Laura Antún cuenta su experiencia en el primer viaje desde Argentina al archipiélago después de 17 años del conflicto bélico. Un suceso trascendente para entender qué dejó la guerra.
Historia de la periodista mendocina en el primer vuelo postguerra a Malvinas
Más allá de su formación profesional, Laura Antún es una cronista innata. Su curiosidad resalta en su mirada rasgada. Su pasión se nota en la intensidad de su relato como testigo de una experiencia única que vivió como periodista, con visión argentina, cuando tenía 28 años y fue enviada por el diario Los Andes a hacer una cobertura incierta: el primer vuelo con pasaje argentino a las Islas Malvinas después de la guerra que se desató entre el 2 abril y el 16 de junio de 1982 con Gran Bretaña. Aquel suceso que mañana sábado 2, recordaremos a quiénes murieron luchando por las islas australes tan cerca y lejos a la vez.
La casualidad la puso enfrente del embajador británico de ese entonces y el funcionario anglosajón le dio la noticia que se concretaría ese hecho histórico. Se había firmado el acuerdo del 14 de julio de 1999 entre Argentina y Gran Bretaña para el retorno de los viajes aéreos al archipiélago desde nuestro país vía Chile con la línea aérea Lan que en 1998 había suspendido sus vuelos a Malvinas.
Fue el resultado de una dura negociación diplomática que encabezó el canciller argentino Torcuato Di Tella y su par inglés Robin Cook de la que participaron delegados de los isleños.
Embarque, vuelo y bomba
Los registros de tratados académicos navales señalan que hubo manifestaciones de indignados pobladores en las mismas islas, algo que después soportaría en los primeros días de estadía, la delegación argentina que integraba la periodista mendocina.
Solo pasaron 23 días de la firma del acuerdo bilateral para que Antún estuviera embarcando desde Buenos Aires junto a otra colega cordobesa y un numeroso grupo de reporteros porteños y un ex combatiente Edgardo Esteban que luego sería una persona fundamental en el reconocimiento de los cuerpos enterrados como NN de los soldados caídos en las batallas ocurridas en las agreste islas del Atlántico Sur. La expedición argentina se concretó entre el 6 y el 16 de agosto de 1999.
-Vino el embajador de Gran Bretaña a Mendoza y por esas casualidades me tocó entrevistarlo. Ahí contó que se iba a abrir, por primera vez desde la guerra, un vuelo desde Argentina a las islas. Entonces subí a la redacción y dije como "secacráneo": "Me voy, me voy, me voy, quiero ir, quiero ir", entonces Ricardo (Montacuto, director periodístico de Los Andes en ese entonces) me dijo que hablara con el embajador y estuve diez días haciendo papelerío una especie de visas y un montón de permisos. El vuelo iba llevar a ex combatientes y algunos periodistas porteños y yo me dije: "yo me meto ahí".
-¿Qué te motivaba además del interés periodístico?
-Durante la guerra yo tenía 11 años y ya desde ese lugar quería saber el trasfondo de ese drama. Era una edad que entendía todo y al saber que los chocolates no llegaron, o que las cartitas a los soldaos no sabemos dónde fueron a parar y que había chicos muy jóvenes que los mandaron de Corrientes a hundirse en el fango, y que allí hay habitantes que no quieren ser argentinos, pese a estar al lado del continente, son un montón de ingredientes que te da curiosidad conocer qué pasa allí. Para nosotros en ese momento fue como si ahora nos dijeran "mañana te vas a Marte". Era territorio vedado. Acordate que el único periodista que se conoció que estuvo allí fue Nicolás Kasanzew pero además estuvo Diego Pérez de Andrade para La Nación que también logró entrar y regresó a las islas en ese vuelo.
En este punto de la conversación la entrevistada se aceleró, fue como si sus recuerdos se embotellaron en su mente. Habló rápido porque pareció revivir aquella experiencia que todavía la atrapa pensando que esas islas que conoció están allí nomás de continente y dentro de la plataforma argentina y "nosotros, la Argentina, no hace nada, solo seguimos hablando del rodrigazo y la inflación, no vemos a esas islas y toda la riqueza que las rodea".
