De los egipcios a los estudios científicos más recientes.
Mito o realidad: ¿sirve la miel para tratar las infecciones?
La comunidad científica está estudiando sustancias, formulaciones o principios activos utilizados antes de la era de los antibióticos, y la miel es uno de ellos. Hay que tener en cuenta que ya los egipcios, griegos y romanos utilizaban la miel con fines terapéuticos. Pero ¿ por qué?
La miel presenta unas características particulares y una variedad de sustancias que han sido sugeridas como elementos clave responsables de su potencial antimicrobiano.
La miel es un alimento ácido. En su composición se han identificado más de 32 ácidos orgánicos diferentes (glucónico, acético, cítrico, fórmico, málico, oxálico) que crean también unas condiciones desfavorables para el crecimiento de microbios. Aunque también tiene otros compuestos con propiedades antibacterianas.
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Además, la miel ha demostrado, en numerosos estudios in vitro, ser eficaz frente a diferentes bacterias patógenas. Incluso a algunas que ya eran resistentes a antibióticos.
También se ha demostrado que en tratamientos combinados con antibióticos la miel permite reducir las dosis de estos y es capaz de revertir las resistencias previamente adquiridas a los mismos.
Otros mecanismos descritos más recientemente indican que la miel actúa sobre el metabolismo de las bacterias y sobre algunos mecanismos que les permiten desarrollar resistencia a los antibióticos.
En definitiva, que la miel puede ser un potencial agente antibacteriano está ampliamente demostrado, en particular para tratar heridas infectadas o como agente preventivo para evitar la infección de las mismas, asegura Patricia Combarros Fuertes doctora en Veterinaria y apicultora, Universidad de León a The Conversation.
Sin embargo, asevera que su uso en medicina presenta limitaciones relacionadas principalmente con su composición y modo de aplicación.
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