Hablando de fake news...
El gobierno y los grandes medios dieron comienzo a la "operación AMIA"
Lenta, pero persistentemente, arrancó la "operación AMIA". A la cabeza aparece el gobierno de Mauricio Macri, pero también los grandes medios, que día a día van poniendo su granito de arena.
La idea es ir instalando la idea de que la organización Hezbolla fue la que pergeñó el atentado, del cual el 18 de julio próximo se cumplirán 25 años.
Ese mismo día, el macrismo declarará que esa es una agrupación "terrorista" y la acusará de la autoría intelectual del luctuoso hecho. Todo, a pedido de los gobierno de Estados Unidos e Israel.
Ello a pesar de que se ha comprobado que Hezbolla jamás ha operado fuera de Medio Oriente.
De esta manera, seguirá persistiendo la mentira y el desvío de la verdad en torno a la AMIA, como hace 25 años. Sin solución de continuidad.
Este cronista no se cansa de decirlo: la verdad reposa en el expediente de marras, con pruebas de sobra para saber quiénes y por qué hicieron explotar la mutual judía. Sin embargo, grandes intereses geopolíticos persisten en ocultarlo.
Ver además: Descargá gratis el libro "AMIA, la gran mentira oficial"
Se sigue hablando de Irán, pero no existe un solo elemento que apunte a iraní alguno. No ya evidencia concluyente, sino meros indicios. Nada de nada.
Todo apunta a Siria como autor intelectual del atentado, con mano de obra local, que involucra a policías, políticos y agentes de inteligencia como autores materiales. Se insiste: todo se demostró judicialmente.
A pesar de ello, los grandes medios, con Clarín e Infobae a la cabeza -en su momento fue Román Lejtman en Pagina/12-, avanzan en sentido contrario a la verdad.
Para lograrlo, han comenzado a enfocar sus dardos contra un ciudadano colombiano de origen libanés llamado Salman El Reda, quien es tan responsable del atentado como el autor de esta nota.
Por caso, su nombre ni siquiera aparece en la lista de individuos con "nota roja" de Interpol buscados por el hecho de marras.
Al igual que con el diploma de abogada de Cristina Kirchner, en cualquier momento, este periodista comenzará a ofrecer 10 mil dólares por una prueba contra iraní alguno vinculado con el tema AMIA.
El caso de "El Reda" recuerda al invento de Daniel Santoro en Clarín del acerca conductor suicida de la inexistente Trafic bomba. Le puso nombre y todo: Hussein Berro.
Cuando se comprobó que el supuesto terrorista no había muerto en el marco del atentado a la mutual israelí, sino en un accidente en medio oriente, el periodista optó por cambiar de tema. Jamás una disculpa, nada de nada. Un papelón.
Quien se acercó a la verdad fue Mario Cimadevilla, con quien el autor de esta nota tuvo un profuso intercambio epistolar cuando comenzó su desempeño en la Unidad Especial ad hoc.
Descubrir lo que había detrás de la cuestión AMIA, le costó el cargo, el cual debió dejar de manera escandalosa. "La pista iraní es débil. Importa más que se mantenga la sospecha sobre Irán que la verdad", dijo el funcionario en esos días.
En los cables secretos que desclasificó el kirchnerismo en 2003 se explica por qué se decidió acusar a ese país aún sin elementos de prueba. El primero de ellos es el documento titulado "EISRA 010365/1994".
Allí se explica que, a las pocas horas de producido el atentado, el gobierno del primer ministro israelí Yitzhak Rabin propuso al gobierno argentino de Carlos Menem coordinar una interpretación unificada de lo sucedido, que conviniera a los intereses políticos de ambas administraciones, siempre con el acento puesto en las respectivas ventajas políticas que cada uno pudiera obtener.
"En ese momento, Rabin estaba muy avanzado en un acuerdo de paz con el gobierno sirio del presidente Hafez Al Assad, que hasta entonces había sido el más duro opositor a la mera existencia de Israel en el mapa del Medio Oriente. Contaba para esas tratativas con el apoyo del gobierno estadounidense de William Jefferson Clinton", según publicó Página/12 en su momento. Ello explica por qué se omitió acusar a Siria.
