Una cita de 152 minutos. Testimonios y documentos inéditos, con abundante presencia radical.
La noche en que el presidente Raúl Alfonsín revivió en Mendoza
La sala 7 del complejo Cinemark está casi repleta y en completo silencio. Una imagen nocturna de la laguna de Chascomús da paso enseguida a una secuencia que se repetiría al final de los 152 minutos del documental. Allí aparece Raúl Alfonsín, presidente, votando en la mesa número 1 de la Escuela Municipal 1 Juan Galo de Lavalle, rodeado de un montón de gente. La escena es de la renovación legislativa de 1985. La UCR arrasó en todo el país, con un lema muy contundente: Plan Austral, Paz con Chile, Juicio a las Juntas. Un plan económico que frenó la inflación con una política de shock, y dos acontecimientos históricos. Era el mejor momento de aquel gobierno en la democracia recién recuperada.
Entre los custodios de Alfonsín surge la imagen de Raúl Guglielminetti, sonriente y de traje y anteojos oscuros. Todavía no se sabía que era el "Mayor Guastavino" de la represión, ni integrante de la banda de secuestradores de Aníbal Gordon. Eran épocas en que la "mano de obra desocupada" intentaba reciclarse en la democracia que apenas estaba volviendo. En la oscuridad de la sala se oyó la voz de Marcelino Iglesias, intendente de Guaymallén. "Mirá... Guglielminetti" dijo. Estaba sentado al lado de Tadeo García Zalazar, presidente de la UCR y organizador de esta exhibición del documental "Raúl, la democracia desde dentro", para la militancia de la Juventud Radical, dirigentes, funcionarios, e invitados varios.
El material reunido por la realización de Koala Contenidos en los 152 minutos que dura el documental es imprescindible para todo aquel que se interese por la política. Para quienes teníamos 18 años en 1983 y alguna militancia política, resultó sencillamente conmovedor. Porque la Argentina se repite y se castiga a sí misma hasta el hartazgo. Pobreza, inflación, falta de empleo, el peso de la deuda, las corporaciones, la corrupción, se van clonando en el tiempo. La clase política no encontró la solución.
El documental impacta según la experiencia. Fue divertido advertir los comentarios en voz baja de muchos jóvenes radicales que nacieron diez, quince, o veinte años después de que Alfonsín dejase anticipadamente el poder por la crisis de inflación y de gobernabilidad de 1989. Algo que el presidente ya había advertido en 1987 al perder las elecciones. Fue el primero en entender que venían las épocas del peronismo, aunque nadie anticipó el triunfo menemista que arrasó a la renovación del PJ que era encabezada por el gobernador de Buenos Aires Antonio Cafiero, el mismo que había apoyado a Raúl Alfonsín durante la crisis militar de Semana Santa de 1987.
La proyección del documental, estrenado en noviembre del año pasado, fue una de las actividades de formación que organiza la UCR provincial presidida ahora por Tadeo García Zalazar. Entre los invitados especiales estuvieron varios radicales de renombre como el gobernador Rodolfo Suarez, su antecesor Alfredo Cornejo, la mayoría de los intendentes -llamó la atención la ausencia de Daniel Orozco, que estaba invitado- y una interesante mezcla de militancia joven, con quienes vivieron aquellos años de democracia fundacional.
La película muestra con mucho detalle pasajes importantes del gobierno de Alfonsín: el Plan Austral, el Juicio a las Juntas, la crisis y asonada militar de los Carapintadas en la Semana Santa de 1987, el ataque al cuartel de La Tablada, y el comienzo del fin, tras las elecciones de 1987 en las que el peronismo se impone en varias provincias y afirma su mayoría en el Senado de la Nación. Durante todo el documental, en paralelo a la historia personal y política de Alfonsín, se va desandando el drama de la economía, con el fracaso del Plan Austral luego de tres años de relativa estabilidad, y luego, del Plan Primavera.
