El secreto de BTC está en su propio diseño tecnológico.
¿Cuál es el respaldo que le da valor a Bitcoin?
Luego de que Bitcoin y las criptomonedas se derrumbaran en un estrepitoso criptocrash en los últimos dos meses, volvió una pregunta recurrente: ¿Cuál es el respaldo de Bitcoin? ¿Tiene valor de verdad? ¿Qué hay detrás de BTC para considerarlo una moneda o un activo de valor? ¿Oro? ¿Dólares? ¿Euros? Un cuestionamiento que se ha planteado en medios de comunicación y redes sociales por gente común, economistas y expertos de primer nivel.
Antiguamente, la humanidad usaba oro, plata y cobre acuñados en monedas, como instrumentos de pago para comprar y vender cosas, siendo el oro el más valioso. Ya con la aparición del billete, tal cual lo conocemos hoy (inventado por los chinos en el año 1276), el dinero o papel moneda, estuvo respaldado por oro hasta comienzos del siglo XX en la mayor parte del mundo y hasta 1973 en los Estados Unidos.
¿Qué quería decir esto? Que los billetes que tenía la ciudadanía en su poder podía cambiarlos en cualquier momento en los bancos por su equivalente. En la práctica nadie los cambiaba porque era más cómodo usar el billete.
Pero en el siglo XX, los Estados eliminaron esta convertibilidad porque para emitir más billetes necesitaban más oro lo que restringía el manejo de la economía. Así fue que los diferentes Estados se quedaron con el oro y la ciudadanía con los billetes. Eso permitió a los países emitir dinero de forma controlada y calculada (no siempre) y expandir sus políticas económicas hacia el crecimiento.
Ver: Ciudad invita a un charla sobre criptomonedas y nuevas tecnologías
Hoy en día, los billetes que tenemos en nuestras manos no tienen ningún respaldo más que el que representa el progreso, la disciplina fiscal, el crecimiento y la actividad económica del país al que pertenece cada moneda.
Ni siquiera los preciados dólares tienen respaldo alguno en metálico. El ex presidente estadounidense Richard Nixon eliminó el patrón oro en 1973 y exigió a la ciudadanía entregar sus posesiones en oro a la Reserva Federal a cambio de dólares. Resistirse a la orden era ilegal y en ese momento, antiamericano.
Volvamos hacia atrás. ¿Por qué la humanidad terminó considerando al oro como el instrumento más valioso para acumular riqueza y usarlo como un instrumento de intercambio? Veamos sus bondades.
- Fue el metal preferido para la joyería antigua tanto en la cultura ancestral como en la religión.
- Su color dorado brillante es único entre todos los metales y es un atractivo irresistible que le daba y le da valor por sí mismo. De hecho, la palabra oro viene del latín Aurum, que significa "aura resplandeciente".
- Como metal, es totalmente dúctil y maleable, lo que lo hacía muy útil para forjar piezas de todo tipo, entre ellas, monedas.
- Era y es escaso. La suficiente escasez para que fuera muy valorado y a la vez estuviera al alcance de una parte de la sociedad. Hay metales que son tan escasos que no podrían cumplir esta función.
- Y lo más importante de todo, no se corrompe en el tiempo porque el oro ni se oxida, ni se corroe, una virtud que lo diferencia de casi todos los metales y garantiza una durabilidad eterna. La plata, por ejemplo, que siempre le siguió en preferencia, se mancha con el paso de los años y el cobre se oxida definitivamente.
Estas virtudes del oro en cuanto a su estética, durabilidad, utilidad y maleabilidad fueron las condiciones objetivas que llevaron a nuestros antepasados a otorgarle valor por sí mismo, sin necesidad que tuviera ningún otro respaldo.
Bitcoin, como el oro, vale por sí mismo
Luego de entender por qué antes el dinero tenía respaldo y por qué el oro era ese respaldo, volvemos a la pregunta inicial que muchos hacen. ¿Cuál es el respaldo de bitcoin? La respuesta es: ninguno. Bitcoin está respaldado por sí mismo, por su propio diseño tecnológico. Es fundamental este punto porque BTC no es un símil digital del dinero papel sino más bien, del oro.
Ver: Bitcoin sin piso: ya vale menos de 18 mil dólares
Veamos las virtudes de bitcoin como criptomoneda.
-Es escaso: en total existirán como máximo 21 millones de unidades de bitcoin. Ya se han emitido 18 millones de unidades y las restantes se emitirán en los próximos 100 años.
