Carlitos con Susana: "very difficult"
La semana que pasó me llevé una sorpresa. Se la debo al entrañable Carlos Tévez. El haberme centrado en una anécdota de su escolaridad atrajo la atención de muchos lectores futboleros, no pocos jóvenes, que engrosaron la audiencia. Para escribirla recorrí algunos videos maravillosos donde despliega simpatía, sagacidad y una frescura admirables. En internet el más visitado es cuando intenta sin éxito hablar en inglés en una entrevista en la televisión británica y contesta a la pregunta de si va a seguir en el Manchester United con el célebre: "very difficult". Pero en ese recorrido por la red di con una perlita que les comparto:
Esos cuatro minutos y medio entre Susana Giménez y Carlitos Tévez son de antología y curiosamente están centrados en la educación. Son complementarios de la anécdota rescatada del libro de Guillermina Tiramonti "El gran simulacro" que comenté hace siete días. Ojalá los miren así los comentamos juntos. Me impresionó cuando él, que no aprendió a leer en tiempo y forma en Fuerte Apache a pesar de haber estado ochos años escolarizado, pero rebosa de ingenio e inteligencia, reflexiona sobre que luego de un lustro jugando en Inglaterra y habiendo llegado a la capitanía del Machester City decidió aprender inglés bien para ejercer su cargo. Contrató un profesor, como ya había hecho para alfabetizarse, y empezó con ahínco hasta que naufragó en las falencias didácticas de su maestro y, seguramente también, en su poco "entrenamiento" para estudiar. "Mostro, no vengás más porque no voy a entender nada..., me empieza a hablar de los verbos y le digo ‘mostro me voy a dormir la siesta'", así sintetiza el despido del profesor después de la segunda clase. Para alquilar balcones. La reflexión de Su, que habla inglés a la perfección porque estudió en un colegio británico pupila, fue que allí no le hablaban una palabra que no fuera en inglés y no le respondían si no lo hacía ella. Y agrega que nunca le enseñaron verbos. Reflexiona con profundidad pedagógica ¿por qué enseñan tan mal? Pero lo que más me interesó es que ese pibe poco instruido sí tiene en claro la importancia del docente y, sobre todo, de la calidad de quien le va a enseñar, de sus conocimientos y de su pericia para cumplir la tarea. Por eso lo buscó. Apenas no le mostró efectividad se mandó a cambiar. Algo que por desgracia hoy pasa mucho en la secundaria argentina sobre todo cuando los chicos no logran conectar con la escuela y sus modos de enseñarles. Hay otras razones, ya sé, pero esa es una de las principales.
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Al principio de la entrevista Susana le pregunta cómo va el idioma. "Mal" responde al instante Carlitos. La diva recurre a Florencia, su hija de pocos años que está sentada con él durante la entrevista. La niña contesta: "yeah", y el padre orgulloso comenta que habla muy bien inglés. Es decir, una niñita, escolarizada en una buena escuela aprende incluso en un idioma extraño, aunque su entorno no la ayude. Pero si el entorno no la ayuda y la escuela tampoco, como a Carlitos en Fuerte Apache, se consuma el simulacro si lo dejan pasar sin subsanar las fallas certificando que sabe lo que no sabe.
Pero Susana, no se detiene, la conocemos: "Y tus amigos cuando te van visitar". "Vienen del Fuerte y entienden menos que yo". Risas generalizadas. Y Carlitos sigue con una explicación que no les cuento por si no vieron el video todavía pero que muestra a un pibe poco instruido, pero educado. Un pibe que hubiera aprendido a leer en una buena escuela en su barrio donde, según su biografía, la opción era el fútbol o el delito.
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Esta situación me hizo acordar a Sarmiento. En su discurso ante el Congreso de la Nación en 1873 sentenció: "no debéis olvidar que en materia de educación se invierten las leyes económicas, solicitándola más los que la tienen y estiman su influencia, y siendo omisos en procurársela los que más la necesitan". Luego de aludir a que la educación es el único rubro de la vida humana en el que no se aplica la ley económica de la oferta y la demanda, pues quien tiene hambre pide comida y quien se enferma pide salud, remata que quien es ignorante no pide educación. Sigue: "la acción del Estado debe, pues, ejercerse en proporción de la necesidad y no de la demanda, dándola a los más ignorantes y costeándola a los más pobres."
Los Carlitos Tévez niños y sus familias no van a requerir educación. Si tienen hambre o se enferman van a reclamar. Por educación no lo harán nunca porque no saben que tienen esa carencia. El Apache sólo se dio cuenta cuando ya tuvo resuelto el resto de la subsistencia por su éxito en el fútbol. Las anécdotas que estamos recordando nos llevan a algunas conclusiones. No es lo mismo tener clases que no tenerlas, por lo cual hay que revisar y mejorar todo lo que las detiene: paros y ausentismo docente y de alumnos, fallas de los edificios. Pero todo, no sólo una parte. Desde la infraestructura hasta el salario docente, la calidad de los maestros y la cantidad en el sistema de acuerdo a la cantidad de alumnos, como así también los diseños curriculares y los contenidos, los modos en que se van a organizar las escuelas del futuro que nunca serán como las que conocimos, el papel de las familias y las relaciones de la educación con el mundo del trabajo, más un largo etcétera. Y hay que hacerlo entre todos, no unos contra otros, aunque siempre haya algunos sacando partido para fines no confesados, en general políticos.
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Hay algo que me impresionó investigando a Carlitos Tévez. Todos hemos advertido una gran cicatriz que le va desde la oreja derecha hasta el pecho, producto de una quemadura producida cuando era un bebé de siete meses. Ya millonario le ofrecieron hacerle una cirugía estética. Se negó, alegando que ese enorme recuerdo de la herida era parte de su identidad como persona. La cicatriz educativa de su infancia pobre que hemos visto en estas dos columnas también lo es. Y él la muestra con orgullo de maestro y nos da una lección a los que podemos hacer algo para cambiar la situación de los pibes como él.