En una situación angustiante, figuras que supieron dejar una marca inolvidable decidieron volver a Godoy Cruz para dar una mano. ¿Qué los motivó?
Los regresos de Ayoví y Rey: el fenómeno Tomba en sus horas más oscuras
Godoy Cruz atraviesa uno de sus peores momentos históricos en los 13 años y medio que lleva en Primera División. Producto de un plantel limitado que sufrió muchas bajas importantes a mediados del 2019 y repleto de apuestas que no salieron bien, el Tomba ocupa con comodidad el último puesto en la tabla de la Superliga, con la preocupante marca de 3 victorias y 14 derrotas en 17 partidos jugados.
Esa situación, sumado a la preocupación a futuro debido al negro panorama para la temporada 2020 / 2021 en caso de seguir sufriendo esta sequía de resultados positivos, motivó que los dirigentes del Expreso, con el presidente José Mansur a la cabeza, replantearan su política de refuerzos y fueran a buscar por primera vez en muchos años jugadores de jerarquía.
Ese objetivo se complicó en un mercado de pases imposible para instituciones como el Bodeguero, cuyo poder económico no permite salir de un presupuesto razonable para no sufrir vaivenes que luego concluyan en consecuencias aún más nefastas. Pasaban los días y los apellidos importantes prometidos no aparecían, y a Mendoza seguían llegando jugadores que otra vez entraban en la bolsa de lo impredecible.
Pero hubo un click inesperado, y en un abrir y cerrar de ojos el panorama dio un giro absoluto y las buenas noticias comenzaron a llegar para los hinchas de Godoy Cruz. Es que no sólo cayeron futbolistas de renombre, sino que todo ocurrió en un marco particular de regresos importantísimos, de jugadores que dejaron una marca inolvidable en el corazón de los simpatizantes.
No se trata del peruano Wilder Cartagena, que promete excelencia pero aún no conocemos su desempeño dentro del campo de juego, sino de Rodrigo Rey y Jaime Ayoví. Primero volvió el arquero santafesino y días después se confirmó el regreso del goleador ecuatoriano. Ambos, en su momento y a su modo, expresaron su deseo fehaciente de volverse a poner la del Tomba a través de sus respectivas redes sociales.
Ahora bien, siendo que esto no es habitual en el elenco mendocino, ¿qué motivó esta situación? Amor. Amor puro y nada más. No hay otra explicación en medio de un deporte que no siempre es manejado por la razón. Al contrario. Y acá entran Rey y la Yoya. Volvieron por la camiseta. Así de simple.
El portero estaba jugando en Pachuca de México y su contrato pertenece a PAOK de Grecia. Ayoví andaba en medio de los lujos de los Emiratos Árabes Unidos. Ambos en ligas cuya competitividad es floja de papeles, pero engrosando sus respectivas cuentas bancarias con billetes verdes. Pero nada de eso importó.
Tanto Rodrigo Rey como Jaime Ayoví volvieron por la causa. Decidieron regresar para dar un mano y colaborar entre todos para sacar la historia adelante en este momento tan complicado, con el equipo enterrado en el fondo de la tabla, lejos de las participaciones internacionales tan frecuentes en años anteriores, y resignando plata, mucha plata. Y acá los estaba esperando el Morro García con los brazos abiertos y miles de hinchas esbozando un abrazo simbólico de gratitud y felicidad.
Porque a veces, muy pocas veces, al fútbol no sólo lo mueve la plata y los jugadores no van donde les paguen más. Hay algunas pocas excepciones en donde quienes se ponen la camiseta sienten lo mismo que todos a quienes representan adentro de la cancha. Y eso ocurrió en Godoy Cruz justo cuando el equipo más lo necesitaba.