El ataque a diario El Chubut nos interpela a todos como sociedad. Nos hemos degradado al punto que muchos piensan que está bien aniquilar una opinión con fuego, piedras, y violencia.
Sin periodismo no hay democracia, ni república
La libertad de prensa de un país es un indicador muy importante de transparencia gubernamental e institucional, y de los valores democráticos de una república. No es un privilegio de los periodistas, ni de las empresas editoras. La calidad democrática de un pueblo va en relación directa con la independencia y la libertad de sus medios para difundir ideas, informaciones, y reflejar los problemas y vivencias de una comunidad. Por eso en el mundo y también en nuestro país hay leyes especiales que protegen la actividad de medios y periodistas incluso de rango constitucional. Porque la información es un derecho público y universal.
La Argentina es un lugar que desde la crisis de 2001 -que nos convirtió en un país deshilachado- ha puesto en tela de juicio a la política, a la justicia, y también a medios y periodistas. Aquí hace pocos años hubo procesos "populares" en las plazas más importantes de la república, donde se "enjuiciaba" a periodistas de los "medios hegemónicos" juzgados por ser "opositores", cuyas gigantografías eran escupidas y orinadas por militantes enfervorizados. Del otro lado de la grieta abundaron escraches e insultos contra periodistas sindicados como oficialistas. Las redes sociales han sido vehículo de ataque permanente a distintos periodistas, sea cual fuere el medio y la línea editorial que hayan representado ahora, o en el pasado. Desde ese punto de vista, el ataque e incendio de Diario El Chubut, en la ciudad patagónica de Trelew, nos debe interpelar a todos como sociedad. Los prendieron fuego por "traicionar al pueblo", por "apoyar la megaminería", por "hijos de puta al servicio de las actividades extractivas..." o por "servir a los intereses del FMI", tales fueron algunas de las consignas previas al ataque. Mucho peor resultó el debate público posterior, en el que no fueron pocas las personas que en redes justificaron el ataque incendiario a El Chubut a causa de su línea editorial. Como si los medios y periodistas que a juicio de quien fuera, merecieran ser incendiados y amurados por expresar -supuestamente- algo diferente a lo que "el pueblo" reclama.
La Patagonia es una tierra de particularidades. No es sencillo hacer periodismo ni editar medios en provincias en las que los populismos han intentado muchísimas veces silenciar a la prensa, ya sea a través de la pauta oficial, como del apriete o la extorsión. El amedrentamiento a medios y periodistas no es propiedad exclusiva de ciertas provincias caudillescas del norte. En ese marco, el diario El Chubut es un medio independiente y respetado. La firma editora es una empresa familiar e histórica de Trelew. Un conjunto de medios en los que la comunidad local se refleja todos los días desde octubre de 1975, en el que trabajan más de un centenar de periodistas, correctores, editores, administrativos, comerciales, y expendedores. El diario es la nave insignia, y tienen además una radio, el diario online, un museo de prensa, una sala de arte y un sitio de conferencias. Enclavado en pleno centro de Trelew, la comunidad concurre a diario a las puertas del diario para obtener su foto de egresados, cumpleañeras de 15, campeones de las actividades deportivas, y hasta despedidas de solteros y solteras. A la vez, cada protesta desfila por las puertas del medio para hacer notar su reclamo. También, es un medio que por la impronta de su familia editora y sus periodistas, trata con profundidad los temas políticos y económicos de la región. En ese rol es que han sostenido una línea editorial favorable a que Chubut tenga una ley que permita la minería, con cuidados ambientales suficientes e indubitables. Y por eso fueron atacados en su propia casa. "Lo que más nos duele es que somos aquí más de cien familias, parte de la comunidad... Vivimos como todos, los problemas de todos los días..." relató con la voz aún quebrada uno de los periodistas del diario, en nuestro programa Te Digo Lo Que Pienso que se emite por Radio Nihuil. Los periodistas y los propietarios del diario tuvieron un gesto de rebeldía conmovedor. Fueron evacuados del edificio lleno de humo por la policía, pero volvieron enseguida a pesar del peligro para terminar su edición y sacar su diario a la calle, lo que lograron completar dos horas después del ataque.
