El caso de los asesinos de Villa Gesell volvió a poner en escena la estigmatización sobre el deporte ovalado. ¿Qué hay de cierto y qué es exagerado en cuanto a la responsabilidad de la disciplina?
Testimonios mendocinos: ¿El rugby fomenta la violencia?
Un grupo de diez adolescentes descontrolados, retroalimentados entre ellos mismos y con una notable necesidad de descargar en otros sus frustraciones más íntimas, decidió matar a golpes a un joven que había salido a divertirse con sus amigos a un boliche de Villa Gesell. Los asesinos resultaron ser jugadores de rugby del Club Náutico Arsenal de Zárate.
Inmediatamente después los medios explotaron. Otra vez los rugbiers. Otra vez jóvenes violentos relacionados al deporte ovalado atacando en manada. Otra vez asesinando. El caso era la excusa perfecta para volver a señalar con el dedo acusador a un deporte estigmatizado por la reincidencia de situaciones similares. Ahora bien, ¿cuál es la verdadera incidencia del rugby, si la hay, en este tipo de comportamientos?
El POST decidió ahondar en el tema buscando diferentes testimonios de personas vinculadas a la disciplina, partiendo de las fuertes declaraciones del periodista Roberto Funes, quien frente a las cámaras de televisión denunció haber sido "maltratado de manera espantosa por ser hijo de padres separados", o que "en el rugby hay una gran cantidad de gays, casados con hijos, que maltratan y torturan a otros porque no soportan su realidad", entre otras experiencias nefastas que contó.
Daniel Santiago tiene 46 años, vive a 50 metros de Los Tordos Rugby Club y está vinculado a la institución azulgrana desde los 10 años. Fue jugador hasta los 43, con un parate entre los 18 y los 24 años (en parte por estudiar y en parte por el duelo que realizó por Martín Grau -su gran amigo y pilar que llegó a jugar en Los Pumas, y que falleció en 1993 a los 20 años por una reacción alérgica a la anestesia para una operación de brazo, que le provocó un paro cardiorespiratorio-) y ahora se desempeña como entrenador del plantel superior. Es médico psiquiatra y tiene tres hijos, dos varones que juegan al rugby y una mujer que practica hockey, todos en Los Tordos.
El rugby integra: en Los Tordos hay un jugador en M-12 con síndrome de down y en el plantel superior otro con autismo.
"Era un chico totalmente nuevo en el deporte, no venía de familia de rugbiers y me llevó un compañero de la primaria porque era grandote. Desde el primer día fui muy bien recibido por mis compañeros y abrazado por mis entrenadores. Había un par de chicos más grandes, de otras divisiones, que al principio me hacían bullying, o se reían ante ciertas situaciones, pero nada diferente a lo que ocurre en la primaria o en la secundaria, y que luego terminaron siendo grandes amigos", relató quien también integra un equipo llamado Los Gordos Rugby Club, que además de jugar se dedica a organizar eventos solidarios para reunir fondos para chicos y jugadores que lo necesiten.
Continuando el relato, Santiago afirma que "nunca fui maltratado, ni experimenté situaciones como las que contó este periodista de Buenos Aires (por Roberto Funes), al contrario, siempre me inculcaron valores totalmente diferentes, como el respeto por el rival, por ejemplo".
"Yo generaría un recurso de amparo para que ningún medio utilice la palabra 'rugbier' en estos casos. Que usen 'asesinos de Villa Gesell', o 'psicópatas de Villa Gesell', pero basta de decir rugbiers".
El médico egresado de la Universidad Nacional de Cuyo además desmitificó la gravedad de los rituales de iniciación. "Participé numerosamente de esos bautismos y te digo que todo jugador que llega a Primera desea ese ritual porque da un valor de pertenencia muy grande. En nuestro caso era un par de cachetazos a mano abierta en el pecho, algunas malas palabras, alguna terminología soez, nada que me haya arruinado o traumatizado, ni generado ninguna situación antisocial", aseguró.
Para concluir la idea, Daniel Santiago no duda: "El rugby es inclusivo y no genera gente malvada, ni gente sin valores. Un bautismo o un rito de iniciación no genera un psicópata; esto tiene otros ingredientes, como padres ausentes, familias disfuncionales, situaciones de soberbia que ven los chicos reflejadas en los padres. El rugby no instiga a conductas de violencia, más lo instiga el juego Fortnite, programas de televisión, estar en una hinchada de fútbol, o la misma sociedad que se regodea filmando como dos o tres flacos le patean la cabeza a un pibe en el piso y no se meten para intervenir por miedo a que pase algo, pero están filmando como matan a una persona. El problema de los boliches y las peleas tiene que ver con una situación actual en donde los adolescentes no tienen límites".
