Una de las más mejores maneras para saber esto, es primero aprender a identificar el tipo de dolor más allá de su causa. Acá te mostramos algunas.
Cómo saber si necesitás frío o calor para calmar tu tipo de dolor
Desde rodilla, cabeza, nuca o garganta, todos hemos experimentado dolor en alguna parte del cuerpo y, más allá del uso de analgésico, hemos dudado si colocarle frío o calor, ya sea con bolsas de semilla, gel o con paños mojados.
Una de las más mejores maneras para saber esto, es primero aprender a identificar el tipo de dolor más allá de su causa.
El dolor que hincha
Es el tipo más frecuente de dolor, que suele estar causado por una inflamación.
Por ejemplo, al golpearnos el dedo del pie con un mueble, y ya rápidamente se puede notar hinchazón en la zona, enrojecimiento e incluso una sensación de calor que irradia después del golpe.
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Ante este tipo de dolor, la primera solución es el frío, lo cual ayuda a reducir el edema y calmar el dolor, así como a limitar la producción por parte del organismo de moléculas inflamatorias.
El frío también ejerce un efecto vasoconstrictor, reduce a nivel local de la circulación sanguínea y aporta un efecto calmante frente a los espasmos musculares.
Bastará con que cubras unos cubitos de hielo en un paño húmedo, o utilice un gel frío de farmacia, y lo apliques durante 12 ó 15 minutos sobre la zona, repitiendo hasta cada 2 horas si es necesario. Hay que tener cuidado con exponer la piel directamente al hielo, ya que puede quemarse.
El dolor rígido
En el lado opuesto a los dolores que necesitan frío, están los que necesitan calor. Estos no son resultado de ninguna inflamación, ni tampoco van acompañados de enrojecimiento o calor.
Estos dolores los padecemos cuando tenemos contracturas musculares o a problemas circulatorios.
Algunos ejemplos de este tipo de dolor son la migraña y la ciática, ambos muy incapacitantes, pero también los dolores de muelas, por ejemplo.
Ante estos tipos de dolor, vas a notar cómo tu cuerpo solo te pide colocarle calor para calmar la zona.
Este permite que los músculos se relajen, reduciéndose la tensión y la rigidez, y aumente la circulación sanguínea y la actividad celular.
En caso de contracturas musculares, de dolor de espalda, abdominal o menstrual, de dolor y rigidez en el cuello, de calambres, de migrañas, de ciática, lo mejor es el calor.
Para aplicarlo basta con utilizar una bolsa de agua o de semillas caliente, manteniendo el calor sobre el área dolorida durante 15 ó 20 minutos.
A veces una ducha o un baño caliente son suficientes para aliviar las molestias.
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