Es más grande aún, hay una parte que está clausurada por la municipalidad porque se descalzó cuando quedó tapado el túnel que tenía, en la construcción del hotel Aconcagua en 1978.
¿Era una casa muy importante?
Sí, sí. En esta casa se desarrolló toda la vida cultural de Mendoza a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Aquí durmieron Domingo Faustino Sarmiento, Julio Argentino Roca, Bernardo de Irigoyen, ex presidentes de Chile que la visitaban.
Gente muy importante. ¿Venían porque Mendoza era una plaza importante?
Mendoza siempre fue importante. Es donde comenzó la Campaña Libertadora y la Campaña del Desierto, por su posición estratégica. Siempre fue el nexo y el vínculo con Chile porque el paso, que ya lo conocían los Incas, siempre fue por Mendoza. Por eso el general Don José de San Martín eligió nuestra provincia, porque acá estaban asentados los jesuítas, en Tupungato, y luego de que el rey de España, Carlos III, en 1767, los echara de América, esos jesuítas fueron a Roma, allí le informaron a los ingleses sobre este punto estratégico, este lugar de paso hacia Chile. Esta información llegó al general británico Thomas Maitland, con quién luego se encontró San Martín en Londres. Por eso se eligió Mendoza para atacar Lima en un movimiento de tenaza, cruzando por Chile y luego llegando al Perú por mar, porque lo importante era reducir a Lima, que era el reducto español más importante en Sudamérica. Si caía Lima, caía el poderío español en América.
Volviendo a la importancia de Mendoza, supo tener muchos visitantes ilustres.
Sí, por supuesto. Nélson Rockefeller visitó Mendoza, el príncipe Umberto de Saboya que fue el último rey de Italia. El científico Charles Darwin hizo estudios muy importantes en Villavicencio. El Papa Pío IX, antes de convertirse en pontífice estuvo aquí. Este era un lugar de paso obligado.
Hasta no hace muchos años Mendoza tuvo visitas muy importantes como las del Papa Juan Pablo II, o el último presidente de la ex Unión Soviética, Michael Gorbachov. Aquí se hizo mundial de fútbol. ¿Cree que perdimos esa centralidad?
Y quizá sí, porque las comunicaciones cambiaron, también los medios de transporte, desapareció el ferrocarril.
¿Cuándo hablamos de la historia de Mendoza? ¿Qué fue Mendoza?
Primero que nada, es la cuna de la libertad americana y eso es un valor que nadie le puede negar. Mendoza fue la que aseguró la libertad de medio continente. ¿Por qué? Porque San Martín, enterado del punto estratégico que significaba Mendoza, logra que se lo nombre gobernador intendente de Cuyo y organizó esta campaña libertadora que fue sufragada por Mendoza sola, ayudada un poco por el resto de Cuyo, por San Juan y San Luis.
¿Buenos Aires no tenía mucho interés?
No y en el norte, Martín Miguel de Güemes tenía sus problemas, en el Litoral también tenían los suyos y Mendoza, con esta campaña de la Emancipación Americana quedó totalmente devastada, porque entregó todo lo que tenía.
¿La gente donó voluntariamente o a punta de fusil?
La mayoría voluntariamente, porque Mendoza reconoció a San Martín como su líder y le donó todo. En el monumento del Cerro de la Gloria, del uruguayo Juan Manuel Ferrari, hay una parte donde sale la imagen de una mujer con una piedra de purificar el agua, que la está entregando para la campaña libertadora. Esto refleja cómo el pueblo dio su vida a San Martín, porque esa mujer ya había entregado a sus hijos, a su marido y estaba entregando lo único que le garantizaba su vida, porque sin esa piedra para purificar el agua ella también se moría. Y aparte, San Martín fue un excelente gobernador, tomó medidas muy importantes y ocurrentes. Por ejemplo, cuando aplicaba sanciones, él no las cobraba en plata sino en zapallos, literalmente, y con eso logró reunir alimentos para el Cruce de Los Andes. San Martín dispuso normativas sobre el agua, en fin, el espíritu del momento, algo que nunca se volvió a repetir.
