Alfredo Cornejo termina un gobierno transformador y ordenado. Deja una medida alta a la hora de juzgar futuras gestiones.
Se va bien
Hace cuatro años, terminaba en la provincia de Mendoza una crisis financiera, política e institucional. La gestión de Francisco Pérez, que estaba llegando a su fin; dejaba una provincia que no pagaba sueldos ni a proveedores, que dependía de la voluntad de la entonces presidenta Cristina Fernández y de La Cámpora para conseguir adelantos del Banco Nación y sobrevivir el "día a día", y que usaba la plata de la inversión pública para gastos corrientes. Un estado en desorden, jaqueado permanentemente por gremios que le habían pasado por arriba a la política y se habían adueñado de las calles. Era el reino del piquete y la protesta. Faltaban días de clases y las huelgas estatales fueron moneda corriente. La justicia provincial tenía "puerta giratoria" para los delincuentes, y desamparo para las víctimas.
Cuatro años más tarde de aquel panorama angustiante que vivía Mendoza, el panorama de la provincia cambió. Alfredo Cornejo logró ordenar el Estado, en un país y una provincia con graves dificultades financieras y económicas que han afectado a todas las actividades productivas y al bolsillo de los mendocinos. Dio racionalidad y sentido común al funcionamiento del estado. Consiguió, no sin polémicas, meter a la mayoría de los docentes a dar clases, con el famoso "Ítem Aula" que la Justicia terminó convalidando. Mendoza pagaba más de cuatro veces cada puesto docente. Aunque hubo que hacer correcciones, esta política en Educación fue muy valorada por los padres, actores centrales de la comunidad educativa, pero también por docentes cumplidores. Hoy se cumple con lo básico: 180 días de clase.
Las transformaciones judiciales, más de medio centenar, dotaron de eficiencia a un Poder Judicial que tardaba días enteros en llevar un expediente de un piso a otro del edificio de Tribunales en el Parque Cívico, papeles amontonados en carritos de supermercados. Se les dieron a los jueces y fiscales más y mejores herramientas, a través de los cambios en los códigos procesales, para que los que cometieron delitos, pudiesen ser encarcelados. Así fue que se logró reducir la cantidad de delitos graves. Agilidad, oralidad, simplificación de procesos, conectividad, digitalización, reorganización del Ministerio Público, creación del Ministerio de la Defensa, tribunales penales colegiados; fueron algunas de las herramientas útiles para que haya una justicia -si cabe el término- más "justa". En lo laboral y lo civil el impacto ha sido importante. Mediación para resolver conflictos, oralidad, y procesos más simples y rápidos.
El Código de Convivencia de la Ciudad de Mendoza, administrada por quien desde hoy 9 de diciembre será el gobernador de la provincia, Rodolfo Suarez, fue la piedra basal del orden urbano, del respeto por el espacio público que estaba desquiciado, como lo sigue estando en otras partes del país. Se aplicaron sanciones a quienes cortaron el tránsito o bloquearon el paso para protestar; a los que destruyeron y vandalizaron los espacios públicos, y también a quienes fomentaron la actividad de "trapitos", "limpiavidrios", la extorsión al automovilista, o la mendicidad agresiva. Fueron el precedente para el Código de Faltas de alcance provincial. Y se aprobaron las mayores sanciones a quienes violasen normas como conducir alcoholizado, o a quienes circulasen con imitaciones de armas aún de fantasía, que pudiesen ser tomadas como tales en un asalto.
El "orden" fue el factor clave en la gestión de Cornejo. Incluso en la administración central, donde comenzaron los ingresos por concurso. Los ciudadanos de esta provincia valoraron ese "orden" de tal modo, que llegó al último día de su gobierno apoyado por el 50 % que lo votó como diputado nacional, diferenciándose claramente del triunfo del peronismo a nivel nacional.
Los factores macro económicos hicieron estragos en el país y Mendoza no fue la excepción. Pero no es lo mismo el 37 % de pobreza en provincias feudales, postergadas y clientelares; que en Mendoza, donde los servicios públicos de salud ahora han mejorado. En la gestión que termina, se equiparon y ampliaron los hospitales públicos más importantes de la provincia. Ahora, en los nosocomios del Estado se pueden hacer trasplantes de hígado, de corazón, de pulmones, y tratar patologías muy complicadas.
Hubo otras áreas con avances. A pesar de las severas dificultades económicas, este año se habrá ejecutado cerca del 10 % del presupuesto en obra pública provincial, y ya comenzaron a cobrarse las letras nacionales para Portezuelo del Viento. El sistema de transporte fue otro de los desafíos. El Mendotran arrancó hace un año repleto de dificultades y protestas, y llega al fin de la gestión ordenado y con mejoras en el servicio.
No es la intención de estas líneas desplegar un glosario de elogios a Cornejo. También tuvo errores políticos que le impidieron -por caso- reformar la Constitución, o ampliar y mejorar el funcionamiento de la Suprema Corte de Justicia. Se le podría achacar también que su diálogo con la oposición fue escaso y que como consecuencia no pudo generar consensos para ampliar los recursos del Estado y hacer más obras, como las financiadas por el BID que están pendientes de aprobación legislativa, y que necesitan del acuerdo del peronismo para tomar crédito y licitarse.Tampoco pudo este gobierno avanzar con la minería, una actividad clave para el futuro de Mendoza.
Pero sí hay que destacar que Cornejo cumplió con su promesa de hacer una "Revolución de lo sencillo". Es decir, que los servicios fundamentales que debe prestar un Estado, se cumplan. Clases, salud, seguridad, justicia, servicios. Y algún avance institucional significativo, luego de promulgar una reforma que limitó las reelecciones indefinidas de los intendentes.
El gobernador saliente podrá salir a la calle con tranquilidad desde esta tarde. Un privilegio que no todos los que gobernaron Mendoza pueden conseguir.
Alfredo Cornejo administró con poco, con un contexto macroeconómico muy negativo, y logró transformar la realidad. Lo hizo con austeridad, sin grandilocuencias, y con esfuerzo para corregir el rumbo de una provincia que estaba estrellada. Por eso, surge la conclusión del título: Cornejo se va bien. Quedará para Rodolfo Suarez y quienes le sigan, cuidar lo conseguido, y explotar y encontrar el camino de un nuevo desarrollo y crecimiento para los mendocinos.
(*) Carlos Ponce es Presidente de Plataforma Digital, editora de Mendoza Post. Ricardo Montacuto es director periodístico de Mendoza Post.