El aprovechamiento político del ataque a Cristina. La grieta, explotada a full. El insólito pedido del senador Mayans, y los temores a los efectos de una condena. La conversación descreída en las redes sociales. Hoy se pronuncian líderes legislativos de Mendoza. El PRO no va.
Después del atentado: uso político, insensatez, acuerdos, y descreimiento
Desde el jueves a la noche hay un nuevo escenario político cuyas derivaciones son imposibles de prever ahora, con los hechos aún tan calientes. Sí es factible seguir el hilo del discurso oficialista, que acusó de odio a la oposición, jueces, medios y periodistas, e incluso al fiscal Diego Luciani, de haberle cargado el arma a Fernando Sabag Montiel, el hombre que quiso asesinar a Cristina Fernández de Kirchner el jueves a la noche. Las balas no salieron porque el "tirador", probablemente inexperto, no accionó la corredera para "subir" el proyectil desde el cargador al cañón de la pistola Bersa que usó. Si este supuesto "loco no tan suelto" (anoche detuvieron a su novia Brenda Uliarte) lograba su cometido, la Argentina estaría probablemente sumida en un caos sin precedentes. Pero nada de esto pasó. Y lo que hay ahora son consecuencias políticas.
Ayer domingo, día de análisis y lectura, medios oficialistas trazaron una línea directa entre el alegato acusador del fiscal Diego Luciani en la Causa Vialidad, y el atentado contra Cristina. Nuestro colega Gabriel Conte lo resumió a la perfección en esta nota de Memo Diario. Antes, el presidente Alberto Fernández, el sindicalista Pablo Moyano, el gobernador Axel Kicillof, Luis D'Elía, numerosos legisladores nacionales del Frente de Todos, gobernadores, referentes, actores y periodistas militantes, la agencia oficial Télam, siguieron esa línea discursiva. La misma que casi hace fracasar la sesión especial de repudio en la Cámara de Diputados de la Nación: culpar al periodismo, a los jueces y fiscales que investigan casos de corrupción y la oposición, de ser odiadores y de haber creado el caldo de cultivo que derivó en el ataque a la vicepresidenta, una perseguida política que intentan proscribir, según esta particular visión.
Para sostener este relato aprovechando al máximo un hecho terrible y repudiable desde todo punto de vista, hizo falta crear un marco adecuado. Alberto Fernández empezó el mismo jueves por cadena nacional el encuadre oficial del hecho con un insólito feriado de "San Perón", de yapa. Este fue para el kirchnerismo el "peor atentado" desde el inicio de la democracia. Parte del discurso fue afirmar que este ataque -que pudo ser mortal- contra la vicepresidenta, fue una bomba a la democracia y a la república misma. Tal visión echó sal en las heridas de la grieta. Qué decir de los intentos de golpe de 1987 y 1988, del copamiento de La Tablada, de los atentados contra Raúl Alfonsín, del asesinato de Carlos Menem Junior, o de los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA.
Pareció haber un plan para que Cristina se transformara de sospechosa de fraude en inocente, como consecuencia del ataque. La confesión más clara fue la del senador nacional kirchnerista José Mayans, presidente del bloque, ayer. "¿Queremos paz social? Paremos el juicio de Vialidad" pidió. Insólito. Otro kirchnerista le respondió, Oscar Parrilli. "Para Cristina, sólo justicia". Desde Juntos por el Cambio, salieron a "atenderlo" en fila a Mayans, entre ellos, el senador nacional mendocino Alfredo Cornejo. Aun así, la oposición atraviesa sus propias contradicciones sobre cómo pararse frente al atentado. Se notó claramente cuando el bloque del PRO se retiró del recinto de Diputados el sábado, y por las frases altisonantes entre unos y otros en el mismo espacio.
Casi todo lo ocurrido en estos días, como correlato, pareció ser el aprovechamiento político al máximo de este ataque, con la aparente idea de "empatar" el juicio por el direccionamiento de obras públicas a Lázaro Báez.