-Cada bitcoin puede dividirse en 100 millones de partes: 0,00000001.
-No es materialmente físico sino digital.
-Es infalsificable porque está diseñado con un cifrado criptográfico.
-Se puede transferir electrónicamente en el acto en mínimas cantidades o en millones, sin intermediarios financieros.
-Se puede guardar en una billetera electrónica o en un dispositivo digital.
-No necesita custodia bancaria.
-No necesita ser guardado en una caja de seguridad o una bóveda.
-No ocupa espacio físico
-No insume papel ni metal para su emisión. Es, en ese sentido, más ecológico.
-No hay que extraerlo de la tierra como el oro. La minería bitcoin es solo informática.
-No se envejece ni se echa a perder. No le hace falta ningún mantenimiento.
-Es una moneda descentralizada. No es emitido por ningún Banco Central del mundo ni por ningún país en especial.
-Su emisión está a cargo de los propios usuarios o mineros, que no pueden manipular la cantidad final que se emitirá. No están bajo el control de ningún Estado.
-La red de usuarios es la encargada de certificar la validez y fiabilidad de cada bitcoin.
-Ese proceso, con tecnología blockchain, no lo hacen las personas sino las máquinas y un complejo sistema de algoritmos operados por computadoras.
-Bitcoin es un programa informático que controla automáticamente la emisión de la criptomoneda, los premios que otorga a los mineros por emitirla y la reducción progresiva de emisión a medida que avanza la misma.
Todas estas virtudes han hecho que Bitcoin, como ocurrió con el oro, haya sido elegido por más de 40 millones de personas como un activo de valor y que cada día se siga sumando gente que lo adopta.
Está claro que, aunque BTC se está utilizando como una moneda, todavía no es una moneda en plenitud y la principal causa es su altísima volatilidad. Hoy está sometido a los grandes vaivenes de precio de un mercado en los que tiene meses de altísima demanda y otros de altísima oferta, sin poder esquivar las mareas de la economía mundial.
La reciente caída de bitcoin, que en 8 meses perdió casi el 75% del valor máximo que cotizó, podría interpretarse como un rotundo fracaso pero no es correcto mirar el progreso desde la cima.
El proyecto bitcoin triunfó rotundamente cuando a muy pocos años de su aparición, logró la paridad 1 a 1 con el dólar estadounidense. Al fin y al cabo, su creador lo inventó para reemplazar los clásicos billetes sin respaldo y sometidos a devaluaciones por las decisiones de elites políticas y económicas.
Y en perspectiva para entenderlo bien. Para comprar un dólar, en Argentina necesitamos 225 pesos. Para comprar un bitcoin necesitamos 4,75 millones de pesos. Un estadounidense o cualquiera que porte dólares, para comprar un BTC necesita entre 21 mil y 22 mil dólares. A pesar del derrumbe, bitcoin todavía vale más de 20 mil veces más que un dólar, la moneda más fuerte del mundo.
Este detalle no se les pasa a los inversores más allá de los escépticos. Si vamos a los hechos, una compañía multinacional como Visa sigue avanzando en la emisión de tarjetas para operar con criptomonedas.
En Qatar, donde ya se hacen las reservas para el Mundial de fútbol de fin de año, los hoteles están recibiendo dólares o bitcoin en forma de pago. Hay bancos en el mundo que ya operan con BTC y en Argentina lo anunció hace un par de meses el Banco Galicia, pero el Banco Central de la República Argentina prohibió al sector financiero operar con criptos.
Un país poderosísimo como China no apuesta a bitcoin, pero ya diseñó y prueba su propia moneda digital, el Yuan digital (como si fuera nuestro peso) construido sobre los mismos preceptos fundadores de BTC. Más de 70 países ya se embarcaron en esta carrera.
Los gobiernos de algunos países periféricos, como El Salvador o la República Centroafricana, adoptaron Bitcoin como moneda de curso legal, aunque en realidad son los Estados de esos países, sus bancos centrales los que están adquiriendo y guardándolo como reserva de valor.
No hay que reírse de estos movimientos y más bien pensar en lo que ya pasó. Un día los Estados soberanos consideraron que el oro era muy valioso y lo monopolizaron en sus manos y la humanidad se quedó con billetes. No vaya ser que, a futuro, esos Estados terminen comprando o absorbiendo todos los bitcoins mientras a la ciudadanía le dejarán una vez más, puros billetes.