La derrota de uno de los intendentes más poderosos luego de la investigación del Post por enriquecimiento, es un punto de inflexión en la política. La impunidad ya no está garantizada.
Guaymallén, donde la gente le ganó a la corrupción
Nadie pensaba, seis meses atrás, que el poderoso peronismo de Mendoza podía perder las elecciones en Guaymallén, el departamento más poblado de la provincia donde hay más de 215.000 electores y la UCR tuvo sólo dos intendentes sin reelección desde 1983. Pero en diciembre, a pocos días de haber hecho su primera publicación, este diario editó y puso online la mayor investigación periodística que se haya hecho en Mendoza sobre el enriquecimiento ilícito de una “cooperativa política”. Allí, merced al trabajo y la valentía de algunos y en la mayor de las soledades, se describió con una crudeza nunca vista cómo un intendente y sus funcionarios y familiares podían enriquecerse en la función pública, a costa –muchas veces- de gente realmente pobre a la que usaron de “ñoquis”. A algunos de ellos los estafaron sacando créditos truchos a su nombre. Eso también ocurrió en Mendoza, y lo desnudó el Post.
En aquella investigación ventilamos hechos que configuran delitos, riquezas mal habidas, métodos, y personajes. De allí surgieron denuncias penales federales y provinciales en las que se indaga sobre los presuntos delitos de evasión impositiva, lavado de dinero y administración fraudulenta. Con el correr de los meses fueron apareciendo nuevos testigos y pruebas que reforzaron la línea de investigación.
Esas causas poco o nada han avanzado en los estrados judiciales.
Aquella publicación bautismal, iniciática de este medio, fue recibida con escepticismo por los medios de Mendoza, que tomaron la decisión editorial de esquivar y “ningunear” el caso, aunque justo es decir que alguno cubrió tímidamente una conferencia de prensa de los denunciantes. Una pena, porque las pruebas –enormes- estaban a la vista, y los personajes y su ostentación obscena de riquezas, también. Muchos medios prefirieron ser parte de la fiesta a cuenta de los vecinos y tomaron el dinero de la corrupción de Luis Lobos para sus pautas publicitarias. Incluso, hubo algún poderoso propietario de un medio afín al gobernador electo, Alfredo Cornejo, que de inmediato puso a disposición de Lobos todos sus recursos periodísticos para la defensa. Se los ofreció personalmente. Extrañas alianzas produce el dinero.
Nunca antes en esta provincia alguien había abierto la caja de la corrupción y la había mostrado con tal crudeza. En el video que sigue, pueden ver la mansión de Luis Lobos, por ejemplo, que capturamos con un drone del que se habló durante todo el verano:
Por la investigación y por el uso de un drone para mostrar riquezas fuimos recibidos con una fuerte reprimenda de casi todo el arco político que se sintió en peligro, y por la indiferencia pública de los medios colegas que ignoraron la corrupción. Así nos convertimos en el diario “castigado” –especialmente- por una parte del peronismo poderoso de Mendoza.
No todos los dirigentes del Partido Justicialista tuvieron la misma actitud. Hubo figuras de La Cámpora que vinieron a nuestra casa a que les contásemos el caso, a interesarse por nuestra versión de los hechos. También lo hicieron Federico Telera, un humilde concejal de Pedro Molina que milita en el FIT, y el intendente electo de Guaymallén, el cobista Marcelino Iglesias.
El mérito de Telera es muy fuerte porque se convirtió en denunciante penal del Caso Lobos.
Marcelino Iglesias, a su turno, fue el único radical que montó su campaña electoral “por la transparencia” y “contra la corrupción”. En sus primeros carteles prometía “limpiar el departamento” de basura. Julio Cobos, su amigo, le acompañó a caminar Guaymallén cuadra por cuadra, porque creyó en la denuncia del POST.