No casualmente, el propio Al Assad había aportado a Menem 8 millones de dólares para financiar la campaña política que lo llevaría a la presidencia de la Nación. A cambio, le pidió solo dos cosas: un reactor nuclear y lavar el dinero del narcotráfico que surge del control de los sirios en el sur del Líbano, en el célebre Valle de la Bekaa. El incumplimiento de ambos pedidos dio origen al atentado a la Embajada de Israel y la AMIA. Luego, en sentido concomitante, llegaría la muerte del hijo de Carlos Menem... pero esa es otra historia.
Volviendo a Siria, el escritor Gordon Thomas revela una serie de situaciones esclarecedoras en su libro "Mossad, la historia secreta", obra que contó con el testimonio directo de varios jefes del mítico servicio de inteligencia israelí.
Allí, el autor cuenta que en la primavera de 1996, Danny Yatom -entonces jefe de ese organismo- reabrió la investigación sobre el atentado a la embajada de Israel y que se topó así con "el pasado del presidente (Menem) y de la primera dama" y "descubrieron que Menem tenía vínculos cercanos con miembros de grupos terroristas dentro de la comunidad siria en argentina (sic).
Una periodista israelí, Nurit Steinberg, que había hecho su propia investigación sobre el atentado y publicado sus hallazgos en el semanario Kol Hair de Jerusalén (que depende del diario Haaretz) confirmó esa declaración.
Poco después después de publicar su detallado informe -nunca desmentido por Menem o por su Gobierno- Nurit Steinberg fue víctima de un incidente (...) El único objeto robado fue el disquete donde había almacenado toda la información (...). El Ministerio de Asuntos Exteriores israelí ignoró las afirmaciones de Steinberg. Sus portavoces comenzaron a alimentar historias que acusaban a Irán de la destrucción de la embajada, perpetrada por su socio, el fanático Hezbollá.
(Pero en Buenos Aires) los investigadores del Mossad seguían encontrando pruebas preocupantes que contradecían la opinión del Ministerio de Asuntos Exteriores acerca de la culpabilidad de Irán y el Hezbolá (y puso la lupa sobre) "Monzer al Kassar, un veterano traficante de armas y drogas cuyo círculo de amigos abarcaba desde Oliver North hasta Abu Nidal".
Nueve meses antes del atentado, un noticiario de televisión de Damasco mostró al hermano del presidente Menem, Munir, entonces embajador argentino en Siria, filmado en conversaciones con Al Kassar. Poco después del atentado, Munir fue trasladado a Buenos Aires. El equipo del Mossad no había podido descubrir por qué."
Yatom reparó que en abril de 1992 su antecesor Shavit había retirado de Buenos Aires al equipo de investigadores a sus órdenes: "En realidad -escribe Thomas-, se le había ordenado a Shavit archivar el expediente, hecho notable dado lo ocurrido cuando el Mossad se retiró".
¿Qué había ocurrido? En Buenos Aires, el embajador Yizthak Shefi, cuya esposa había muerto en el ataque, insistía en que "Siria estaba implicada" en el atentado. "Tácitamente apuntaba a que el presidente Menem debía responder algunas preguntas. Menem elevó una protesta ante Shimon Peres. Shefi fue llamado 'a consulta'" y ya no regresó.
Respecto al tema AMIA, Gordon Thomas asegura que el gobierno israelí convalidó la acusación argentina al Hezbolá, y que "este grupo hizo, contra su costumbre, una declaración en Beirut negando cualquier vínculo".
Finalmente, para Israel y el Mossad "reabrir una investigación que podía desenterrar desagradables nexos entre el presidente argentino y la tierra de sus antepasados no era una opción viable.
Durante los años posteriores, Menem seguiría jugando su papel de honesto mediador. Era mucho más importante para los amos políticos del Mossad que lo siguiera haciendo. Se le comunicó a Yatom que los expedientes de ambos atentados debían continuar cerrados".
Más claro echarle agua... salvo para los grandes medios que seguirán con sus insostenibles fake news.