La entrevista realizada la semana pasada con la monja acusada en nuevos hechos en la causa Próvolo, dejó interrogantes en el tintero. Los detalles.
Próvolo: las preguntas a Kumiko que quedaron en el aire
El 5 de junio la defensa de la monja Kosaka Kumiko, encabezada por el abogado Carlos Varela, habilitó una conferencia de prensa en la cual participamos tres periodistas de diferentes medios.
Antes del encuentro, fuimos notificados de que la charla con la religiosa se realizaría por teleconferencia . La monja está imputada por al menos nueve hechos en la mega causa que investiga los abusos sexuales a chicos sordos ocurridos en el instituto Próvolo.
El modo particular de la entrevista fue consecuencia del temor en la congregación religiosa que alberga a Kumiko. Había preocupación por la exposición mediática y "desconfianza" hacia los periodistas, ante la posibilidad de que se pudiera filtrar la dirección en la cual la monja cumple el régimen de prisión domiciliaria mientras espera al juicio.
El lugar en el que está alojada Kumiko es un secreto compartido entre pocos.
Cabe destacar que el inicio del debate oral y público para la causa principal del caso está prevista para el próximo 5 de agosto y finalizará el 30 del mismo mes. El tribunal ya está conformado y en los próximos días serán sorteados los jueces suplentes. Los acusados arriesgan penas de hasta 50 años de cárcel.
La entrevista se llevó a cabo a la distancia. Kumiko se encontraba en una pantalla de notebook, a sus espaldas una pared blanca y un manto de frialdad hacia todas las posibilidades de hacer aquella lectura que se ejecuta más con la sensibilidad que con la vista.
Ver: Kumiko, su verdad y que el Próvolo arda en el infierno
La libertad para preguntar era plena, pero por la forma en que se gestó el encuentro, era un callejón sin salida. Kosaka Kumiko estaba frente al monitor para insistir en su inocencia. Cualquier cuestionamiento sobre los hechos que se le imputan obtuvieron la misma sentencia: no sabe nada, dice que es inocente, afirma que las denuncias están manipuladas por los intérpretes y dice que no entiende porque la acusan. "Tengo recuerdos hermosos del Próvolo", afirma.
Pero el expediente dice otra cosa: la mega causa del Próvolo está integrada por tres investigaciones: en la principal se encuentran acusados los curas Nicola Corradi, Horacio Corbacho y el jardinero Armando Gómez. En la segunda causa se encuentran las imputaciones a Kosaka Kumiko y en la tercera causa se encuentra la monja Asunción Martínez, la ex apoderada Graciela Pascual y ex docentes y empleados. Jorge Bordón, el "asistente-administrativo-monaguillo" del Próvolo ya fue condenado en juicio abreviado.
Kumiko tiene una imputación en dos hechos por el delito de "partícipe primaria en términos de comisión por omisión", a partir de la acusación de una joven que afirma que la monja le puso pañales, en dos ocasiones, para contener la hemorragia causada por la violación del cura Horacio Corbacho y por una ocasión en que la monja habría obrado como "entregadora" de la víctima al cura para que éste la vejara.
La tercera imputación, en tres hechos, es por el delito de "corrupción de menores, agravado por ser encargada de guarda", al respecto está acusada de manosear a las víctimas y promover conductas sexuales entre ellas.
Luego hay una cuarta imputación como "participe primaria de abuso sexual gravemente ultrajante" por haber encubierto un hecho de abuso perpetrado por el jardinero del Próvolo, el cual luego fue declarado inimputable.
Finalmente, hay dos imputaciones más por "abuso sexual simple agravado por ser cometido por ministro de culto reconocido y por ser encargada de guarda, en concurso ideal con corrupción de menores", acusada de manoseo en dos ocasiones.
En la entrevista, al ser consultada si hubo abusos en el instituto Próvolo, ella asegura que no. Si bien optó por no hacer ningún tipo de referencia hacia los demás imputados y limitarse a decir que solo tenían una relación laboral y nada más, el denominador común de todos los denunciantes que acusan es señalarla como "la monja mala". Al respecto, algunas víctimas dijeron en sus declaraciones que Kumiko los golpeaba y maltrataba. Algo que la monja y su defensa niegan de modo terminante.
La mega causa Próvolo investiga al menos 44 casos de abusos sexuales contra chicos sordos.
Otro aspecto para señalar es que, según consta en las actas testimoniales, los denunciantes tienen diferentes edades y asistieron al Próvolo en diferentes épocas y todos coinciden en las mismas referencias hacia la monja: sabía de los abusos y era agresiva.
Otro dato revelador que se contradice con sus dichos en la entrevista es el supuesto de que no tenía conocimiento de ningún tipo de abuso ocurrido en el Próvolo.
Una investigación de la periodista Sofía Fernández de Canal Siete reveló la existencia de una serie de actas y cuadernos duplicados, en los cual había registro de hechos irregulares y quejas de los padres por situaciones que se desencadenaron dentro del Próvolo. Estos documentos estaban ocultos, tenían la firma de los directivos y docentes y nunca se presentaron en las inspecciones de la DGE.
Preguntas sin respuesta
En el tintero quedaron algunas preguntas sin responder. Una de las ellas estuvo referida a la monja Asunción Martínez quién acompañaba a Kumiko en las tareas diarias de asistencia a las niñas del internado.
Kumiko detalla que cuando finalizaba el horario escolar, las niñas se dirigían a la zona del internado, el cual no tenía ningún contacto con el área de los varones. En ese horario, junto con la monja Asunción, ayudaban a las chicas con las tareas y luego supervisaban el horario de ducha, cena y descanso.
Ante la consulta de por qué a Martínez no se le adjudican los mismos hechos que se le imputan a ella, se limitó a decir que no lo sabe, sin profundizar en su relación con la otra monja.
Martínez está acusada en la tercera causa que compone el caso, junto a la apoderada legal Graciela Pascual y otras ex directoras, docentes y personal del instituto. La religiosa está imputada por el delito de "participación primaria" en un hecho en el cual habría llevado a un chico abusado al médico pero sin consignar la situación de abuso.
Otra de las preguntas que Kumiko esquivó es sobre su relación con los curas y los demás acusados. En el acta testimonial varios denunciantes coinciden en que la religiosa mantenía relaciones sexuales con un ex empleado que fue sobreseído por ser inimputable, y que no debe ser nombrado en los medios. Sin embargo, la religiosa japonesa no puntualiza en nadie y solo dice que tenían una relación de trabajo.
Uno de los colegas que participó de la entrevista le hizo una pregunta sobre la rutina durante los ocho años que estuvo en el Próvolo. Concretamente la inquietud fue por las noches en el instituto, cómo eran, si había algo irregular. No hubo ningún detalle al respecto, solo una enunciación de una serie de actividades comunes, con el detalle de los horarios de clase, de esparcimiento y comida.