-Desde Buenos Aires volamos a Punta Arenas (Chile), y allí nos bajaron del avión por una amenaza de bomba nos demoraron un día para salir luego a las islas ahí aumentó la tensión (un supuesto comando 2 de abril advirtió que el avión estallaría en el aire al intentar llegar a las islas). El vuelo es muy impresionante ahí se te estruja el alma. Es corto, ves unos bloques de hielo y luego ves las islas y se pone la piel de gallina, te das cuenta que están al lado, cuando vimos el contorno y vas aterrizando es muy emocionante. Es impresionante lo cerca que están, es como si fuéramos a Potrerillos y luego vamos a Uspallata y allí te encontrás con un cartel que dice "Suecia".
Aterrizaje "minado"
-Cuando llegamos aterrizamos en un aeropuerto militar (Mount Pleasant). Nos revisaron a todos fue un trámite muuuy largo. Muchas revisación, mucho perro olfateando el equipaje, mucha apertura de maleta. Todo muy hostil llegamos a la noche y de allí a un hotel, escoltados. A los isleños no les causaba nada de gracias que llegara una comitiva con un excombatiente Edgardo Esteban, en el grupo. Hay que pensar cuál era último recuerdo de los isleños hacia los argentinos antes de ese viaje. Era (Benjamín) Menéndez poniendo una bandera argentina y con una guerra muy salvaje en el sentido que por ejemplo los pobladores vieron soldados argentinos muertos de hambre y eso lo tenían muy presente. Es decir para ellos, los argentinos significaban la guerra.
-Es que solo la idea de reanudar los viajes desde Argentina ya había generado resistencia en Puerto Argentino.
- Claro, esa llegada fue muy dura para ellos también. Al otro día nos levantamos y además de ver las minas personales que todavía estaban en el suelo, vimos la belleza del paisaje, porque hace frío y siempre corre viento pero el agua es turquesa y existe la biodiversidad más grande del planeta. En esa región es así, por eso no se puede creer es la falta de perspectiva y proyección a futuro que tiene la Argentina que siempre está resolviendo problemas inmediatos mientras que los ingleses ya poblaron Malvinas.
Paisaje isleño
-Es un pueblo precioso, es muy "british", muy desarrollado y cuando lo recorrés te das cuenta que tienen un nivel de vida subsidiadismo, con una pata de Gran Bretaña allí con una visión de futuro, es la puerta de entrada a la Antártida es estratégico el lugar. Mientras nosotros pensamos en el rodrigazo la inflación nos olvidamos del agua que rodea a las islas donde hay crill hay algas que pueden alimentar a todo el planeta si hay hambrunas.
-¿Qué fue lo primero que hicieron al día siguiente de haber llegado?
-Fuimos a una misa (de la iglesia anglicana) donde estaban los isleños y eso tampoco les gustó. Dejaron que TN filmara algo y una que otra foto de Clarín y seguimos caminando y el repudio era evidente, para ellos habían vuelto los salvajes de los argentinos.
-¿El ambiente de repudio cambió en algún momento?
-Con el correr de los días ¿qué pudo haber pasado? Terminamos todos amigos. En esa época el viaje eran 9 días de estadía o nada. Al tercer día estábamos todos en el mismo y único pub y al cuarto hubo un partido entre argentinos y kelpers que terminó con los abrazos entre todos.
Ellos, los kelpers
Los ingleses son históricamente invasores, conquistadores y colonizadores. Antún lo percibió de entrada y como una secuela de la guerra desde ese tiempo de guerrear con las tropas argentinas.
