La economía del país transita momentos realmente complicados. Desde hace 3 meses el consumo está frenado, la caída en el poder adquisitivo es fenomenal, y la estanflación (recesión con inflación) ya es un hecho.
La gran mentira del Presupuesto 2023
Sergio Massa, Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner se perdieron la oportunidad de proyectar un programa realista y así comenzar un plan de estabilización serio.
La economía del país transita momentos realmente complicados. Desde hace 3 meses el consumo está frenado, la caída en el poder adquisitivo es fenomenal, y la estanflación (recesión con inflación) ya es un hecho. El próximo índice de pobreza/indigencia va a ser históricamente alto, reflejando que la inflación está pulverizando los salarios como nunca antes en un gobierno peronista.
En semejante contexto, la lógica y prudencia de un buen funcionario público aconsejaría sincerar la situación, explicitar este descalabro a toda la sociedad, y armar un buen presupuesto para 2023, que sirva de base de planificación para ajustar las variables del gasto público que lleven al orden macroeconómico. Sin embargo, Cristina, Massa y Alberto optaron por seguir escondiendo la suciedad debajo de la alfombra, con premisas absurdas en el presupuesto como una inflación 30 o 40 puntos menor que la real, hecho que distorsiona absolutamente todo el cálculo de recursos y de gastos para el año que viene.
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El mismo proyecto de presupuesto reconoce una inflación del 95% para 2022, lo que hace irreal que la bajen a 60% en 2023, salvo lleven a la economía a una aguda recesión, mínimo de 10 puntos de caída del PBI, como en pandemia (2020), que logró bajar la inflación 20 puntos con respecto al último año de Macri. Y, sin embargo, el presupuesto proyecta para el año que viene 2 puntos de crecimiento del PBI y un desempleo que se siga manteniendo en el 7%. Nada cierra.
Y lo que es peor, por ley de Responsabilidad Fiscal, se obliga a las provincias a utilizar estas absurdas proyecciones macroeconómicas para presupuestar, lo que va a ensuciar todos los presupuestos provinciales, obligando a proyectar una economía que no existe ni va a existir. A algunas provincias, deficientemente administradas, quizás les sirva esta distorsión para seguir engañando a sus contribuyentes, pero a Mendoza la perjudica, ya que es una provincia con una gestión de gobierno seria, que hace un gran esfuerzo por gestionar sin ayuda de fondos extra de Nación y donde al sector privado se lo respeta.
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Los manuales dicen, con toda razón, que el presupuesto público es el gran instrumento ordenador de un gobierno, donde se explicitan los distintos programas públicos que se llevarán a cabo en el año, y que, si tiene rubros sub calculados, se distorsiona todo tipo de política macroeconómica coherente. Todo esto lleva a recursos no presupuestados recaudados durante el año, luego gastados discrecionalmente, sin una asignación votada previamente por el Congreso.
Claramente este proyecto de presupuesto nacional esboza que el trío Cristina-Alberto-Massa solo quiere ganar tiempo para que no explote la macro, sin intentar en lo más mínimo solucionar los problemas de fondo de nuestra economía, que implican un plan integral, que ataque los problemas fiscales, monetarios, cambiarios y de ingreso todos a la vez, con un criterio unificador y sistémico, basado en metas graduales descendentes, que vayan marcando la pauta al sector privado para ir moderando expectativas. Por el contrario, el trío gobernante solo opta por engañar a la población de que está haciendo algo por estabilizar, cuando en realidad no hace nada, ya que ni siquiera un presupuesto realista logra hacer.
En síntesis, un presupuesto mentiroso, una mentira más del trío Cristina-Massa-Fernández, que obliga a las provincias a también usar dichas variables distorsionadas, y que ya está llevando a grandes franjas de la población a preguntarse por qué es necesario seguir siendo gobernados por políticos que viven realidades paralelas, una especie de metaverso creado solo para ellos.