A pleno se vivió la inauguración de dos artistas que se apasionan con sus obras en el establecimiento de Maipú.
Arte y vino en la nueva exposición de bodega El Enemigo
Hace tiempo leí una frase de Ben Jonson (asi, sin H intermedia), un dramaturgo inglés el renacimiento, que decía: "El arte tiene un enemigo que se llama ignorancia" por lo tanto, haciendo honor a sus palabras, decidí ir a ver arte a la Bodega El Enemigo y así ser cada vez menos ignorante.
En esta ocasión los expositores eran dos jugadores de primera división, a saber: Martín Villalonga y Leandro Pintos que con sus pinturas y esculturas hicieron brillar la noche de la conocida bodega de Chachingo.
El señor Fernando Gabrielli es el maestro de orquesta encargado de la organización de estas obras de arte, pudimos dialogar con él y que nos amplíe lo que sucedió el 25 de setiembre pasado.
Entre las obras de Villalonga encontramos tintas, acrílicos y un viaje a polos opuestos entre obras totalmente blancas y negras, con otras de un colorido inigualable, con fuerte acento en la intensidad y la precisión de los trazos. Así como también van desde lo figurativo hasta lo abstracto.
Por otro lado, la selección de esculturas de Pintos pone énfasis en lo orgánico, caballos, toros y formas humanas protagonizan esta exposición donde los materiales se fusionan para darle plasticidad y dinamismo. Desde la calidez de la madera al frio hierro y la marmolina es lo que podrán apreciar cuando visiten esta muestra.
Con sus propias palabras nos describe las obras:
Y como no solo de arte vive el hombre, debo hacer justicia y no dejar de contarles que tanta belleza artística estuvo acompañada con exquisiteces que salieron de la cocina del lugar, entre las que quiero destacar la pizza con chinchulín, cosa que en ni en mis más bizarros sueños se me hubiera ocurrido y que me hizo volar de placer.
Los vinos que acompañaron fueron Manos Negras, Anko y los propios de El Enemigo entre otros.
La noche no está completa si no hay música ¡Y de la buena! Con ustedes DJ Bava haciendo mover el piso, por supuesto que nadie soltó la copa.
Mi consejo: tomate una tarde de primavera y transportate a este mundo de animales metálicos y lienzos de tinte arcoiresco, ubícate en una mesa con sombra y respirá ese aire de Maipú por un buen rato, tu alma te lo va a agradecer.
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Fotos: Gustavo Valles