El método DOC propuesto por especialistas te ayudará a evaluar cuándo decir que no.
Aprender a decir "no" en el trabajo, sin culpas
En esta nueva normalidad en la que muchas actividades laborales se han trasladado al hogar es difícil poner límites en cuanto a horarios e incluso objetivos.
Seguramente te pasó que estás hasta el tope de trabajo y , en contra de todo sentido común, tu jefe te presenta un nuevo proyecto que quiere que dirijas, sabiendo perfectamente que ya tienes demasiadas cosas por hacer. Ignoras tu voz interior que te pide a gritos no hacerlo, pero extrañamente, terminas por aceptar. ¿Por qué?
Puede que seas una persona complaciente, pero también existen razones psicológicas que explican esa necesidad de ayudar a tus colegas, o mejor dicho, que no sepas decir que no, aún cuando tienes una lista enorme de tareas pendientes. Veamos cuáles son estas razones.
Buscar la aprobación es un hecho demostrado por la ciencia
Aunque parece un clarísimo intento de autosabotaje, la realidad es que estamos programados para decir "sí" cuando nos piden un favor, aunque no necesariamente lo queramos hacer. Entonces, puedes echarle la culpa a la naturaleza humana por esa necesidad constante de darle gusto a los demás.
En términos evolutivos, esto facilitaba a los humanos vivir, cazar y trabajar colectivamente en grupos grandes. Pertenecer a un grupo incrementaba su probabilidad de supervivencia porque podían compartir los recursos y la comida; además, les era más fácil encontrar a su "media naranja" (o el equivalente en esos tiempos).
La consecuencia es que los humanos (desde los homínidos) aprendieron a adoptar comportamientos complacientes para la dinámica de grupo. Si alguien era percibido como hostil o agresivo, corría el riesgo de ser excluido del grupo y por tanto de sus recursos. ¿Adivina cuál es ese rasgo "complaciente" que desarrollaron los humanos para poder sobrevivir dentro de un grupo? El comportamiento de darle gusto a los demás.
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Las acciones que buscan la aceptación de los demás siguen vigentes en el comportamiento humano moderno. De allí viene esa molesta costumbre de no saber decir no: estás programado para querer satisfacer a los demás porque la aceptación se percibe como un mecanismo de supervivencia. Decir no, cuando alguien te pide un favor, te hace sentir que los demás te perciben negativamente, por eso preferimos evitarlo.
Subestimamos nuestra carga de trabajo
No sólo es la evolución lo que te está provocando una sobrecarga de trabajo. También es porque "comemos con los ojos", o en términos científicos, es un sesgo cognitivo llamado falacia de la planeación.
Varios estudios han confirmado que los humanos tienden a subestimar el tiempo que les va a tomar terminar una tarea. En un estudio, se les pidió a estudiantes estimar la fecha en la que creían poder terminar un proyecto. En promedio, sus estimaciones fallaron por 30 días.
La falacia de la planeación también se le puede atribuir a la confusión que se genera en tu cabeza cuando, por un lado, tu instinto te obliga a decir sí, y por el otro, toda la evidencia apunta a que digas no. Esa batalla mental suena a algo como esto:
"Todo va a salir bien si acepto, al cabo los otros 4-5 pendientes los puedo terminar rápido."
Desafortunadamente, la ciencia sugiere que esta estimación probablemente no sea correcta. Y esos pendientes en tu agenda terminarán aplazados para otro día.
Decir que sí, en realidad es decir no a lo que realmente importa
La realidad es que, aunque no te des cuenta, aceptar otro proyecto es posponer tareas que ya te habías comprometido a terminar. Aceptar una nueva tarea significa que no has pensado en el impacto que esto tendrá en tu carga de trabajo.
Durante una conferencia mundial de Apple para desarrolladores, el exitoso (y notoriamente inteligente) Steve Jobs, dijo que "enfocarse es saber decir no" cuando trataba de explicarle a un empleado molesto su decisión de suspender el proyecto en el que el empleado había estado trabajando por meses.
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Efectivamente, enfocarse en lo que realmente importa y no sólo en lo que está frente a nosotros, es la clave para darle cohesión a la carga de trabajo, y por lo tanto, para obtener un mejor resultado.
Y no sólo eso, también debes estar consciente de cómo estás gestionando tu tiempo. Aceptar más trabajo a veces significa sacrificar algo en tu vida personal. ¿Vas a tener que trabajar horas extra y en consecuencia dejar de salir con tus amigos o dejar de pasar tiempo con tu familia?
Entonces, ¿cómo aprender a decir no en el trabajo y concentrarse en las tareas que sí importan? Estos son algunos métodos que te pueden ayudar a juntar la fuerza de voluntad para decir no más.
Efectivamente, enfocarse en lo que realmente importa y no sólo en lo que está frente a nosotros, es la clave para darle cohesión a la carga de trabajo, y por lo tanto, para obtener un mejor resultado.
El método DOC para saber decir no en el trabajo
La próxima vez que te presenten una nueva propuesta de trabajo recién escrita, brillante y reluciente, utiliza el método DOC para determinar si realmente vale la pena dedicarle tu tiempo:
D. Distracción del trabajo cotidiano: antes que nada, ¿esta propuesta de trabajo te va a distraer de las responsabilidades regulares de tu trabajo? Reflexiona si la propuesta complementa las tareas que ya estás haciendo o representa un cambio completo hacia otra dirección. Recuerda que las distracciones, particularmente aquellas que te obligan a cambiar de tema, no aportan nada a tu carga cognitiva o a tu capacidad de terminar lo que empezaste.
O. Objetivos (o OKRs) relacionados: muchos equipos definen metas anuales o trimestrales para que cada uno de los miembros del equipo pueda dirigir sus tareas individuales hacia ciertos objetivos generales. Un ejemplo de objetivo a largo plazo puede ser, "aumentar el tráfico en el sitio web por x%", o "desarrollar un portal para que el consumidor pueda darnos retroalimentación directamente del servicio." Tus proyectos individuales y funciones cotidianas deben alinearse a esos objetivos si quieres que tu trabajo tenga un impacto directo en el negocio (y por lo tanto en tu carrera profesional). Pregúntate si esta nueva propuesta se alinea con alguno de los objetivos. Si la respuesta es sí, entonces tal vez valdría la pena aceptarla, aunque sea una potencial distracción de tus tareas diarias. Si no se alinea con alguno de los objetivos, no la aceptes.
C. Considerar las ventajas: si la propuesta no coincide con algún objetivo, ¿hay algún otro aspecto relevante para aceptarla? Tal vez quieres asumir nuevas responsabilidades y esta nueva propuesta te va a permitir demostrar tus habilidades. Hacer favores puede beneficiarte, después de todo, estamos programados para hacerlo. Pero ten cuidado de no caer en el camino de la autodestrucción tratando de complacer a todos. También pregúntate, ¿vas a aprender algo nuevo? Y siempre recuerda: si no tiene un lado positivo, ¿para qué hacerlo entonces?
Estos parámetros te guiarán cuando te encuentres en una situación en la que no es tan fácil rechazar una propuesta de trabajo, aunque eso sea lo que quieres. Está bien querer ser complaciente, pero ten cuidado de no poner en riesgo tu propio bienestar o tu productividad.
Aprender a decir no es algo liberador y entre más practiques este derecho, más cómodo te vas a sentir. Sin miedo, sólo dí que no.