El Gobierno de Bolivia denuncia intento de Golpe de Estado
El líder cívico boliviano Luis Fernando Camacho busca sumar fuerzas para exigir el próximo lunes en La Paz la renuncia por el supuesto fraude en las últimas elecciones del presidente de Bolivia, Evo Morales, quien adelantó hoy que no dejará su cargo.
Camacho precisó que el próximo lunes irá al Palacio de Gobierno acompañado de diferentes sectores opositores en una "acción única, total, definitiva y tajante" para entregar personalmente la carta que reclama la dimisión del mandatario.
"Y no nos vamos a mover hasta que sea aceptada y el presidente renuncie", afirmó en declaraciones recogidas por la prensa boliviana.
El resto de comités cívicos y el Comité Nacional de Defensa de la Democracia (Conade) trasladarán sus movilizaciones a la capital para apoyar a Camacho, según acordaron ayer en una reunión en la capital.
Pese a la pulseada del líder opositor, Morales anunció no va a renunciar y manifestó que la oposición solo busca su salida.
"Ahora ya no quieren fraude, ni siquiera segunda vuelta, ni siquiera otras elecciones", exhortó.
Para el gobernante, las protestas que sacuden al país andino por el supuesto fraude en las elecciones están impulsadas por "grupos que tienen mucha plata y no les afecta" y, en cambio, "están afectando a pobres hermanos (...) que comen del trabajo del día".
Morales volvió a denunciar "un golpe de Estado" porque los bolivianos lo eligieron para un cuarto mandato.
"La derecha dice: 'Evo tiene que renunciar'. Quiero decirles a ustedes, a todo Bolivia y al mundo que no voy a renunciar. Somos electos por el pueblo y respetamos la Constitución", concluyó.
Las protestas en Bolivia estallaron por las supuestas irregularidades en las elecciones presidenciales del pasado 20 de octubre, cuyos resultados provisorios indicaban una segunda vuelta entre Morales y el candidato opositor, Carlos Mesa, pero que tras una suspensión repentina de casi 24 horas concedieron la victoria al actual mandatario.
Mesa denunció un "fraude gigantesco" y Morales ratificó su victoria, lo que derivó en disturbios entre simpatizantes oficialistas y opositores que ya han dejado tres muertos y más de 190 detenidos.