Finalmente, el hilo se cortó por lo más delgado. ¿Justicia? Ni ahí.
Santa Rosa, la impune muerte de Leonela y el eximputado que señaló a Trigo
El domingo 26 de noviembre de 2017 hacía calor. Mucho calor. Fue la excusa ideal para que Yésica Oropeza decidiera dirigirse con su hija a la plaza de 12 de Octubre, Santa Rosa, a efectos de apaciguar sus efectos.
Faltaba media hora para las 22 y el cielo estaba despejado. Fue entonces cuando el reloj se detuvo para siempre. Justo después de que su pequeña, Leonela Rosales, sufriera una fatal descarga eléctrica, solo por tocar una columna de alumbrado público.
Lo que ocurrió después fue inevitable: la beba falleció. Y lo que parecía que derivaría en un escándalo de proporciones, terminó en la condena a un eslabón menor.
Por caso, hace apenas unas horas, sufrió todo el peso de la Justicia Marcelo Gómez, exdirector de Servicios Públicos de Santa Rosa. Nadie más. Ningún responsable político de peso ha sido acusado siquiera.
Aún cuando desde la municipalidad santarrosina se aseguró que la nena había muerto por un golpe en la cabeza. Fue la postal más absurda de toda la trama: la intendenta Norma Trigo sentada al lado del asesor legal de la comuna mientras este arroja la descabellada versión.
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Luego, hubo tres absueltos. Uno de ellos Hugo Elario Arriera Sosa, quién era el encargado del área de electricidad de Servicios Públicos del mismo departamento.
Otro de los que zafó es Juan Alejandro Ojeda, delegado de 12 de octubre, a quien conocí hace unos días, en un viaje relámpago que hice a Santa Rosa.
Entonces, me confesó que desde la municipalidad le habían exigido que no dijera nada. "No hables nada me dijeron. De a pie no te vamos a dejar", fueron las textuales palabras del hombre.
"¿Qué es lo que no querían que dijera usted?", le pregunté. Su respuesta no dejó lugar a dobles sentidos: "Que no perjudicara a la intendenta, que no abriera la boca... que no hablara del tema".
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Volví a preguntarle: "¿Y la responsabilidad le cabe a la intendenta finalmente o no?". De nuevo, la contestación más brutal: "Y... sí, la principal es ella".
No es el único que piensa así, aunque su testimonio es el más calificado ya que trabajó en la comuna de Santa Rosa y conoce desde adentro cómo se distribuyen las responsabilidades.
Sin embargo, ya nada importa. Porque a nadie le importa realmente que se esclarezca lo sucedido con Leonela. Ni siquiera a su familia.
En el referido viaje que hice al terruño santarrosino, tuve la posibilidad de hablar con el padre de la pequeña y con su abuela.
Ninguno quiso hablar del tema ni tampoco señalar a nadie en particular. De hecho, me dejaron bien claro que no apelarían la decisión de la justicia, que aún no se conocía.
"No sabemos nada, no hablamos con los abogados", me dijo la abuela, cortante. "Cualquier cosa que pase les avisamos", añadió justo antes de despedirme, para sacarme de encima. El padre de Leonela dijo las mismas exactas palabras.
Desde el Post ya lo veníamos anticipando: no solo que no habría justicia por parte de los jueces, sino que la familia se mostraba totalmente desinteresada en que se esclareciera lo sucedido. Nunca más una marcha, ni siquiera un mísero mensaje en redes sociales. Nada de nada.
Los motivos se rumorean en las calles de Santa Rosa, pero son solo eso: rumores. Nada importa, solo saber que la muerte de una inocente pequeña quedará impune.
Como bien dice aquel viejo dicho, el hilo siempre se corta por lo más delgado.