Un estudio realizado por el diario La Nación reveló muchos mitos sobre los pobres.
Los prejuicios argentinos respecto de la pobreza
Una encuesta que analiza la imagen que los argentinos tienen de la pobreza, reveló que la mayoría tiene muchos prejuicios acerca de "los pobres" pero, además, no se hace cargo de ser prejuicioso.
Según el estudio "La pobreza en los ojos de los argentinos", elaborado por la consultora Voices! en exclusiva para el proyecto Redes Invisibles de LA NACION: el 77% de los entrevistados reconoce que los pobres son discriminados por la población, pero no reconoce su propia discriminación y sólo el 8% acepta que tiene una mala opinión de los pobres.
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Las dos creencias más arraigadas son que la mayoría de los jóvenes pobres consumen drogas y alcohol en exceso y son violentos e (58%) y que las mujeres pobres deciden tener hijos para cobrar más planes sociales (46%).
Pero los datos reales contrastan esa creencia y muestran que no es así: los datos oficiales muestran que el 51% de las titulares de la AUH tienen sólo un hijo a cargo y el 28% tiene 2. Además, más de la mitad de ellas trabajan.
Por otro lado, según estudios del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la UCA solo el 9% de los jóvenes del estrato bajo tiene un consumo problemático de sustancias.
Para los especialistas, la pobreza se caracteriza por carencias materiales y sociales múltiples, además y principalmente de la falta de oportunidades de las familias para poder salir de esa situación. En conclusión, el lugar de nacimiento ya les cierra muchas puertas y los prejuicios terminan de ponerle llave.
Sin embargo, en la Argentina cerca de un millón de jóvenes de contextos vulnerables como él lucha todos los días para progresar por medio del estudio o el trabajo.
Griselda, la mendocina que demuestra el esfuerzo
Otro de los grandes prejuicios es que la mayoría de los argentinos cree que si la gente pobre trabajara más duro, podría escapar de la pobreza mientras que el 46% de los encuestados cree que los chicos pobres prefieren estar en la calle que en la escuela.
Pero la mendocina Griselda Quispe, hechó por tierra esa creencia: la joven de 21 años que pasó su infancia en El Algarrobal, aseguró que el mejor lugar para estar después de su casa siempre fue la escuela. Aunque ahí le hicieran bullying porque su mochila consistía en una bolsa de supermercado con un cuaderno y un lápiz.
"Sufrí discriminación porque usaba algunas palabras en quechua. A veces no quería llegar a la escuela, me trataban mal. No teníamos prácticamente nada, ni ropa ni útiles. Me costó muchísimo y casi repito", contó al diario porteño.
Cuando era chica trabajó en la cosecha, en los hornos de ladrillo y cuidando a sus hermanos menores. Pero siempre tuvo en claro que la educación era el camino para salir adelante. Hoy, es enfermera y su primer objetivo es poder mejorar la casa en la que viven.
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Un dato llamativo del relevamiento, es que el sector bajo - más cercano a la pobreza - es el que más refuerza estos prejuicios mientras que la clase alta y media alta, la que menos los apoya. "El promedio de mitos en los que creen los argentinos crece a medida que aumenta la edad y a menor nivel de instrucción", explica Constanza Cilley, directora ejecutiva de la consultora Voices!.
Y agregó que "El 90% de las personas cree que cualquiera de ellos puede caer en la pobreza".
"La naturalización de la pobreza sedimenta prejuicios sobre el pobre, lo invisibiliza y hace que se lo trate con indiferencia. La indiferencia garantiza que la persona piense que nada de lo que haga servirá para modificar esa realidad. Para lograr desnaturalizar la pobreza es necesaria la empatía. Solo el 11% de los encuestados señaló tener ese sentimiento", aporta Cilley.