Joanna Dennehy se convirtió en una de las asesinas seriales más crueles del Reino Unido. Sangre, sexo sadomasoquista y excitación en cada puñalada
Asesina serial: mataba hombres para divertirse y tener fama
Joanna Dennehy se convirtió en una de las asesinas seriales más crueles del Reino Unido. Según confesó había planeado matar nueve hombres para conseguir fama y pasarla bien, porque el dolor ajeno le provocaba placer.
Dennehy nació en 1982 y creció en las afueras de Londres. Su niñez, en apariencia fue feliz. Pero algo en la adolescencia la hizo cambiar. Cuando tenía 13 años se escapó de su casa con un joven de 18. Por esos tiempos, también comenzó a robar dinero a sus padres, a tomar alcohol y a consumir drogas. La vida familiar con ella se volvió incontrolable.
Al cumplir los 17, se embarazó por primera vez. Entonces, dejó de consumir drogas y alcohol para cuidar al bebé. En 1999, nació su hija mayor: Shianne. Unos tres años más tarde, llegó su segundo hijo. Pero la abstinencia no duró y, poco tiempo después de haber tenido a los chicos, volvió a los excesos.
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En el año 2009, John Treanor, su pareja, se marchó con sus dos hijos, que tenían 10 y 7 años, luego de que ella lo amenazara con una daga y no volvió a saber de ella hasta que ocurrieron los crímenes.
Sus crímenes
En 2012, Joanna enfrentó cargos por agresión y estuvo presa. Ese mismo año, pasó unos meses en el hospital de la ciudad de Peterborough donde le diagnosticaron con personalidad antisocial. Al ser dada de alta del hospital recurrió a una agencia inmobiliaria para hallar una habitación dónde vivir. El copropietario de la agencia se llamaba Kevin Lee y tenía 48 años.
Su primer crimen ocurrió en una de esas casas que ella cuidaba para su empleador. Joanna había conocido, a Lukasz Slaboszewski, de 31 años, empleado de un almacén. Habían comenzado una relación y el 19 de marzo de 2013, Joanna le mandó un mensaje por celular para que se encontraran. Él llegó con promesas de un intenso encuentro sexual, pero apenas traspasó la puerta, ella le atravesó el corazón con un pequeño cuchillo. Luego, arrastró el cadáver y lo metió en el contenedor de basura de la calle. La asesina paró a una adolescente de unos 14 años, que pasaba por allí de casualidad, y sin escrúpulos le mostró el cuerpo.
Joanna quería que su víctima fuera hallada y convertirse en protagonista. Pero eso no ocurrió porque la adolescente, quizá muy asustada, no habló. Frustrada, diez días después, el 29 de marzo, asesinó a su compañero de vivienda, John Chapman, de 56 años. Era un exmarino, veterano de la guerra de Malvinas. Si bien la policía concluyó que lo apuñaló mientras dormía indefenso, Joanna sostuvo lo contrario.
Luego de matar a John, le mandó un mensaje de texto a su jefe y casero Kevin Lee, con quien tenía un romance desde que la había contratado. Le escribió que tendrían sexo sadomasoquista (Kevin le confesó a un amigo que su "novia" le había dicho que quería ponerle un vestido y violarlo). El hombre acudió enseguida a su encuentro. La cita era en aquella casa donde Joanna había asesinado a Lukasz diez días atrás. No tuvo piedad y lo apuñaló cinco veces perforando sus pulmones y su corazón. Kevin fue su tercera víctima. Luego vistió el cuerpo con un vestido negro de lentejuelas.
Para ese momento, Joanna, tenía dos cuerpos en dos casas diferentes. Necesitaba ayuda. Llamó a Gary Stretch (un delincuente que había conocido mientras trabajaba para Kevin Lee) quien sumó a otro hombre, Leslie Layton (36), para ayudar a Joanne. Los dos vivían en la misma vivienda que ella. Leslie le mintió a las autoridades para protegerla y Gary la ayudó a deshacerse de los cuerpos tirándolos a unas zanjas en un área rural. El cuerpo de Kevin Lee, con un vestido, fue dispuesto de una manera muy particular, algo que sugería que todo había sido pensado.
El 2 de abril, Gary conducía su auto cuando la escuchó decir que quería volver a matar: "Quiero divertirme, necesito divertirme". Joanna estaba cebada aunque sabía que la policía la buscaba. En Hereford, Gary detuvo su coche para que ella pudiera hacerlo. Al azar, escogió a un hombre que paseaba a su perro y lo apuñaló por la espalda. Era Robin Bereza, de 64 años. Un auto pasó y el conductor miró hacia ellos. Joanna le devolvió una sonrisa encantadora y luego, por precaución, se subió al auto nuevamente con Gary.
Nueve minutos después acuchilló de manera salvaje a John Rogers, de 56 años, que también paseaba a su mascota. Le dio treinta puñaladas. Estaba segura de que lo había matado.
Al mismo tiempo, varios vecinos habían reportado a la policía que una mujer estaba atacando a los transeúntes. Los testimonios de los heridos, más las imágenes capturadas por las cámaras de vigilancia, condujeron a su arresto ese mismo día.
Cadena perpetua
Durante el proceso judicial, Joanna fue diagnosticada por los especialistas como psicópata. Había admitido sin reparos haber matado y no demostraba ningún tipo de arrepentimiento.
El 28 de febrero de 2014, fue condenada a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional por los tres homicidios y los dos intentos de asesinato.
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