La producción del film tuvo logros importantes en la recolección de muchísimos testimonios. No todo el mundo recuerda que Alfonsín fue compañero del Liceo Militar de Leopoldo Galtieri, y de Albano Harguindeguy, ministro del Interior de la Dictadura, uno de los condenados más tarde por el juicio a las juntas. Alfonsín salvó varias vidas usando ese teléfono. Harguindeguy fue uno de los cerebros de la represión, pero murió sin condena mientras era juzgado y estaba con prisión domiciliaria a los 85 años.
Lo más importante del documental, más allá del largo anecdotario familiar que guarda una mirada piadosa sobre las ausencias de Alfonsín como esposa y padre, es la lucha de aquel presidente, que comenzó a forjarse a mediados de los '50. Alfonsín tenía un ideario verdaderamente socialdemócrata. Era la izquierda del radicalismo de los sesenta y setenta, aunque se oponía a la lucha armada como solución política a los dilemas argentinos. Tal era su posicionamiento, que llegó a tener reuniones y una excelente relación con Agustín Tosco, aquel dirigente sindical del comunismo, jefe del Sindicato de Luz y Fuerza. Tiempo después, cuando estaba preso en la cárcel de Rawson, Tosco hizo buenas relaciones con dos abogados de derechos humanos muy amigos de Alfonsín. Mario Abel Amaya, torturado y muerto por la dictadura, e Hipólito Solari Yrigoyen.
Trailer del documental: "Raúl, la democracia desde adentro".
Al analizar las luchas de Alfonsín y escuchar sus discursos, es fácil entender la admiración que sentía el presidente Néstor Kirchner (y esto no es una comparación) por el líder radical. Alfonsín tuvo sus peleas con el campo, cuando lo silbaron e insultaron en la Sociedad Rural, con el diario Clarín al que calificaba de "opositor", con el poder militar luego del Juicio a las Juntas, con los Estados Unidos, con el FMI, con la Iglesia Católica, al punto que llegó a subirse al púlpito de una iglesia, para contestarle a un cura que habló en la cara del presidente de "corrupción". Alfonsín, se sabe, murió honesto. La honestidad y la transparencia fueron virtudes de aquel presidente jaqueado por el sindicalismo peronista, la Iglesia, la corporación militar, y los errores propios en la gestión de la economía.
La proyección fue interrumpida algunas veces con aplausos. El preámbulo que recitaba Alfonsín a modo de "rezo laico" sigue conmoviendo como entonces. El momento único en que Ernesto Sábato le entrega las conclusiones de la Conadep, el "Nunca Más", el discurso de Parque Norte, el cierre de campaña del ´83, son momentos históricos que ya no son del radicalismo, sino de la memoria colectiva de la Argentina.
Repleto de intimidades políticas contadas por sus amigos, quienes no le conocieron pueden adivinar a través del film la personalidad avasallante de Alfonsín, su carisma, su tozudez para determinados temas, su pasión por la democracia, su amplitud política y vocación frentista, su defensa irrestricta de los derechos humanos, y su preocupación enorme porque "cada argentino pueda llevar a su casa la comida los 30 días del mes". También sus errores. Alfonsín no creyó en quienes le dijeron que Arturo Frondizi y algunos desarrollistas conspiraban con los carapintadas, y subestimó el valor de la gestión económica, tanto como el poder de las corporaciones que manejan el dinero del mundo. Aun así, hay aspectos que empeoraron mucho más luego de su salida anticipada del gobierno. La deuda social creció gestión tras gestión, lo mismo que la corrupción. La politiquería, el robo al Estado, la superficialidad, la pérdida de valores como la responsabilidad y el trabajo, el autoritarismo, la arrogancia y los caprichos de algunos gobiernos que le sucedieron, agrandan la dimensión humana y política de Alfonsín.
El documental sobre Alfonsín tiene claves del presente. En su historia y sus discursos, se hace fácil comprender por qué el radicalismo alfonsinista nunca quiso hacer una alianza con el PRO.
Luego del final y los aplausos, muchos de los dirigentes que allí estaban se quedaron compartiendo impresiones, anécdotas, y algunas palabras con los más jóvenes.
"Raúl, la democracia desde adentro" tiene una virtud. Es imposible transitar las dos horas y media de proyección, sin atravesar luego una reflexión profunda sobre nuestra historia, y su presente complejo y desolador.