Esta semana será aún más tensa. Hoy se reúne la CGT. Probablemente discutirán medidas de fuerza "para defender la democracia". Pablo Moyano habla además de una nueva movilización. Hoy se reanuda el juicio que tiene a mal traer a Cristina y a unos cuantos ex funcionarios de su gobierno, con los alegatos de la defensa. Carlos Beraldi, el abogado de la vicepresidenta, tiene el turno número seis, por lo que faltan semanas para que haga su propio alegato. En la política hay preocupación extendida por el día de la sentencia, si llegara a ser condenatoria para Cristina.
En Mendoza, hoy puede haber gestos de institucionalidad. A las diez de la mañana habrá una reunión entre los presidentes de bloque y las autoridades de ambas cámaras legislativas. Habrá un rechazo mayoritario al atentado contra la vida de Cristina Fernández. Y una foto de todas las autoridades, juntas. Puede que se unifiquen los diversos proyectos de repudio que hay desde el jueves, para que la Legislatura los apruebe en Diputados y Senadores entre martes y miércoles. A primera hora de este lunes, los bloques del PRO anunciaron que no asistirán, y denunciaron el uso político del atantado, para acallar periodistas y condicionar a los jueces.
El país desconfiado
Mientras la política hace sus propios cálculos y operaciones, hay en las redes sociales una "conversación" inquietante entre decenas de miles de personas. La consultora "Reputación Digital" hizo un pormenorizado estudio de unos 708.000 posteos en la red social Twitter, más todas las interacciones. Esas publicaciones fueron realizadas por 256.300 personas desde poco antes del atentado, hasta el viernes. El volumen de esta conversación alcanzó los 1.880 millones de visualizaciones en Twitter. La conclusión más importante es que el 62,49 % de las personas que interactuaron en estas conversaciones, descree del atentado. Prevalece la idea de que fue "armado". Enojo, ira, tristeza, miedo y cansancio fueron las emociones más repetidas.
La idea de que el ataque fue orquestado con intenciones políticas no tendría mucho sustento, hasta ahora. Pero es abonada por la desastrosa actuación de la custodia, la detención insólita del tirador por parte de militantes que se dieron cuenta de qué pasaba mientras los custodios seguían "papando moscas". El manoseo del arma, el hecho de que CFK no advirtiera lo que ocurría y siguiera varios minutos más expuesta y firmando libros y -finalmente- el discurso oficial contra los "odiadores" para salvar a la presidenta del juicio de Vialidad, terminaron armando una idea de falsedad, al menos en la red social Twitter, donde la mayoría de las personas que opina tiene un ideario político. Y esto, cuando aún no se sabía que el probable error de los peritos en el análisis del teléfono de Fernando Sabag Montiel, podría haber arruinado la posibilidad de extraer información de ese móvil, un Samsung A-50. Lo explicó anoche Julio López, el experto tecnológico de Canal 13, que mostró en TV qué equipamiento de origen isrealí se usa para estudiar estos aparatos de telefonía celular.
Una de las empresas de consultoría y encuestas de Mendoza está haciendo un relevamiento parecido, pero en redes más populares y menos ideologizadas, como Facebook e Instagram. "En el corte que hicimos, el resultado es el mismo. Hay una idea de auto armado, sustentada en el relato habitual del oficialismo en numerosos temas. Hay un problema de credibilidad..." dijo una fuente. Son por lo menos tres los consultores de Mendoza que están midiendo el efecto político del atentado.
La falta de credibilidad que se notó en redes sociales y grupos de WhatsApp, con las teorías más insólitas, podría poner límites a la idea de Cristina candidata, o Cristina eterna. El refuerzo del relato contra "el odio" más bien tendería a recuperar algo del voto perdido desde aquel 54 % de 2011. Pero el contexto era otro. A la empatía hacia la entonces presidenta que había generado la muerte de su esposo Néstor Kirchner, se sumó cierta bonanza económica que venía de arrastre. La gente tenía plata para gastar, y alguna expectativa sobre el futuro. Hoy la situación es a la inversa, con crisis de varios años, más inflación, ajuste de gastos, y la consecuente pérdida de poder adquisitivo. Hay además en el horizonte inmediato un fuerte aumento de los gastos familiares en servicios públicos, por la quita y reducción de subsidios. La economía da malas noticias aunque Sergio Massa haya logrado evitar una hiper inflación. Ese malhumor colabora -a juicio de algunos consultores- en la mala percepción de cierta parte de la población, respecto del gravísimo atentado contra la vicepresidenta.
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