¿Por qué la gente adhirió a esta campaña, cuando seguramente tenían su tipo de vida, su rutina, difícil de cambiar?
Porque reconoció en San Martín a un líder, la necesidad de independizarse, la mínima relación con Buenos Aires, la influencia de grandes pensadores mendocinos. En esa época hubo pensadores fundamentales como Tomás Godoy Cruz. Él, quien era gran amigo de San Martín y fue nuestro constituyente por Mendoza en la declaración de independencia de 1816, fue el único republicano en el Congreso de Tucumán mientras que el resto eran todos monárquicos.
¿De dónde salían estos pensadores?
Había un colegio de donde salían los intelectuales, los grandes pensadores de Mendoza como Godoy Cruz, que fue el Colegio de la Santísima Trinidad, financiado por Don Joaquín de Sosa y Lima, suegro de Godoy Cruz, y también por San Martín y liderado por uno de los profesores, que era el padre Lorenzo Guiraldes, que bautizó a Merceditas, la hija de San Martín y bendijo la Bandera del Ejército de Los Andes. Todos ellos eran exponentes de la Ilustración, de la influencia francesa. En Mendoza, en esos tiempos, se leía a Jean-Jacques Rousseau.
¿Era el pensamiento político de vanguardia en el mundo?
Claro, era la tendencia, tal cual. Pero ese colegio de la Santísima Trinidad estaba a la misma altura que el Colegio de Monserrat en Córdoba.
¿Y donde funcionaba ese colegio?
Hoy no existe. Estaba a lado de las ruinas de los jesuítas. Ese colegio se terminó de destruir con el terremoto de 1861, pero era tan buena la preparación que los egresados del Santísima Trinidad ingresaban directamente a la Universidad de San Felipe de Chile o a la Universidad de Córdoba. Había una preparación intelectual importantísima en Mendoza y se reconoció.
Algo diferente a lo que tradicionalmente se hacía.
Es que Mendoza era una ciudad diferente. Está muy bien descrita por todos los viajeros que vinieron antes del terremoto de 1861. Era una ciudad muy importante, piense que es prácticamente contemporánea a la fundación de Lima. La hoy capital peruana se fundó en 1535 y Mendoza en 1561 y una ciudad que tenía siete iglesias monumentales, una ciudad muy próspera y todo, todo eso se perdió con el terremoto de 1861, donde se perdió lo mejor.
¿Todo se perdió?
Mendoza tenía 12 mil habitantes y tras el sismo murieron 7 mil. Todo se perdió, hasta los muertos, porque la gente que estaba en la iglesia Matriz, que era la catedral en ese tiempo, quedó bajo los escombros y en el revoltijo se perdieron hasta los muertos. No hubo forma de que la gente de la época pudiera identificar a sus víctimas. Fue una tragedia muy grande. A nuestro representante constituyente de la Constitución Nacional de 1853, estoy hablando de Martín Zapata, se lo tragó la tierra literalmente, delante de su familia, cuando ocurrió el terremoto.
¿La Iglesia Matriz es la de las ruinas frente a la plaza Pedro del Castillo?
No, esas son las ruinas de San Francisco. La Iglesia Matriz, desapareció. También estaba ubicada frente a la plaza Pedro del Castillo. Era un templo muy particular porque se ingresaba por el costado, por que su construcción tenía una influencia mozárabe,
¿Y se recuperó Mendoza de esto?
Se recuperó, se hizo esta ciudad nueva, la que conocemos hoy, que desató una gran polémica de donde debía emplazarse.
¿Ah sí? ¿No fue fácil resolver eso?
No, no. Muchos querían llevarla a lo que hoy es Maipú, porque en Maipú el terremoto no se sintió tanto, no tuvo el mismo impacto.
