La ex presidenta fue del apoyo escéptico a despegarse de la gestión. Los puntos críticos de la carta que en la Casa Rosada miran con lupa.
Gabinete malo, quién manda, y el dólar: 5 mensajes de CFK a Alberto
La carta de nueve páginas de Cristina Fernández de Kirchner ayer, en vísperas del aniversario número diez de la muerte de Néstor Kirchner, irrumpió de tal manera en la agenda pública argentina que neutralizó todas las noticias. Incluso las referidas a la pandemia. El texto de la actual vicepresidenta fue desguazado, interpretado, leído al derecho y al revés, para intentar decodificar qué quiso decir Cristina en cada recodo de su abundante carta, luego de varios meses de silencio sobre la marcha de la economía, de la pandemia, y de las relaciones políticas en el poder que ella integra.
Primer mensaje
El texto que se puede leer completo en este link, habla primero y principal de sí misma. De sus problemas, sus prejuicios, su elenco estable de enemigos (empresarios, medios, Macri, periodistas) y sus gobiernos. Es decir, le dijo al presidente que ella es la persona más importante, y el poder político en la Argentina. Es una interpretación, está claro. Pero surge con fuerza de la lectura de los primeros párrafos.
Segundo mensaje
Luego, le dijo a Alberto en uno de los párrafos en su defensa, que hay funcionarios y funcionarias "que no funcionan", lo que habrá hecho poner en modo de auto revisión a varios miembros del gabinete. "En este marco de derrumbe macrista más pandemia, quienes idearon, impulsaron y apoyaron aquellas políticas, hoy maltratan a un Presidente que, más allá de funcionarios o funcionarias que no funcionan y más allá de aciertos o desaciertos, no tiene ninguno de los "defectos" que me atribuían y que según no pocos, eran los problemas centrales de mi gestión" escribió la ex presidenta. Esta parte de la carta debe haber dolido como una puñalada en el gobierno.
Tercer mensaje
La ex presidenta marcó la cancha. Es decir, llamó a un acuerdo nacional con todos los sectores (empresarios, políticos, mediáticos -una rareza-) pero antes sostuvo que el macrismo fundió el país, que los medios son "hegemónicos", criticó a los periodistas, y sostuvo que los empresarios son "antiperonistas", por naturaleza. Pero hubo más. Se despegó de un eventual fracaso ante la crisis que definió de "agobiante". El que gobierno, acierta o se equivoca es Alberto. "Como se han quedado sin la excusa de las formas, tuvieron que pasar a un segundo guion: Alberto no gobierna, la que decide todo es Cristina, rencorosa y vengativa, que sólo quiere solucionar sus problemas judiciales" escribió, como preludio del mensaje que sigue:
Cuarto mensaje
Es el que tiene la estocada. "El relato del Presidente títere lo utilizaron con Néstor respecto de Duhalde, conmigo respecto de Néstor y, ahora, con Alberto respecto de mí. Después de haber desempeñado la primera magistratura durante 2 períodos consecutivos y de haber acompañado a Néstor durante los 4 años y medio de su presidencia, si algo tengo claro es que el sistema de decisión en el Poder Ejecutivo hace imposible que no sea el Presidente el que tome las decisiones de gobierno. Es el que saca, pone o mantiene funcionarios. Es el que fija las políticas públicas. Podrá gustarte o no quien esté en la Casa Rosada. Puede ser Menem, De La Rúa, Duhalde o Kirchner. Pero no es fácticamente posible que prime la opinión de cualquier otra persona que no sea la del Presidente a la hora de las decisiones. En la Argentina el que decide es el Presidente. Puede gustarte o no lo que decida, pero el que decide es él. Que nadie te quiera convencer de lo contrario..." dijo.
Hay que poner un gran esfuerzo de voluntad para no pensar que Cristina se despegó del presidente. Lo mismo cuando criticó a los aliados -sin nombrarlos- como Sergio Massa, o Vilma Ibarra. Lo hizo al referirse a que hizo un acuerdo con quienes "pidieron la prisión de kirchneristas" (Massa) o "escribieron libros en contra" (Vilma Ibarra).
Quinto mensaje
El último mensaje, excede al presidente. Pero da marcha atrás ideológica y prácticamente define al dólar como una moneda popular. "El problema de la economía bimonetaria no es ideológico. No es de izquierda ni de derecha. Ni siquiera del centro. Y no hay prueba más objetiva de esto que la alternancia de modelos políticos y económicos opuestos que se operó el 10 de diciembre de 2015. Todos los gobiernos nos hemos topado con él" dijo. "Tampoco es una cuestión de clase: los dólares los compran tanto trabajadores para ahorrar o para hacer una diferencia que mejore el salario, como empresarios para pagar las importaciones necesarias para hacer funcionar su empresa, para ahorrar y también, bueno es decirlo, para fugar formando activos financieros en el exterior, siendo esta última actitud una de las que más han contribuido a las crisis cíclicas de la Argentina".