Federico Robles emigró al viejo continente, consiguió trabajo en menos de 15 días, y desde allí cuenta cómo es vivir en una isla casi paradisíaca que fue la primera de la Unión Europea en alcanzar la inmunidad de rebaño.
Mendocino en Malta: "Acá se puede planificar a futuro"
Federico Robles es uno de los miles de argentinos que logró cumplir el sueño de emigrar a Europa. Desde Malta, un pequeño país al sur de Italia, que se convirtió el primero de la Unión Europea en alcanzar la inmunidad de rebaño en esta pandemia de coronavirus, cuenta todas las sensaciones que le genera su nueva vida: cómo decidió partir, el desarraigo, la posibilidad de conseguir trabajo en menos de dos semanas y además, desde aquel lugar del globo afirma que por las condiciones económicas que ahí "se puede planificar a futuro".
Robles nació en San Rafael, se recibió como arquitecto en la Universidad Nacional de San Juan y empezó a desenvolverse en el mercado local. Lo que nunca se imaginó fue que apenas tocara suelo maltés estaría consiguiendo trabajo: "En menos de 15 días ya estaba en el estudio. Un trabajo que tiene derechos muy bien ganados, tenés 27 días de vacaciones y eso te cambia la calidad de vida", afirma con alegría.
Sobre esto último, el arquitecto confiesa que "la gente se toma el día y se va a pescar tranquilamente, todos viven relajados. Si bien hay fechas límites, si las respetás, podés disfrutar mucho".
Una de las grandes causas por las que los argentinos deciden emigrar está en el tema económico. En Malta un sueldo básico ronda los 800 euros: "Con eso te alcanza para vivir bien. Aunque la gente en promedio cobra unos 1.400 euros, algo que te deja muy tranquilo. En mi caso yo gasto la mitad de lo que cobro, disfruto, salgo, me compro ropa y ahorro la mitad. Acá se puede planificar a futuro", relata el mendocino.
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Sobre esto último, el migrante cuenta que "con 500 euros ya te podés comprar un auto. Si bien es uno viejo, está en buen estado y acá tenés poco para recorrer".
La seguridad es otro de los puntos fuertes por el que muchos optan por dejar la Argentina: "Nunca he escuchado que le hayan entrado a robar a nadie. Un día nos fuimos a trabajar, nos olvidamos la ventana de la casa todo el día abierta y con una computadora arriba de la mesa. Llegamos y estaba todo intacto", y añade: "Si bien puede haber un carterista, acá siempre salís tranquilo".
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El desarraigo es una de las dificultades más grandes a la hora de mudarse hacia otro país. Sin embargo, en el caso de Federico no significa un gran obstáculo: "no me cuesta porque nunca me apegué a las cosas ni a la gente. El dulce de leche lo encontrás y la yerba también. Si bien es caro si lo transformás a pesos, con los sueldos de acá los comprás. Hoy todo llega a todo el mundo y lo que no conseguís lo pedís por encomienda". Sobre esto último reflexiona: "Creo que parte de irse es renunciar a lo que uno hacía y aventurarse a cosas nuevas. Si te vas del país es que estás dispuesto a dejar algunas cosas para ganar otras".
Sin embargo, no todo es color de rosas la isla del Mediterráneo: "Pese a ser un país con muchos extranjeros, son muy racistas. No lo son con los sudamericanos, pero sí con africanos y de medio oriente. Te choca porque son muy católicos. Hay 365 iglesias en todo Malta, podrías ir a una por día. Con las nuevas generaciones eso se está desarmando igual. Si me llega a pasar a mí no le voy a dar importancia", comenta con la mente abierta.
Finalmente, contestó si en un futuro se ve en la Argentina: "No está en mis miras volver estando como estoy ahora. Siempre quise asentarme fuera del país por eso tengo la decisión muy tomada. Yo vine decidido porque sabía que quería quedarme. Mi idea es mudarme a Italia el año que viene. Estoy tomando un curso de inglés. Malta es muy flexible en este sentido".
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