-Hay tantos militares como pobladores. Y tienen a la gente subsidiada, una maestra gana 3 mil libras por mes en una escuela súper tecnológica tipo nórdica con pileta de invierno. Son personas de las colonias que Gran Bretaña subsidia para quienes quieran estar en las islas. Y hay también familias que están afincadas y ya van por la cuarta generación y dedicadas a la pesca a gran escala.
-Son ciudadanos británicos, lograron esa categoría después de la guerra.
-Es entendible que se sientan británicos porque por ejemplo los jóvenes a los 18 años pueden ir a estudiar a Oxford, pero eso sí, cuando tienen algún problema de salud, una urgencia, terminan en el continente y en Argentina nunca le cierran las puertas. Es una relación de amor-odio.
En el cementerio de los nadie
La mujer cubre su cara con sus manos, rememora lo que vio en el campo mortuorio donde yacen los cadáveres de jóvenes soldados que se convirtieron en anónimas víctimas por no llevar consigo las correspondientes medallas identificadoras. Menos mal que Geoffrey Cardozo, el militar británico que construyó el cementerio de Darwin hizo un inventario minucioso de las pertenencias de los soldados argentinos caídos para que luego el Equipo Argentino de Antropología Forense hiciera el resto con el estudio genético de los cuerpos que permitió identificar a 90 soldados de 121 sepulturas.
-Que te encuentres que todas las cruces son blancas porque son NN porque ninguno tenía una medalla que lo identificara es una tragedia ¿Sabés lo que es para una madre que le digan que su hijo murió peleando y después no pueda ir a ver dónde está porque no tenía un medallita que lo identificara? Eso no le importó a (Leopoldo) Galtieri (el dictador que ordenó el desembarco para tomar las islas).
-Fueron los últimos "desaparecidos" de la dictadura.
-Los ingleses hicieron ese cementerio y las cruces solo dicen "soldado conocido por Dios". Entonces te das cuenta que hay más víctimas de la dictadura además de los desaparecidos, porque estos chicos estaban sin identificar.
-¿Después de haber visto todos esos rastros de la guerra qué idea te quedó?
-Que aun así en las condiciones en que estuvieron esos chicos metidos en esas trincheras en medio del frío y con armas que apenas sabían usar, las fuerzas argentinas pusieron en jaque a los ingleses. Fue una lucha tan digna y tan valiente que luego volver al país y te traten de ese modo con tanta indiferencia, por eso terminaron suicidándose más de los que murieron en batalla.
-Fue una guerra caracterizada por el abuso y el desorden que provocó más sufrimiento a los soldados.
-Hay una señora que se llama Verónica Fowler (su casa fue la única bombardeada en la guerra) que devolvió un sable que era de un coronel argentino. Ella cuenta que con otras mujeres le daban de comer a escondidas a los soldados argentinos.
Cinco aristas
La periodista ha viajado por el planeta, conoce los pueblos balcánicos en época de guerra, vivió en España y desde Madrid relató el atentado a la estación de trenes de Atocha (11 de marzo de 2004), pero asegura que Malvinas es su punto central de reflexión que se mezcla con el amor argento que siente por este lugar. Estas son las cinco observaciones que elegimos de Laura para cerrar esta nota homenaje a los que murieron en las islas y los que regresaron y pelearon contra sus fantasmas y son parte de nuestra comunidad.
· Dimensión. "Cuando alguien viaja a las islas toma conciencia del drama que fue. He visto el museo donde hay zapatos, guitarras una zapatillas Flecha es algo tremendo difícil de explicar".
· Fuerzas. "La guerra fue desigual en cuanto a equipamiento inglés, pero no en la fuerza y la valentía argentina".
· Maldad potenciada. "La verdad es que no te podés tomar un wisky y declararle la guerra a Gran Bretaña. Los militares en el poder fueron muy perversos".
· Amor secreto. "Hay irlandeses y escoceses que están en las islas por trabajo dicen por lo bajo que las Malvinas son argentinas y nos aman".
· Título. "¿Qué título le pondría a esta nota...? El laberinto de Malvinas. Porque no sabemos todavía cómo salir de esto".