No se trata de una postura ni de una cuestión ideológica. En Mendoza están muriendo cada vez más personas por el abuso del alcohol a la hora de manejar.
Paremos esto... ¡basta de alcohol al volante!
Decir que el alcohol está haciendo estragos, es una verdad de Perogrullo. Casi una obviedad.
Las frías estadísticas hablan por sí mismas y reflejan lo que ninguno parece querer escuchar: cada vez son más las personas que mueren en accidentes de tránsito afectadas por los efectos de su consumo excesivo.
Dicho de otra manera: hay una relación directamente proporcional entre la mayoría de esos decesos y el abuso del alcohol.
En ese contexto, no está de más recordar que hace unos meses la Organización Mundial de la Salud (OMS) reveló que los patrones de consumo más altos en Argentina se dan en los adolescentes de entre 15 y 19 años.
Si el dato suena terrible, hay algo aún peor: se trata de una franja etaria que cada vez es más baja. Ergo... ¿cuánto más habrá que esperar para pedir que se frene de una vez y por todas la catarata de muertes que genera el consumo de alcohol?
Por si algún distraído tiene dudas, esto es lo que dice la OMS sobre los accidentes de transito y el alcohol:
"Conducir bajo los efectos del alcohol o de cualquier sustancia psicoactiva o droga aumenta el riesgo de un accidente con desenlace fatal o lesiones graves. En casos de conducción bajo los efectos del alcohol, el riesgo de accidente de tránsito comienza incluso con bajos niveles de concentración de alcohol en sangre (BAC) y aumenta considerablemente cuando el BAC del conductor es 0,04 g/dl. "
Ver además: Casi un muerto por día en accidentes de tránsito en Mendoza
Todos sabemos que en una noche de un fin de semana cualquiera se consume alcohol en exceso en muchisimos y diversos lugares de Mendoza, y que muchos luego conducen ebrios o con sus reflejos seriamente afectados. En muchos grupos sociales, de jóvenes y adultos, tomar de más, emborracharse, no tiene una sanción social, por el contrario se lo toma con un tono socarrón y hasta " divertido". Lo tremendo es cuando algunos de los "pasados" de alcohol toman el volante y pasan a ser un riesgo inminente para ellos y el resto de la sociedad.
¿Acaso reaccionaremos solo cuando la tragedia toque a nuestras puertas y se ensañe con algún ser querido?
Este lunes, durante el paso de Mauricio Macri por Mendoza, familiares de víctimas de tragedias viales causadas por alto consumo de alcohol, se reunieron en el Auditorio Ángel Bustelo a efectos de pedir al presidente que haya "tolerancia cero". La solicitud la hicieron extensiva al gobernador Alfredo Cornejo.
A esta altura no suena casual que la petición coincida con la encuesta que refrendó el Post hace unos días, en la cual 7 de cada 10 votantes coincidieron en esa misma consigna.
¿Cómo resolver tan espinosa cuestión? ¿Por dónde atacar la problemática? ¿Quién debe hacerlo?
El estado está aumentando los controles sobre automvilistas pero claramente no alcanza.
¿Qué vamos a hacer nosotros como sociedad civil para enfrentar este problema? En principio, la vitivinicultura como industria madre de Mendoza, y todos los negocios, expertos y comunicadores sociales que giran a su alrededor, deberían encabezar el reclamo en cuestión. Ya lo hace, de alguna manera, con su consigna de "consumo responsable", pero no alcanza. Como se dijo, la tolerancia debe ser "cero". Su principal competidora , la industria de cerveza, que gasta fortunas incalculables en publicidad , debería ser otra actora principal de las políticas para evitar el alcohol al volante. Y por supuesto los boliches y todos los otros lugares donde se vende alcohol también tiene que asumir la responsabilidad de lo que sucede.
Para entender por dónde debe atacarse el problema, hay que prestar atención a lo que proclama el jefe de Toxicología del Ministerio de Salud de Mendoza, Sergio Saracco.
"Tiene que haber una educación adecuada, una buena información y, por el otro lado, controles que tienen que ser aleatorios y permanentes, tanto de día como de noche", dijo ante la consulta de este diario.
De acuerdo al especialista, hay que prestar atención a lo que han hecho otros países para controlar la situación: "Lo que se aplica en Francia o en Chile es tener un nivel que permita que sea aplicable la ley. Un valor que no afecte en forma sustancial a la hora de conducir, algo así como 0,2% gramos por litro de sangre".
Saracco sube aún más la apuesta: "Si ese registro supera el 0,8% tendría que considerarse un delito penal, no una contravención. Tiene que ser una sanción muy severa".
Sus palabras son claras, no hay mayor misterio. Sin embargo, más allá de la multa, hay algo más relevante. El jefe de toxicología lo dice claro y conciso: "Lo más importante no es la sanción sino la educación social"
Seguramente ambas van de la mano.
En vísperas del día del Amigo, los consejos de Saracco no pueden ser más adecuados. Por lo pronto, solo resta cruzar los dedos y pedirle al gobierno que extreme los cuidados y controles. Al menos, por ahora.