El fútbol es uno de los tantos rubros cuya economía se ha visto directamente afectada por la pandemia. La bomba está a punto de estallar.
Acorralados: así están los clubes mendocinos culpa del coronavirus
Las economías de ciertos sectores están al borde del colapso a causa de la recesión provocada por la pandemia del coronavirus y los clubes de fútbol no escapan a esta situación.
A un mes y medio del cese de la actividad profesional (concretado en un marco de precaución antes que el aislamiento obligatorio fuera decretado por el Gobierno de la Nación), las instituciones de la Primera Nacional para abajo están agotando sus recursos y la situación, en muchos casos, comienza a ser desesperante.
En Mendoza la realidad es la misma que en el resto del país y es cuestión de días o semanas que empiecen a estallar las bombas. De no mediar soluciones mágicas de último momento, las proyecciones de regreso del fútbol no son antes de agosto o septiembre. Eso suponiendo que habrá "viento a favor", tal como sugirió Nicolás Russo, presidente de Lanús. Por ahora Godoy Cruz es el que mejor la viene piloteando. El Tomba tiene una estructura económica sólida y ordenada que le permite atravesar esta crisis funcionando con ahorro de energía y sin tener que aplicar medidas extremas sobre sus trabajadores.
El plantel de la Lepra se quejó por la falta de pagos
Pero esa realidad paradisíaca es para el resto de los clubes una dimensión paralela y utópica. De la segunda categoría para abajo la mano viene complicadísima. Independiente Rivadavia pagó parte de los sueldos de febrero con el dinero que llegó de parte de la AFA (el habitual canon de la televisión). No obstante los jugadores se quejaron públicamente y lanzaron un comunicado ventilando que solo se canceló el contrato en blanco, pero que todos tienen convenios privados que representan el 70% de sus ingresos y ese salario simultáneo no lo cobran desde enero.
Las arcas de la Lepra están destruidas y el futuro es negro. El dirigente Raúl Corvalán se quejó sobre la multa que todavía siguen pagando por los incidentes contra Atlanta y además deslizó la posibilidad de licenciar al plantel en caso que el parate continúe. La realidad del Azul es que no puede afrontar mucho más tiempo esta situación con los ingresos tan reducidos.
En la vereda de enfrente Gimnasia está apenas mejor. El Lobo suspendió de manera provisoria a varios empleados y por ahora el plantel está al día, pero la estabilidad pende de un hilo. Una de las alternativas es consensuar una reducción con los futbolistas, pero por lo bajo varios confiesan que "nuestros sueldos no son altos, vivimos casi el día a día y tenemos familias que dependen de nosotros. Una reducción complicaría mucho el panorama".
El preocupante panorama de los clubes más afectados por el coronavirus
En esa misma vereda están los clubes del Federal A, Deportivo Maipú y Huracán Las Heras. Es un callejón sin salida. Las instituciones no tienen ingresos: no hay partidos y no hay recaudaciones, gran parte de los socios dejan de pagar la cuota porque no pueden o porque no tienen acceso a los beneficios, los auspiciantes privados se "bajan" porque no cuentan con recursos económicos y los sponsors estatales están destinando toda la plata a la emergencia sanitaria.
Más abajo llega el Regional Federal Amateur. Tal como lo dice su denominación, la competencia no es necesariamente profesional y si bien los jugadores perciben un sueldo por salir a la cancha, las condiciones son más libertarias. En ese sentido, la ecuación no da mucho lugar a la protesta: "Jugamos un torneo amateur, si el equipo no sale a la cancha los jugadores no cobran. Nos encantaría seguir pagando, pero no tenemos los ingresos ni los recursos necesarios que nos permitan hacerlo", aseguró un dirigente del sur provincial.
La solución es clara pero no está a la vista. Como buena metáfora en relación a la pelota, en el fútbol la rueda necesita girar para el correcto funcionamiento de las instituciones. Con la actividad detenida, el panorama se oscurece cada día que pasa.
Y no se trata de ser pesimista, si no realista. La cuenta regresiva comenzó hace rato.