Sufrimos la repercusión. Muy fuerte. Un dirigente poderoso del peronismo territorial nos dijo en su oficina “Ustedes le pegaron un tiro en la frente al peronismo”. Tal vez el dirigente no pensó en ese momento que quien había amartillado el arma para “matar” al peronismo había sido Lobos junto a su banda de cómplices, con la corrupción extendida por todo el departamento.
Un exitoso intendente radical del Gran Mendoza, de los pocos que se animaron a saltar el cerco y venir al Post, nos dijo “Lo que ocurre es que se metieron con toda la política” y puede que haya tenido razón. Ni siquiera la totalidad del Frente Cambia Mendoza ni sus principales dirigentes y candidatos hicieron propia la investigación sobre las prácticas corruptas en Guaymallén. Hubo más: con el tiempo supimos que había dirigentes del radicalismo que participaban abiertamente de la “cadena de la felicidad” local y que trabajaron -encubiertos- para Luis Lobos. Será un buen desafío para Alfredo Cornejo –que prometió ordenar la provincia en su campaña- desbrozar la pata radical de la cooperativa de la corrupción, que también existe.
La historia de la cooperativa de beneficios mutuos no terminó con la investigación. En las PASO del 19 de abril se defendieron con uñas y dientes, porque sabían que estaban arriesgando no sólo el poder político, sino su propia libertad a causa de los graves delitos por los que son investigados. Y así fue que en medio de un fraude no debidamente aclarado, Luis Lobos se quedó con la candidatura del oficialismo. Les ganó a Alejandro Abraham y a Guillermo Elizalde. Cualquiera de ellos habría hecho un mejor papel en estas elecciones. La cooperativa se puso del otro lado de la democracia en aquellas primarias, y hubo amagues ayer de repetir la “hazaña” con boletas truchas y actas de escrutinio firmadas y en blanco. ¿Por qué no? Por los delitos electorales cometidos en las PASO no hubo ni siquiera una multa, para nadie.
Esta historia la escribieron muy pocos. Además de este diario que le puso el cuerpo a las presiones, hay que consignar al concejal Federico Telera (FIT), a los abogados Carlos Varela Álvarez, Lucas Fallet La Rocca y Pablo Moreno que investigaron y llevan adelante las causas penales. Los testigos protegidos que permitieron desenredar una madeja de la que había muchísimas puntas. Arriesgaron vidas y trabajos por esto. Los dirigentes radicales Marcelino Iglesias y Julio Cobos. También el diputado nacional peronista Alejandro Abraham, quien decidió dejar la comodidad del Congreso para dar una pelea feroz a todo el aparato del peronismo, su propio partido. Fue derrotado con trampas, y castigado políticamente. En otro plano, fue digna la actitud de La Cámpora, que decidió no trabajar para la corrupción en el departamento y no movieron un dedo por Lobos. Igualmente hay que consignar la acción de algunos dirigentes del peronismo, incluso en lo más alto del gobierno provincial, que después de la Vendimia inclinaron la balanza en favor de levantarnos el “castigo” por el atrevimiento de publicar lo que nadie se atreve.
Muchas lecciones nos quedan de lo ocurrido. La primera y principal: no hay impunidad asegurada para las bandas corruptas de la política. Un medio digital pequeño como el Post, gigante en sus convicciones de la democracia, puede publicar una historia que cambie el destino de un pueblo. Sin aquella investigación, el triunfo de Cambia Mendoza ayer habría sido mucho más difícil , o tal vez no habría ocurrido. De hecho, todos los encuestadores daban ganador a Luis Lobos antes de los comicios.
La segunda lección es que no hay que tener miedo, por enorme que parezca el tamaño de la tarea o el peso político o institucional de los afectados por una investigación.
Y la tercera lección es para todos. La política y los medios pueden equivocarse. Pero los ciudadanos no se equivocan. Lo que no hicieron la mayoría de los medios de Mendoza, la clase dirigente y la justicia, lo tomaron como propio los ciudadanos de Guaymallén con su voto.
Y la gente, cuando elige, no comete errores.