¿Y por qué prevaleció la actual ubicación?
Fue una decisión política del gobernador Carlos González Pinto. Para hacer la nueva ciudad se buscó un gran diseñador, un experto oriundo de Bélgica, llamado Julio Balloffet, quien diseñó la plaza central, que es la Independencia, con las cuatro plazas satelitales (hoy Plaza Italia, España, San Martín y Chile) y la distribución en damero (cuadriculada).
¿Que era antes la zona, un paraje?
No. Era una hacienda. La hacienda San Nicolás, que en un principio pertenecía a los sacerdotes agustinos, después fue abandonada.
¿Y qué pasó con la ciudad que se había destruido, con la ciudad vieja?
La ciudad vieja, que hoy sería lo que conocemos como la Cuarta Sección, siempre fue vista como la ciudad del dolor, de la tragedia, porque el terremoto marcó a los mendocinos y fíjese que nunca se pudo levantar. La Cuarta Sección siempre ha sido una zona un poco triste. Inclusive, de todas las órdenes religiosas a las que les adjudicaron lotes en la fundación de la ciudad vieja, solo dos se quedaron, los Dominicos y los Mercedarios, y el resto se fueron a la ciudad nueva porque la vieja se abandonó totalmente. Nadie quería ir porque todos habían perdido familia.
No se salvó nadie.
Mi tatarabuelo, Edmundo Day, vivía en el momento del terremoto en la casa de calle Corrientes que ahora se restauró, que fue la casa donde nació Merceditas, hija de San Martín. Mi tatarabuelo perdió a su esposa y seis de sus hijos en ese terremoto. Y todos perdieron por igual. El gobernador de Mendoza, Laureano Nazar, también perdió seis hijos, su esposa quedó herida y por eso se llevó a quienes habían sobrevivido de su familia hasta Cruz de Piedra, en Maipú, para que alguien los cuidara y poder volver a atender su responsabilidad.
¿Cruz de Piedra? Era lejos en esa época en carreta o a caballo.
Totalmente, y por eso muchos lo acusaron de haber abandonado la ciudad cuando volvió y en realidad él fue a proteger a su familia y después regresó porque luego vinieron los saqueos.
¿Qué saquéos? ¡Fue un desastre!
Claro, venía la gente del campo y saqueaba a los que estaban agonizando o a los muertos, les sacaban las joyas, todo lo que tenían de valor. Después de eso se desató el incendio.
¿Un incendio sobre la ciudad derrumbada?
Se incendió todo, todo lo que quedaba, lo derrumbado y lo que estaba en pie. Después de todo esto se hace la nueva ciudad y en 1885 llega el ferrocarril y fue la gran transformación para Mendoza. Con el tren llega una gran masa inmigratoria, Mendoza era una tierra riquísima y la fuerza de la inmigración la levanta.
Mendoza recuperó su importancia y su centralidad. ¿Qué cree que nos pasó a lo largo del tiempo para ir perdiendo peso? Porque está claro que hace al menos 30 años que no tenemos la misma importancia.
Yo voy a dar mi opinión personal. Para mi todo eso se perdió cuando comenzó el populismo, y en Mendoza comenzó el populismo mucho antes, empezó con José Néstor Lencina, quien fue gobernador y eso ya fue devastador para la época, por la obligación de hacer donativos al Estado, los regalos, las dádivas y todo ese tipo de cosas. Fue terrible para la provincia.
¿De qué tipo de populismo estamos hablando?
Mire, Lencinas hacía lo mismo que después hicieron Benito Mussolini en Italia y Juan Domingo Perón a nivel nacional. ¿Qué hacían? Aquí, por ejemplo, necesitaban votos, entonces llenaban el baúl de un auto con sacos de vestir, iban a las fincas y les regalaban sacos a la gente a cambio de que les diera el voto.
¿Es real eso?
Sí, sí, claro que es real. Como también que había que defender las fincas a punta de pistola porque iban y tomaban las fincas.
