María Florencia Rodríguez asegura que es crucial cambiar de mentalidad.
Coordinadora del Polo TIC: "Importa más trabajar en equipo que la tecnología"
El Polo TIC de Mendoza es uno de los proyectos más osados de las últimas décadas. El experimento reúne en un espacio institucional a las empresas privadas de tecnología, a las universidades y al Estado.
¿Para qué? Para evaluar y armonizar intereses en común, formular proyectos, intercambiar información, celebrar convenios, diseñar estrategias y fijar un norte para elevar a Mendoza en un referente de las TIC.
¿Qué significa TIC? Hace unos años significaba Tecnología de la Información y la Comunicación, pero con la revolución digital llevándose el mundo por delante, su significado evolucionó a Tecnología de la Innovación y el Conocimiento.
La innovación que lo hace diferente al Polo TIC anida en sus ingredientes: la vinculación y la relación transversal entre las empresas, los centros de conocimiento y el Estado: una interacción pensada para compartir, colaborar, crecer y obtener beneficios.
Ingredientes muy impropios del capitalismo tradicional del Siglo XX, donde las empresas no compartían, sino que competían a matar o morir, o en el mejor de los casos, se asociaban para tragarse una a la otra.
Ingredientes, en cambio, muy propios del nuevo capitalismo TIC del Siglo XXI, donde la horizontalidad ha sido el modelo de producción que abrió puertas en el mundo a grandes proyectos en los que se asocian grandes capitales, ONG, pequeños emprendedores y hasta individuos de a pie.
María Florencia Rodríguez, es la Coordinadora Ejecutiva del Polo TIC, que hoy tiene más de 80 empresas trabajando en conjunto con las universidades y el Estado, en su sede ubicada en Godoy Cruz.
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Con ella, hablamos de los desafíos que nos propone la revolución digital, de qué hacer con la escuela que aún funciona a tiza y pizarrón, de cómo cerrar el déficit que impone la brecha informática tanto en formación como en equipamiento y de la "Red de Polinizadores", el próximo desafío del Polo TIC.
Vivimos un cambio de época que arrancó con internet, se aceleró con la revolución: teléfonos inteligentes, trabajo home office, trámites online y mucho más. ¿La educación escolar está a la altura de este cambio?
No podemos generalizar porque hay instituciones que han hecho cambios y otras que siguen con los de antes. Pero, aunque algunas no puedan cambiar rápidamente por razones burocráticas, sí creo que hay un gran interés en desarrollar pautas concretas para incluir aprendizajes relacionados con estos conocimientos.
Tanto en niveles educativos primarios, secundarios como universitarios, se están viendo políticas de acción concretas que hacen que sus programas sean más completos e integrales, en cuanto a lo técnico y en cuanto a las habilidades blandas (capacidad de gestionar, relacionarse e interactuar) integrado a una visión de compartir y emprender proyectos.
¿Será necesario que cada alumno tenga una computadora o un dispositivo digital para poder aprender todo esto?
La tecnología abre puertas, sea cual sea el dispositivo, pero sobre todo lo que hay que hacer es formar equipos, buscar talentos, cruzarlos y de manera conjunta trabajar en el desarrollo de proyectos. La tecnología es un recurso, pero es un recurso más. El mayor recurso que hay que implementar es el trabajo en equipo, tanto en los colegios como en las pymes y las grandes empresas. Hay que aplicar el trabajo en equipo de modo interdisciplinario, con aportes de talentos y con expertos para poder generar encuentros con mentores y mayor conocimiento.
Pero en la calle vivimos y nos manejamos con soportes digitales por todas partes mientras en el sistema escolar aún se está con el pizarrón, la lapicera y el papel.
No tenemos que ver si delante tenemos un pizarrón o no, sino ver cuál es el beneficio de cada uno de los recursos disponibles y que la formación sea constante en todos los niveles. Quizá algunos traigan el lápiz y papel, otro puede traer el teléfono, otro tener la app exclusiva para desarrollar un proyecto y otro la computadora y así se puede ir trabajando en equipo. Quiero decir: es importante tener los recursos físicos, pero más importante es poner el foco en los recursos del conocimiento y cuando podamos hacer una transversalidad de entrelazar ambas cosas, ahí es donde va a haber una chispa que genere un cambio, que es a donde hay que apuntar.
¿Cómo está la ciudadanía respecto de todo este cambio tecnológico?
La pandemia medio que nos hizo cree que por empezar a usar unas videollamadas o comprar por algún e-commerce, ya estábamos llegando a un nivel tecnológico similar al de los países desarrollados.
