En sus primeros discursos como gobernador se enfocó en el desarrollo de Mendoza, y metió de lleno la minería.
Suarez arrancó sin miedo
No perdió tiempo el gobernador Rodolfo Suarez para meterse de cabeza en un debate que será realmente pesado. "Tenemos que hacer minería, salir de la pobreza, con los mejores controles del mundo... con dignidad..." dijo anoche en su discurso en la explanada de la Casa de Gobierno, ni bien tuvo todos los atributos de gobernador y les hubo tomado juramento a sus ministros. Fue su primer mensaje "a los ciudadanos", tal como se preocupó de puntualizar Suarez ni bien tomó el micrófono.
El momento fue raro, y el contexto también. La noche ya venía cargada de emotividad. No es frecuente verlo quebrarse por la emoción a Alfredo Cornejo, ya ex gobernador de Mendoza y diputado nacional. Suarez se contagió ni bien arrancó. Y luego fue alternando párrafos personales, de alta carga emotiva -su madre, su esposa, un amigo fallecido cuando eran adolescentes- con la idea de ir rápido por el desarrollo provincial. "Tenemos índices de pobreza que nos avergüenzan" dijo. Luego, dio algunos rodeos hasta que finalmente anunció lo que venía anticipando en la campaña. Su gobierno intentará desarrollar la minería, o al menos sentar las bases para ello, bajo las siguientes condiciones: sólo en aquellos lugares de la provincia en los que haya licencia social, con "los mejores controles del mundo", y con un férreo consenso político. Parece bien razonable, aunque puede que el ambientalismo extremo, los anarquistas y las asambleas del agua no le comprendan.
La minería metalífera estuvo rondando en las mesas políticas después de las elecciones. El oficialismo y los empresarios intentaron conseguir un despacho favorable a proyectos presentados por senadores justicialistas, pero no prosperó. Ahora, la discusión podría arrancar de nuevo.
Suarez habló también de poder desarrollar el lado mendocino de Vaca Muerta, la formación de petróleo no convencional. El "shale" oil y "shale" gas sólo pueden extraerse con el método de fractura hidráulica, el fracking que los ambientalistas rechazan. De hecho, aún está en la Suprema Corte un expediente por el decreto de Cornejo que reglamentó la práctica, que es absolutamente necesaria, salvo que alguien quiera ponerse a sacar petróleo sólido metido en la roca, a profundidad, con una cucharita y un Tramontina.
Ambas referencias, a la minería y al petróleo, fueron festejadas por un auditorio amable, integrado por invitados especiales (muchos de ellos, empresarios), militancia de la Juventud Radical, del PRO, la gente de Libres del Sur y Barrios de Pie, y aliados de Cambia Mendoza. Ningún ex gobernador peronista asistió. Tampoco intendentes, legisladores, ni referentes de la oposición. Aunque algunos sí estuvieron en la Legislatura. Habrá que ver entonces, cómo avanza este debate, y en qué tiempos. Una de las condiciones que puso el peronismo para tratar reformas a la ley antiminera 7722, fue que el oficialismo presentase su propio proyecto. No hubo tiempo aún para eso.
Por lo pronto, y montado en un enorme respaldo social, Rodolfo Suarez arrancó sin miedo buscando instalar un eje de desarrollo que -hasta ahora- era palabra prohibida.
Mendoza y Chubut han quedado como las provincias más antimineras del país, con leyes que de hecho prohíben buena parte de la actividad. En la provincia patagónica, la semana pasada, una horda anti minera interrumpió la sesión legislativa y corrió a los diputados a piedrazos, porque les habían dicho que se trataría una regulación minera. A la vez, atacaron a la comitiva del nuevo vicegobernador de aquella provincia, Ricardo Sastre, más pro minero que anti minero. Aquí, con el impulso del gobernador ya desde setiembre, la discusión parece haber tomado un tono racional.
Debe ser por la famosa institucionalidad mendocina.