Bueno, para que esto pasara tiene que haber habido una situación subyacente. ¿Qué le pasó a la clase dirigente de esa época que no detectó el problema?
Y... algo no vio la clase dirigente, algo se le pasó, y es culpable en eso. No puedo decir qué. Porque además nosotros tuvimos en Mendoza cuatro gobiernos que fueron ejemplares, que fueron los que van de 1931 a 1943, los gobiernos de Ricardo Videla, Guillermo Cano, Rodolfo Corominas Segura y Adolfo Vicchi. Mendoza despegó en esos cuatro gobiernos. Todos los puentes que tenemos hoy en la provincia se hicieron en esos gobiernos, y cuidado, que en aquella época eran gobernaciones de solo tres años.
¿De qué partido eran?
Eran todos conservadores. Pero está muy bien justificada esta etapa de buenos gobiernos y fue así, porque toda esta gente tenía una muy alta formación, todos se habían educado en Europa.
Eran todos de familia acomodada.
Sí, pero con un interés público muy importante. Piense en Emilio Civit. Cuando él nació en esta casa, su familia era muy rica. Tenían una finca muy importante en Maipú que se llamaba El Mirador. Emilio Civit, fue dos veces gobernador de la Provincia, fue senador y diputado nacional, ministro de Obras Públicas de la Nación durante seis años en la segunda presidencia de Julio Argentino Roca. Estaba casado con la hija de Tiburcio Benegas, de Bodegas del Trapiche, que eran riquísimos y cuando Civit murió, él había hipotecado una de sus casas para afrontar los costos de su última campaña política. Pierde la elección, se le muere un último hijo de 18 años y después de eso Emilio Civit murió de tristeza a los 62 años. Acto seguido, le remataron todas las propiedades y se quedaron sin un peso. Esta casa donde está la Junta ahora, la compró Giol y la familia Civit perdió la finca de Maipú.
Era gente que nacía siendo rica, se dedicaba a la función pública y terminaba siendo pobre porque todo lo hacían por el bien público.
Emilio Civit le dio mucho a Mendoza y a la Argentina, porque recuerde que además de ser dos veces gobernador fue ministro de Obras del ex presidente Julio Roca. Siendo gobernador y ministro Civit hizo las cloacas, los hospitales, trajo el ferrocarril, hizo los puertos del interior del país, inclusive el puerto de Rosario, que se lo debemos a él.
Cuando se hacían las reuniones en la que venían invitados extranjeros a Mendoza, no había donde hacer las recepciones y se hacían en la casa de Civit y las pagaba el gobernador de su propio bolsillo. Es todo lo contrario a lo que es ahora, que hay que pagarles a todos los políticos.
El gobernador Adolfo Vicchi, que además fue senador y diputado nacional, embajador en Londres y en Washington por nuestro país, alquiló casa toda su vida, nunca tuvo plata para comprar una a pesar de que estaba casado con una Arroyo Benegas que venía de una familia que había sido muy rica en su momento. Pero Vicchi y su familia no tenían plata, vivían de su sueldo, pero eran gente realmente comprometida.
¿Y por qué existía esta vocación tan fuerte y capacidad para la función pública? ¿Dónde la habían adquirido?
Por su educación y por toda la influencia de la Generación del 80, es decir la influencia de Sarmiento, Avellaneda y Roca entre otros. La influencia de esta generación fue la que hizo grandísimo a este país, ese compromiso en general, algo fabuloso. Tanto Civit, como Vicchi y sus contemporáneos fueron hijos de la Generación del 80, ellos habían mamado los principios y formas de esa generación.
También fue muy cuestionada la Generación del 80. ¿Si tan exitosa fue, por qué no pudo sostenerlo en el tiempo? ¿No fue un efecto negativo de la inmigración por su arribo masivo?