Yo creo, en cambio, que lo que vivimos nos generó una manera distinta de participar, de acercarnos y vincularnos más a la tecnología, pero para lograr estar como los países desarrollados tenemos que seguir incorporando los recursos, la capacidad y la formación no solo para tener el conocimiento técnico sino saber darle un uso estratégico de esos recursos. Es mucho más importante armar ahora una planificación estratégica a largo plazo, donde todos los recursos, el talento y el conocimiento junto con las tecnologías y la vinculación, nos permitan trazar un mapa de acción y un tablero de comando.
¿Hay un corte generacional con este tema? ¿En qué edad se da?
Más que por edad creo que el corte se da por profesión, por distribución demográfica o por acciones. En lo demográfico tenemos mucho por desarrollar para que haya mayor igualdad.
¿Por ejemplo?
Tenemos barrios super pobres que no tienen agua potable y al lado otros barrios donde todos tienen la última tecnología de punta. No haría solamente la división por edad, sino que lo analizaría a partir de un combo importante relacionado con los ingresos, el factor demográfico, el tipo de profesión o empleo. A partir de ahí hay que trabajar intensamente para poder generar los recursos del conocimiento y luego llevar los recursos tecnológicos.
¿Los jóvenes de los barrios humildes que no tienen acceso a la tecnología tienen la misma forma de pensar que los que la están usando todo el tiempo?
No, y ese es el punto más difícil de resolver porque además de formar también hay que querer dejarse acompañar en este desarrollo. Ahí tenemos una diversidad importante que hay que trabajarla con mucho cuidado y no tiene que ver sólo con personas de bajos recursos, sino con personas que acepten ser acompañadas en este proceso de aprender del desarrollo de las nuevas tecnologías del conocimiento. Hay muchas personas que son de altos ingresos, tienen acceso a todo y tampoco se dejan acompañar.
Todos piensan que cuando hablamos del Polo TIC hablamos de las tecnologías de punta para un segmento cerrado y no es así. Estamos hablando de muchas herramientas, de muchos valores transversales que hay que desarrollarlos conjuntamente y generar un plan de acompañamiento global para el crecimiento sin dejar a nadie aislado. Hay que acompañar y dejarse acompañar.
¿Cuáles son esos valores?
Integración, responsabilidad y cooperación. Creo que son sumamente importantes.
¿O sea, que todavía el cambio tecnológico tiene la cuenta pendiente de igualar?
No sé si es una cuenta pendiente, creo que estamos en un proceso, en un camino, se están haciendo muchas acciones puntuales y pequeñas porque no se puede hacer todo junto y arrasar y yo celebro esas pequeñas acciones. Y ese cambio que se quiere realizar tiene que venir acompañado de lo formativo porque si no, no vamos a ir a ningún lado. Tiene que ir acompañado de los valores para que haya un efecto cascada.
¿En qué hay que formar? Porque la tecnología trae esa idea engañosa de que es fácil e intuitiva y está hecha para usarla casi sin aprender demasiado.
Si..., hoy te venden cursos de cinco meses y ya sos un experto. Primero, creo que completar la escolarización es sumamente importante. Lo que aporta la primaria, la secundaria y los niveles terciarios y universitarios son la gran guía. Segundo, es más favorable especializar a las personas en algo que les guste porque eso generará mayor potencial en algún nicho puntual. Y tercero, hay que tener un plus, eso es estratégico.
¿Cómo trabaja el Polo TIC?
Trabajamos con el triángulo de Sábato (formulado por Jorge Sábato, físico argentino), que involucra a las empresas privadas, en conjunto con el sector público, desde donde se promuevan las políticas para desarrollar acciones necesarias y a la vez, todo esto complementado con el sector académico.
Es imprescindible que entre los tres exista no solo la motivación de firmar convenios, sino la iniciativa de abrir las puertas para que haya acción y eso se vea reflejado en el quehacer diario, tanto de las empresas, como de los alumnos, los profesores y de los funcionarios de gobierno.
¿Qué desafíos o metas importantes tienen hacia adelante?
Primero, seguir siendo un espacio de vinculación en la región y también nivel internacional porque solos no vamos a ningún lado. Otra de las metas en la que estamos trabajando, es en el armado de una "red de polinizadores" con la que buscamos que los mendocinos residentes en distintas partes del mundo se integren a esta red de conocimiento para que nos puedan brindar lo que han aprendido afuera y a la vez, lleven al exterior lo que se hace en Mendoza.