En las últimas horas, apareció en las redes sociales una conversación que exterioriza un posible caso de trata de personas. Investigación Post.
El chat que expone un caso de trata de personas en Mendoza
La conversación ocurre a través de Whatsapp y recorre todos los pasos “de manual” de lo que es la captación de una mujer para ser explotada en el marco de lo que se conoce como “trata de personas”.
El diálogo ocurrió a fines de junio y se viralizó a través de las redes sociales en las últimas horas, junto con un mensaje de alerta e involucra a Mendoza. Allí se hace referencia a una bodega de Ugarteche, San Cristóbal —primer error: en realidad se trata de Don Cristóbal, de esa zona de Luján de Cuyo— y las que conversan son dos mujeres: una que se presenta a sí misma como Andrea Romina Galván, la reclutadora; y Estefanía Ramírez, la reclutada.
La primera le dice a la segunda que vio un aviso en el cual se postulaba para secretaria y le ofrece trabajar en la mencionada bodega, asegurando que recién se está inaugurando. Este último dato es falso, el lugar se abrió en 2008, según pudo averiguar el Post.
Si se presta atención a la conversación completa, se verá que es para sospechar en cada uno de sus tramos: hay urgencia por reclutar a Ramírez, se le piden sus talles de vestimenta y hasta se le insiste con que una Trafic la pasará a buscar por la puerta del colegio Luis Baldini de Ugarteche, ello a pesar de que la mujer asegura que su novio la puede llevar sin problema alguno.
Tratar de entender la trata
Primero lo primero: ¿Qué es la trata de personas? Existe una definición consensuada a nivel mundial que surge de un protocolo que impulsa la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional.
Conforme este instrumento, la trata es “la captación, transporte, traslado, acogida o recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una personas que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación”.
Según el mismo documento, la trata incluirá, como mínimo, “la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajo o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la servidumbre”.
El primer paso para que se configure esta figura —valga la redundancia— es la “captación”, la cual implica ganar la voluntad, atraer, reclutar a quien va a ser víctima de este delito.
Según el mismo protocolo, la captación se realiza en el lugar de origen, “a través de ofertas laborales, posibilidades de migrar, facilidades económicas o diversas promesas que generan expectativa”. Si se relee el chat que se publica más arriba se verá que esta condición se da tal cual.
Luego aparece un nuevo paso, el del traslado: según el protocolo, “implica el desplazamiento de las víctimas, impulsado por los tratantes, desde el lugar de origen al lugar de destino, con fines de explotación. Consiste en generar las condiciones para garantizar el traslado, sea facilitando, acompañando o realizando el traslado (puede incluir desde el pago de pasajes, la compra directa por parte de los tratantes, el traslado en vehículos propios, facilitación del contacto con terceros para el traslado, instrucción de las víctimas para su llegada a destino, etc.)”. Ídem anterior.
Por lo que pudo saber el Post, la conversación es real y sucedió hace algunas semanas. Lo confirmó a este diario la “casi” damnificada, Estefanía, quien gracias a su propia desconfianza logró zafar de la situación.
"No solo la historia es real, sino que persona que me quiso reclutar, Carlos Paredes, me amenazó de muerte por mostrar públicamente el chat. A su vez, la Justicia me dijo que no puede hacer nada, estoy indignada", aseguró al Post la mujer.
No obstante, la persona que intentó el reclutamiento, negó haber enviado los mensajes en cuestión: "No se cómo pero el número fue jaqueado. Me la paso el día completo tratando de explicar, jamás mandé esos mensajes, yo sólo trabajo ahora estoy pasando una muy mala situación", dijo a este diario.
A pesar de sus dichos, Paredes ya cuenta en su haber con dos denuncias por violación que datan del año 2014 y, en este caso particular, suena dudoso que alguien pudiera hackear su número de teléfono.
Mientras esto ocurre, el mensaje de Estefanía se sigue viralizando por las redes sociales. No es para alarmarse, pero sí para tomar precaución frente a situaciones similares. Como dice un viejo refrán, “más vale prevenir que curar”.