No, no. La inmigración la promovió la Generación del 80, fue altamente favorable porque la gente que vino, venía a trabajar, se comprometieron a eso, hicieron grandes fortunas y les fue muy bien.
Además, en esa época todavía no estaba el peronismo, solo estaban los radicales.
Los radicales no fue tanto, porque el presidente Hipólito Yrigoyen quizá era un poco más populista, pero hubo radicales como el ex presidente Marcelo Torcuato de Alvear, que de populista no tenía nada. El problema fue el populismo con la mala administración, los regalos, las dádivas, el comprar votos.
¿El intervencionismo militar también?
Y si, pero bueno había una cierta alianza con los conservadores porque venían todos del mismo sector social.
¿Esos conservadores fueron fieles representantes de la generación del 80?
No, fieles representantes no pero no fueron tan malos, ya estaban contaminados.
¿Y estos cuatro gobernadores que usted destaca son de esta época?
Sí, así es, pero la clave de estos gobernadores es que fue gente de gran formación, gente muy preparada. Vicchi por ejemplo iba a un colegio en la ciudad de La Plata que dirigía Joaquín V. González, donde ya los preparaban para la función pública. En los cursos, los alumnos tenían que armar repúblicas, en las que cada una tenía un presidente, un ministro de Hacienda, uno de Gobierno, y tenía que cumplir dentro de su curso sus funciones, tenían que hacer sus discursos, planificar recaudos y previsiones, estamos hablando de chicos de 13 o 14 años que ya los preparaban, la cantidad de cosas que había que leer, lo que tenían que esmerarse. Teníamos en esos tiempos una educación maravillosa que también decayó. El maestro en la Argentina siempre fue un referente y una persona comprometida. Otro grán mérito de Sarmiento fue traer las maestras de Estados Unidos, la creación de la escuela Normal, la gente que salía de allí egresaba con una educación superlativa.
Que visión la de Sarmiento, porque se va a buscar maestras al país que iba a terminar siendo una potencia en todo sentido pocos años después.
En ese momento, Argentina no estaba muy lejos de Estados Unidos, era la sexta potencia mundial y se vio a Estados Unidos como un país muy similar a la Argentina, en América, ambos con muchísima inmigración, con vastos territorios, es decir teníamos muchísimas similitudes. Fíjese que la única ciudad fuera de Argentina donde hay un busto de Sarmiento es en Boston, en un paseo y está ahí porque se lo respeta muchísimo. También pasa con San Martín que hay estatuas y monumentos de él en todas las capitales importantes del mundo. La estatua de San Martín en Londres, que es un San Martín de pie, la inauguró el ya fallecido príncipe Felipe de Edimburgo, el marido de la Reina Isabel de Inglaterra, y lo hizo por la importancia que implica San Martín a nivel mundial, como estratega, la genialidad, lo que significó hacer el Cruce de Los Andes.
¿Usted lo dice por ser una personalidad atractiva y no porque su accionar haya terminado beneficiando políticamente al Imperio Británico?
No, no. No le dio un beneficio político. Hay muchas teorías de que San Martín era un espía inglés y yo le puedo decir, que, aunque lo haya sido, nadie le quita su mérito porque la epopeya sanmartiniana es única en la historia universal porque supera a la napoleónica y a la de Anibal.
Tenga en cuenta que cuando Anibal o Napoleón cruzaron los Alpes, esa cordillera era más baja y en el camino estaba lleno de pueblos montañeses en los que servían de apoyo logístico. En cambio, lo de San Martín fue otra cosa. La cordillera de Los Andes es tres veces más alta que la de los Alpes y también es tres veces más ancha y en el medio del recorrido entre el último poblado de Mendoza y el primero de Chile no había absolútamente nada, pero nada. Había que llevar todo. Lo de San Martín no tiene parangón a nivel mundial, internacionalmente se lo reconoce como tal, era un genio por donde se lo mire.
¿Cuándo analiza y estudia a los personajes históricos más lejanos y más cercanos, muchos polémicos y quizá algunos sobrevalorados, a todos les rescata algo?
