Los trabajadores rurales que vienen cada temporada a la recolección "sufrieron" la aplicación de los protocolos sanitarios, pero también los descuidos de quienes los convocan. Las historias.
Las medidas anti-covid evidenciaron la precariedad de los cosechadores
Ya se había visto entre marzo y abril de este año cuando comenzó la pandemia de coronavirus en Mendoza: las imágenes de las familias de cosechadores migrantes clamando por regresar a sus provincias de origen. Cada temporada que se inicia en noviembre y termina en marzo hacen que lleguen a Mendoza 13 mil personas a recolectar los frutos.
Por eso, un episodio similar volvió a ocurrir, pero esta vez con un contingente de trabajadores rurales que querían ingresar a la provincia para trabajar en distintas fincas de las zonas productivas, en especial en el Valle de Uco. Estuvieron una semana viviendo en los colectivos, hasta que recientemente liberaron a todos.
El hecho que llamó la atención se produjo esta semana cuando cuatro micros con unas cien personas procedentes de provincias del noroeste fueron detenidos por la CNRT (Comisión Nacional de Regulación del Transporte) por encontrarse con documentación incompleta para poder circular por las rutas. Además, los viajeros no tenían los registros sanitarios requeridos para justificar el ingreso a la provincia para levantar la cosecha, responsabilidad de quienes los llamaron.
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Entre marzo y noviembre
1- La diferencia entre marzo y noviembre es que en aquel tiempo no había procedimientos de bioseguridad y ahora sí.
2- Hace ocho meses no se conocía la magnitud de la pandemia y ni el poder de transmisión del virus.
3- Ahora, con el primer descenso de la intensidad viral entre la población, se debe tener en cuenta las personas que se movilizan y que ingresan a la provincia para que cumplan con las medidas y garantías sanitarias y así evitar que el rebrote se adelante y nos tome a todos en las calles.
Las vidas del cosechador
La vivencia de un trabajador migrante como Oscar (nombre genérico) siempre sintetiza la realidad negada. El hombre viajó muchas horas y cruzó cuatro provincias junto a otras personas (varones y mujeres junto a 15 niños y niñas) que como él que buscan trabajar en la recogida agrícola.
Oscar tiene 30 años y desde los 18 viene a Mendoza para cosechar. Nació y vive en un paraje salteño entre cerros llamado Santa Victoria Oeste. Es un ambulante persistente. Para llegar a la ciudad de Salta tiene que trasladarse en la caja de una camioneta durante seis horas hasta La Quiaca y de allí subirse a un micro y viajar cinco horas más para llegar a la capital salteña.
> "Somos como 90 personas. Venimos a levantar el durazno, la uva, el ajo, la pera y la manzana".
> "Venimos con un 'cuadrillero' (una especie de gestor laboral con poder sobre los cosechadores), él nos da 'pieza' (lugar para dormir) y nos lleva a los lugares de trabajo. Y el patrón (dueño de la finca o contratista) nos paga".
> "He venido con mi hermano y vengo a la cosecha desde los 18 años. Tengo familiares en Villa Seca en Tunuyán que también venían a cosechar y se quedaron a vivir y ya tienen casa aquí".
> "Estamos esperando que el dueño de la finca presente el permiso para que podamos entrar".
Mirada oficial
Alejandro Zlotolow, subsecretario de Industria y Comercio, es el responsable del cumplimiento de los protocolos. Sabe que estas situaciones traumáticas se originan en el desacomodo que produce una normativa nueva que impone la realidad pandémica.
Los funcionarios de Economía miran fijo y no hablan cuando se describe el siguiente panorama: a causa de los protocolos contra el virus, está crujiendo un sistema basado en la precarización y la informalidad donde siempre se está al borde de la esclavitud velada ejercida con indolencia por los cuadrilleros y quienes se vinculan, buscando el máximo rédito con el menor costo.
"Acá el objetivo es que haya producción y cuidemos a la población local y a los trabajadores que vienen a hacer sus labores a Mendoza. Lo importante es constatar que no estén con presencia de virus antes de ingresar y un médico debe certificar su condición", resumió el metódico Zlotolow.
El plan oficial de incorporar trabajadores locales a las cuadrillas de cosechadores también es un incidente que cambia el escenario laboral en el campo mendocino. Ya se han incorporado 500 recolectores mendocinos que fueron capacitados por un programa estatal.
Era evidente que el ojo del Estado iba a incomodar cuando verificara de antemano las condiciones de habitabilidad y sanidad de los espacios donde se alojarán los trabajadores migrantes. Además que se constate de que estas personas tienen pasaje de regreso y que los intendentes de las zonas de cosecha estén al tanto de quienes trabajan en esta tareas completan un escenario muy distinto al que estábamos acostumbrados. Es "la nueva realidad" que llegó a la ruralidad.