La planta picante que se usa para el sushi es un rábano muy raro que requiere importantes cuidados para crecer sano.
Cómo cultivar wasabi, el condimento infaltable del sushi
Con cada vez más locales de sushi proliferando por las ciudades argentinas, algunas personas se han interesado por conocer los secretos de esta comida japonesa tan popular en todo el mundo. Hablando de secretos, uno de los que no puede faltar tiene origen vegetal: se trata de la planta de wasabi, que da origen al condimento verde tan característico que acompaña al sushi.
Esta planta, como el sushi, es originaria de Japón, y crece a la orilla de los arroyos y ríos del país nipón. Lo que quizá no sepas es que también se puede cultivar en una maceta o en el jardín de tu casa. Para hacerlo, hay que tener en cuenta que esta planta requiere muchos cuidados.
El wasabi es de la misma familia que el rábano picante y la mostaza. De hecho, también se lo conoce como "rábano picante japonés". Cuando pedimos sushi, suele venir en forma de un condimento verde de apariencia muy particular. Se usa muy poco debido a su gran picor y también porque es un vegetal muy caro.
El elevado precio se debe a que, como decíamos antes, requiere muchos cuidados para crecer en buen estado.
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La planta necesita al menos dos años para poder ser recolectada. El ambiente que se precisa es húmedo y sin cambios bruscos de temperatura (la ideal varía entre los 12 y 15 grados). Se suele recomendar un invernadero para no sufrir percances en este sentido.
El suelo debe estar compuesto por una mezcla de un fertilizante orgánico y otro rico en sulfuro. El pH de la tierra debe estar entre 6 y 7, y ésta debe tener una buena capacidad de drenaje para que la planta no se ahogue.
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Si se consiguen las semillas, hay que mantenerlas húmedas por al menos uno o dos días antes de plantarlas. La noche anterior a hacerlo, ponerlas en un cuenco con agua destilada. A la mañana siguiente, ponerlas en la tierra.
Los cuidados que se necesitan entonces son mantener las semillas húmedas y siempre en la tierra, pero sin que se encharquen. La recomendación es salpicarlas con agua de la misma manera en que lo haría un arroyo. Tener especial precaución con la formación de hongos alrededor de la planta (algo común por la humedad que ésta requiere).