Siempre se pueden rescatar cosas buenas, lo que pasa es que en algunos casos la mayoría son malas. Hay cosas del gobernador José Aldao muy polémicas y otras que fueron buenísimas. Él nos dio la primera ley de Aguas, alrededor de 1840. Y además le permitió a Tomas Godoy Cruz, que estaba exiliado en Chile, volver a Mendoza. Los hizo porque tanto Godoy Cruz como su padre eran los principales referentes de la industria de la seda mendocina, que generaba muchísimos ingresos y trabajo. Es decir, no eran tontos, eran gente inteligente y hacían cosas buenas, en algunas otras se desviaron un poco. Creo que el problema que tenemos es que cambiamos todo lo que hizo el otro anteriormente. No tenemos que ser necios, tenemos que tomar lo bueno y seguir adelante.
Hasta mediados del siglo XX, da la impresión que en Mendoza había una mentalidad de la dirigencia, una forma de hacer las cosas, de conducir y dirigir. ¿Hay una mentalidad ahora?
Yo creo que no. Ya no hay una mentalidad así en la dirigencia. Perdimos la mentalidad próspera que destacó a Mendoza. Recuerdo una oportunidad en la que hablé con Rodolfo Terragno y él me preguntó cuál era la mejor democracia del mundo. Yo comencé a pensar y me respondió rápido. Inglaterra me dijo. Le pregunté por qué y él me dijo que porque se basaba en el respeto a las instituciones y la tradición.
Mendoza, durante siglos se basó en eso. En la primera mitad del siglo XX, nosotros tuvimos nuestra famosa Constitución de 1916, una carta magna de absoluta vanguardia a nivel internacional. La de Mendoza fue la primera Constitución a nivel mundial que tuvo normas de derecho laboral, protección del trabajo de mujeres y menores, lo hicimos antes que los prusianos lo aplicaran en 1917 y a la de México que es de 1919 y muchísimo antes que Buenos Aires.
O la genialidad de la figura del contratista de viña, que es empleado y socio a la vez. Eso no está en cualquier parte. ¿Cuál es el pensamiento que influye en nuestra Constitución de 1916? El socialismo, Ramón Morey. Había grandes socialistasa nivel nacional, era gente brillante, de vanguardia.
Por ejemplo. Todas las leyes laborales son de los socialistas de los años 30 y la virtud de Perón fue promulgarlas. No fueron mérito de él pero por lo menos las promulgó y eso es algo positivo. A lo que voy es que había diversidad de opinión, había diferentes escuelas, pero todos se respetaban y trabajaban en conjunto. Nuestra Legislatura de principios de siblo XX tenía todas las posturas políticas y eso se respetaba y por eso se pudo dictar una Constitución como la nuestra. Si se respetan las instituciones, todo funciona mucho mejor.
¿Y se respetan hoy las instituciones?
No, no. Acá no hay total independencia del Poder Judicial, del Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo. Si no se respeta la independencia de poderes todo va a salir mal. Hay que respetarlo como los ingredientes de una receta, que son específicos y en una cantidad determinada.
¿Por qué pasa eso?
Porque antes los dirigentes políticos tenían convicciones y ahora se han perdido. No tienen convicciones ni sentido del bien común. No digo todos porque hay gente valiosísima, pero es lo que impera en la actualidad.
Hoy, los políticos no tienen el coraje que tenían antes, de decir y hacer lo que pensaban o lo que creían. Antes se la jugaban y si no estaban de acuerdo, se batían a duelo (enfrentamiento armado a muerte reglamentado por ley), pero no iba a venir un gobernador a decirle a un senador qué hacer. Las ideas de ese senador eran sus ideas y las exponía le gustara o no a su gobernador. Así era antes.