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Puede que en el incendio a El Chubut se hayan combinado desde grupos antimineros muy radicalizados y trotskistas, con elementos marginales de la política y el poder local, y vándalos comunes que han aprovechado la ola de violencia que sacude a la provincia desde el miércoles pasado, cuando se aprobó la ley minera que fue derogada esta mañana. Desde entonces fueron incendiados y atacados la Casa de Gobierno, el Superior Tribunal de Justicia, la Fiscalía de Rawson, la escuela de cadetes de la policía, y otros 14 edificios públicos. También fue demolido a piedrazos el frente histórico de la municipalidad de Trelew. Y luego sobrevino el ataque a diario El Chubut, que repudiamos con energía.
Sólo cabe exigir una investigación seria e independiente, y justicia. Se sabe que las cámaras de seguridad públicas y privadas han grabado el ataque y que muchos delincuentes podrán ser identificados. Pero no habrá justicia verdadera si no se llega a los autores intelectuales, que los hubo, de la ola de ataques que empezó en la Casa de Gobierno y finalizó este lunes a la noche con la incursión con bombas molotov contra el diario más importante de los chubutenses. No está claro si cabe tener alguna esperanza. En 1999, el periodista Ricardo Gangeme que por entonces dirigía un pequeño semanario llamado "El Informador Chubutense", fue asesinado de un disparo también en Trelew, a pocos metros de la Unidad Regional de Policía. Ese asesinato quedó impune pese a que hubo dos investigaciones y dos juicios. Siempre existió la idea de que lo habían matado por su actividad periodística.
Que algunos ciudadanos piensen que está bien incendiar un diario con sus periodistas y trabajadores adentro porque expresan tal o cual idea, es dramático. Este mismo debate ocurrió hace apenas semanas con otro ataque incendiario contra un medio, el diario Clarín, también por su línea editorial respecto de las ocupaciones de tierras en el sur del país. Meses antes, también en la Patagonia, militantes de una organización de la CTA Autónoma ingresaron por la fuerza en el diario Río Negro, en General Roca, produjeron destrozos, golpearon y amenazaron a periodistas. La prensa que publica y opina, merece ser violentada, parece. Estas "justificaciones" de tinte autoritario, indican que hemos descendido a los últimos peldaños en la escala de valores de la educación, de la civilidad, y de la democracia.
El daño ocasionado a El Chubut es simbólicamente irreparable. Porque vivimos todos en un país en el que se prende fuego un medio de prensa en una zona liberada, por expresar un conjunto de ideas.
Pasaron 20 años desde la crisis de 2001, cuando el "que se vayan todos..." casi arrasó con todas las representaciones. Lejos de curarnos como sociedad, nos hemos ido enfermando de intolerancia y socavando los pilares democráticos. Por eso hay generaciones que creen que está bien no trabajar y políticos que lo fomentan y los clientelizan. Por eso, existe la grieta. Y es este el esquema que ha prohijado incluso a todopoderosos barones del conurbano bonaerense que amenazan con que un día "el pueblo se va a levantar contra los medios". Son las mismas razones por las que la educación es cada vez peor, y finalmente, por estas costumbres anti republicanas que hemos ido adquiriendo, nos hemos ido convirtiendo en un lugar peor para vivir, del que muchos jóvenes huyen por falta de horizonte y oportunidades.
Sin periodismo, no hay democracia. Sin respeto a la opinión ajena no hay debate posible, mal que les pese a los poderes oscuros que intentan castigar a otros a fuerza de bombas molotov, fuego, y piedras. Y somos los medios el vehículo y los portavoces y garantes de ese debate social. Por ello y en defensa propia, cabe a todos los ciudadanos de bien rechazar con energía las manifestaciones violentas, cuya justificación nos envilece como sociedad, cada día más.