Y lo dice la ciencia.
Este es el lugar del mundo en el que mejor se come
Mientras que la rápida urbanización y el crecimiento de la población mundial trajeron aparentado un aumento del consumo de alimentos procesados, grasas y azúcares, prevalecen las enfermedades relacionadas con esta dieta, como cardiopatías, obesidad y diabetes.
Y eso no es todo: el sector alimentario es responsable de gran parte de las emisiones de gases de efecto invernadero, por lo que si no se toman medidas para remediarlo, el mundo correrá el riesgo de no cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Europa cuenta con varias opciones tradicionales saludables. La más conocida es la dieta mediterránea, extendida sobre todo en Francia, Grecia, Italia y España. Es una dieta basada en plantas caracterizada por un consumo elevado de frutas, vegetales, legumbres, cereales integrales, frutos secos y aceite de oliva. También de un consumo moderado de pescado, carne, vino y productos lácteos.
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En 2004 nacía al norte del continente la llamada "nueva dieta nórdica", una interpretación gastronómica de la dieta tradicional escandinava que tiene muchas similitudes con la mediterránea.
El consumo prioritario de alimentos se centra en vegetales y frutas (fundamentalmente bayas o frutas del bosque y vegetales de hoja verde o de raíz), papas, legumbres, hierbas frescas, setas, frutos secos, cereales integrales, pescado y mariscos, algas y carne (incluyendo carne de caza). Eso sí, el aceite no es de oliva, sino de colza.
Lo más interesante es que se basa en el consumo de productos locales y orgánicos propios de las regiones de Dinamarca, Finlandia, Islandia, Suecia y Noruega. Por lo tanto, es también sostenible, al igual que la mediterránea.
Holanda e Italia cuentan también con sus propias guías alimentarias. Ambas apuestan por el consumo diario de más frutas y vegetales, la promoción de productos integrales y la limitación en el consumo de carne roja, lácteos, bebidas azucaradas, sal y bebidas alcohólicas.
A nivel medioambiental, las guías dietéticas italianas y la dieta mediterránea son las que presentan los mejores perfiles desde la perspectiva de cambio climático.
Por el contrario, la dieta norteamericana es la que presenta el mayor impacto ambiental.
Los perfiles de emisiones de las dietas del Norte de Europa (Nueva Dieta Nórdica y guías dietéticas holandesas) fueron similares.
En lo que a calidad nutricional se refiere, la dieta mediterránea sobresale, especialmente si se compara con las dietas holandesa y americana, las peores en base a los indicadores nutricionales.
El pésimo resultado nutricional de las guías holandesas se debe a un menor contenido de vegetales, frutas, pescado y fibra en general.
Por su parte, el alto contenido en ácidos grasos saturados y sodio en las guías alimentarias americanas explica su baja posición en este ranking.
En conclusión, incrementar la proporción de alimentos de origen vegetal en la dieta de modo similar a las guías dietéticas del sur de Europa (Italia y la región mediterránea) puede ayudar a países como Estados Unidos, con grandes impactos medioambientales derivados de los productos cárnicos y los derivados lácteos, sin que ello signifique comprometer la calidad nutricional, explica Cristina Cambeses Franco, estudiante de doctorado en el Departamento de Ingeniería Química, Universidade de Santiago de Compostela, para The Conversation.
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