Qué novedad lo del detalle laboral de la Constitución mendocina
Es que había una mentalidad muy próspera porque se buscaba la modernidad, había un afán terrible por la modernidad. Desesperados por el progreso, esa fue la clave. Frank Romero Day, quien fue senador nacional, fue ministro de los gobernadores Guillermo Cano y Jorge Vicchi, fue además el creador de la Fiesta de la Vendimia. ¿Por qué la creó? ¡Para atraer al turismo! Era la industria sin humo. Él había estudiado ingeniería agrícola en Montpellier, Francia, había viajado mucho por Europa y se había cansado de ver las fiestas vendimiales locales o regionales que se hacían. Entonces le propone al gobernador Guillermo Cano hacer la fiesta y Cano acepta porque era brillante.
¿Y el anfiteatro se construyó entonces?
No, se hizo en 1950. Lo construyó el arquitecto Daniel Ramos Correas y lo inauguraron Perón y Evita.
Otro golazo histórico. Si hoy hubiera que construir un anfiteatro no se si se nos alcanzaría el dinero.
Totalmente, un acierto y la verdad no sé si podríamos repetirlo.
¿Y dónde está ese mendocinismo de vanguardia? ¿No le parece que somos más cerrados ahora?
Bueno, si. Nos achatamos y nos encerramos y no era así antes. ¡Cuando se abrió la Universidad Nacional de Cuyo, la calidad de la gente, de docentes que se trajo fue de primer nivel!
A la UNCuyo la fundó esta Junta de Estudios Históricos. En ese momento, el presidente de la Junta, Edmundo Correas, quería abrir una universidad para Mendoza. Fue a gestionarlo a Buenos Aires, pero le contestaron que no tenían dinero. Gracias a sus contactos y capacidad de relacionarse públicamente consiguió que fuera creada por decreto en 1939. Es la única universidad creada por decreto, el resto están creadas por ley. Pero bueno, después con el transcurso de los años, el nivel de docentes con el que se arrancó no se pudo igualar.
No se sostuvo en el tiempo
No. Y esto se vió en todos los niveles. Los inmigrantes que llegaron aquí, se rompieron el alma, hicieron fortunas impresionantes, la segunda generación siguió trabajando y la tercera ya eran unos vagos, recontra vagos y hoy son nuevos pobres, y perdieron todo porque es más difícil conservar qué hacer. Ya se habían acomodado al lujo, pensaban que todo estaba servido, que venían las cosas de arriba.
Todas las grandes fortunas, los Arizu, los Filippini, los Escorihuela, todos perdieron todo, hasta los Arenas. Don Pedro José Arenas tenía un tren propio, donó su estancia a la provincia de Mendoza, que hoy la conocemos como el departamento de Santa Rosa. La famosa casa de la esquina de Boulogne Sur Mer y Emilio Civit que es como un palacete, era la casa de Arenas y todas las mansiones de esa avenida, las grandes casas de las esquinas de Emilio Civit fueron de la familia Arenas en su mayoría porque eran de las hijas de él a las que dejó muy bien. Y hoy, sus bisnietos no tienen nada. Hay descendientes de estas familias que atienden kioscos, cuando sus antecesores tenían mansiones, vivían seis meses en Europa y seis meses acá.
Última pregunta. Elija de la historia mendocina un héroe suyo y un villano.
Fuera de José de San Martín, si tengo que elegir un héroe ese es Emilio Civit, que fue un gobernador descollante, de excelencia y un gran ministro para el país. Y el villano, el gobernador Carlos Washington Lencinas.
¿El padre o el hijo?
No, no, el hijo, al que matan de un tiro en la plaza San Martín mientras estaba dando un discurso político. El padre, que también fue gobernador, fue José Néstor Lencinas quien era mucha mejor persona que su hijo e hizo muchas cosas buenas por Mendoza y además era un caballero. En cambio, su hijo, el que elijo como villano, lo elijo porque era de lo peor, era un matón, se encargó de intentar matar y amenazar de muerte a varias personas, un verdadero cobarde.