"Pese lo que pese" se presenta como una una charla entre el feminismo y la nutrición. Un libro que abre el debate de la alimentación con perspectiva de género.
El libro de nutrición feminista que lucha contra la máquina de hacer muñecas
Las autoras de "Pese lo que pese", Jesica Laiva (nutricionista) y Paula Giménez (periodista)trabajaron juntas para abrir la cancha y abrir el debate en temas fundamentales: porqué comemos, cómo lo hacemos, qué consumimos y, aun más fundamental, quiénes somos cuando comemos.
- ¿Por qué la nutrición tiene que tener perspectiva de género?
Jesica: A las femineidades nos envuelve la presión de tener un cuerpo hegemonicamente bello. Eso recae inevitablemente en la nutrición de cada una de nosotras. Va afectando nuestra mirada sobre nosotras mismas, nuestra imagen corporal, autoestima, alimentación y la salud en sus tres pilares: física, psíquica y social.
Apuntamos a que todas las femineidades podamos empezar a comprender, debatir y reconstruir todos estos temas. Entender toda esta presión social y poder escapar un poco a esta exigencia del cuerpo hegemónico, que tiene que encajar obligatoriamente en una norma ideal y que podamos habitarnos un poco más amorosamente.
- ¿Qué podemos esperar de "Pese lo que pese"?
Paula: "Pese lo que pese" viene a traer un debate que todavía no está dado y que lo ponemos sobre la mesa. El feminismo atraviesa todos los aspectos de nuestras vidas y todas las disciplinas. Particularmente con la nutrición lo qué pasa es que tenemos que empezar a hacernos cargo de los estereotipos que nosotras mismas reproducimos.
El libro tiene muchas voces: filósofas, publicistas, entre otras. Intentamos abarcar y buscar la mayor cantidad de disciplinas para poder explicar el panorama de cómo la imagen hegemónica de belleza, enferma y genera violencia a nuestros cuerpos en general, y particularmente a los cuerpos de las femeneidades. Entonces, nos parece importante dar este debate.
Este libro viene a dar una posible respuesta la pregunta: ¿Por que las femeneidades estamos tan atravesadas, preocupadas, angustiadas y obsesionadas con nuestro peso, con lo que comemos? Y, ¿por qué sentimos tanta culpa al hacerlo?
- ¿Cómo cruza la cultura con lo que comemos, con nuestra salud?
Jesica: La cultura en la que vivimos es clave a la hora de hablar de la salud. Si vivimos toda la vida en una cultura que nos dice que la única forma de estar sanas y de ser aceptadas, queridas y de valer es estando flacas, es muy difícil que podamos sacar ese chip de adentro y empezar a entender que la salud es mucho más que eso, mucho más que la salud física o que un cuerpo.
Si podemos empezar a entender que también es importante la salud psíquica y la salud social de todas las femeneidades, vamos a poder empezar a hacer la diferencia. Estar flaca no te asegura tener salud, ni siquiera física y no ser una persona flaca, no necesariamente implica que no estás sana, que no goza de salud.
Empezar a deconstruir estos temas y empezar a entender que nos vendieron toda la vida, entender cuán funcionales estamos a la cultura de las dietas y cuán funcionales estamos a la cultura de los cuerpos delgados y los cuerpos hegemónicos a este sistema capitalista, es clave para empezar a comprender de dónde viene todo esto. Ver dónde estamos paradas, como para empezar a hacer algo, mirar para adelante y apuntar a un estado de salud integral.
- ¿Cuáles son los espejismos a deconstruir?
Paula: El primer espejismo qué hay que romper es el de los medios de comunicación: los diarios, la tv y también las redes sociales, las publicidades, todo lo que comunica como debemos ser, cómo nos debemos ver. Son súper nocivos para la imagen que una forma de lo que debería ser. Estar todo el tiempo no siendo suficiente para este sistema capitalista y estar todo el tiempo consumiendo es un problema. Con el libro proponemos debatirlo, charlar de eso y darnos cuenta realmente que ese rechazo que sentimos con respecto a lo que vemos, la mayor parte de las veces, son fantasmas.
Estos fantasmas están relacionados con un aparato gigante y adoctrinador, nosotras en el libro lo titulamos "la máquina de hacer muñecas", que es sistemático y que está por todos lados y nos envuelve. Entonces, no sé si romper, porque es muy difícil romper, vivimos en mundo en el que esto está por todos lados, pero la idea de entender de dónde viene y, cómo consumidora, a qué no darle cabida, es un buen comienzo.
"Hay un aparato gigante y adoctrinador, que es sistemático, está por todos lados y nos envuelve, nosotras lo llamamos "la máquina de hacer muñecas"
- ¿Nos pueden dar tres recomendaciones simples para romper nuestros espejismos?
Primero, dejar de seguir en redes cuentas que nos dicen qué hacer, nos incomodan o hacen daño con sus mensajes y bajadas de línea. Segundo, dejar de pesarnos constantemente (y de ser posible tirar a la mierda la balanza que tenemos en casa). Por último, cada vez que sintamos culpa por comer algo rico, pensar que comer con culpa todo, lo empeora. Mejor disfrutar de la comida porque somos lo que comemos pero también cómo lo comemos.
- ¿Qué pasa con las que crecieron con los estereotipos de belleza hegemónica?
Paula: La generación de nuestras madres, la nuestra e inclusive la que viene, están adoctrinadas con respecto a este tema. Va a pasar el tiempo y vamos a ser menos malas y menos injustas con nosotras mismas, pero no creo que podamos resolverlo del todo, es muy complicado llegar ahí.
Pero es cierto que no alcanza con que una esté bien con su cuerpo y armoniosa con respecto a lo que le pasa cuando se ve. Hay un afuera que condiciona un montón, entonces tampoco tenemos que exigirnos. Nuestra idea no es exigirle a nadie nada, no "tenes que" superarlo, una hace lo que puede.
Las generaciones que vienen son más libres con respecto a estas cosas y tienen todas o muchas más a favor que nosotras, pero eso no significa que nosotras no tengamos que seguir luchando y tengamos que dejar todo ahí.
- ¿Se puede comer de forma saludable y no ajustarse a esta norma estética tan difundida?
Jesica: No solo se puede comer de forma saludable y no ajustarse a esta norma estética tan difundida y tan arraigada en nuestra generación. El objetivo de este libro es que todas podamos llegar a comprender que esta presión social no suma a nuestra salud y que cada cuerpo es único, singular, todos los cuerpos son diversos. Buscar encajar en una norma, en un ideal, es violento y es una de las primeras cosas que tenemos que empezar a deconstruir.
Vamos a estar mucho más sanas y vamos a poder relacionarnos mucho más saludablemente con la alimentación cuando podamos empezar a comprender estas cosas y podamos dejar atrás estos parámetros que nos impusieron que definitivamente no nos pertenecen y no nos representan.
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