Desde afuera
En el marco de esta investigación, el POST obtuvo el relato de un padre identificado con el palo del fútbol y que introdujo a su pequeño hijo en el mundo del rugby. Con una mirada más imparcial, este sujeto aportó que "el rugby es especial y diferente a todo, con lo bueno y con lo malo". En ese sentido, esta persona aseguró que "hay algunos clubes más elitistas, que da la sensación que si no tenés plata no los podés pisar. Eso quizás influya en el 'recelo' que genera el deporte. Pero también hay otros clubes más diversos e inclusivos, y otros que están ubicados en zonas conflictivas que representan un verdadero refugio para quienes los integran".
Dentro del mismo relato, este padre entiende que "acá el principal problema es social, de alcohol y violencia, y es una situación que supera al rugby o a cualquier deporte", aunque sostiene que "es verdad también que estos sucesos de ataques en manada suelen ser protagonizados por jugadores de rugby". ¿Los motivos? "Capaz que se toman demasiado en serio el espíritu de hacer todo en equipo, o del uno para todos y todos para uno, o quizás de chicos pierden 'el miedo al choque'".
Concluyendo el análisis, el sujeto considera que "vivimos en un país futbolero, un deporte dañado y contaminado, y donde da la sensación que desde el periodismo se espera que otro deporte aporte algo malo para salir a 'matarlo'". Por último, la reflexión desde su experiencia es que "el rugby no es el deporte que se dice, de nenes caretas que discriminan. El que conoce el ambiente sabe que no es así. Tampoco coincido que sea un deporte de tipos violentos, oligarcas, de guita, que quieren lograr cosas a la fuerza sin que nada les importe".
Mirada integral
Juan Manuel Jardel se crió en el ambiente del rugby y a su vez trabajó en el fútbol como analista de videos, más precisamente en Godoy Cruz. Su elección, sin dudar, se inclina hacia el deporte ovalado. "El rugby se estigmatiza porque en el fútbol la violencia está naturalizada y pareciera que ahí se permite todo. Según esa mirada, el rugby es de manadas, y elitista. Parece que lo que más vende son estos asesinos de Villa Gesell a quienes le dicen rugbiers", sostiene.
Luego amplía: "Los ritos de iniciación son bautismos como se hacen en la mayoría de los deportes. Hoy básicamente son cortes de pelo. Los he visto en Godoy Cruz cuando los jugadores llegan a Primera. También lo veo en los chicos cuando cumplen 18 años. Es cierto que ha habido bautismos más violentos que de a poco se van erradicando".
Respondiendo al eje del artículo, Jardel asegura que "de ninguna manera hay incitación a atacar a nadie y mucho menos en masa. Sin dudas que hay miles de cosas para corregir y hacer autocrítica, pero ya estamos condenados por la gente. Que los clubes tengamos becas para que muchos chicos sin recursos estudien en universidades buenas sin pagar, entre otras muchas cosas, no lo sabe nadie. El castigo ya está y lo peor es que parece que la gente disfruta de que sea en el rugby".
A la hora de reflexionar con el objetivo de mejorar, Juan Manuel comenta que "hay mil cosas para hacer para seguir mejorando, pero creo que es solo para nosotros. En Argentina nunca nos van a querer porque está instalado que es un deporte elitista de gente de plata", y concluye aseverando que "vamos a seguir trabajando para que todos nuestros chicos sean mejores personas, y no mejores jugadores. Porque a veces parece que al fútbol se le perdona todo porque es 'folclore'. No pueden juntar dos hinchadas a ver un partido y menos sin policías, hay muchas muertes todos los años, pero bueno... es folclore".
Conclusión
El resentimiento hacia el rugby por ser considerado un deporte elitista y discriminador está instalado en una sociedad que en su mayoría desconoce los detalles formativos de la disciplina. Por otro lado, los episodios reiterados de "ataques en manada" por adolescentes que practican el rugby y realizan estas arremetidas juntos, son una realidad. Una realidad que incluso ha despertado la preocupación de la propia Unión Argentina de Rugby, que tras el asesinato de Fernando Báez se comprometió a empezar a generar herramientas de concientización que permitan evitar este tipo de situaciones y, con el paso de los años, desligar al rugby de este tipo de episodios violentos.
Imágenes ilustrativas