Y de pronto, el libro de la expresidenta me sorprende, de la manera menos esperada.
El ¿honor? de aparecer en el libro de Cristina (y un nuevo desafío)
Esta semana, Cristina Kirchner fue noticia casi excluyente a raíz de la publicación de su libro confesional "Sinceramente". Allí gravita entre anécdotas personales, revelaciones íntimas y opiniones sobre cuestiones de coyuntura.
Ciertamente, fue una jugada brillante: logró que propios y ajenos hablaran sobre su obra. Para bien o para mal. Y como bien dice aquella frase del saber popular, "no existe la mala publicidad, solo la publicidad".
De hecho, fui uno de los que leyó la obra de la otrora presidenta. Y admito que quedé sorprendido por demás.
Por muchos motivos, pero principalmente por verme mencionado en la página 168, cuando Cristina decide hablar sobre las sospechas que hay sobre su cualidad de abogada.
"Si hasta dijeron que no era abogada y me denunciaron por usurpación de título durante la campaña a la presidencia de 2007. Cómo se reía Néstor con ese tema del título. Él y Zannini me cargaban. La verdad que parecía un chiste, pero recuerdo que se tramitaron dos expedientes judiciales en Comodoro Py. ¡Increíble! Todavía debe haber alguno, o alguna, que sigue diciendo que no soy abogada. Cuánto mediocre suelto", sostiene la exmandataria en su libro.
Recuerdo esos días del año 2007, cuando hice la denuncia contra Cristina junto al abogado Fabián Bergenfeld, por infringir el artículo 247 del Código Penal. Fue un expediente judicial que no careció de presiones de todo tipo, principalmente políticas.
En lo personal, me costó la persecución más dura que haya sufrido un periodista por parte de un gobierno que ostentaba la suma del poder público.
La venganza de la entonces presidenta fue terrible: aparecí "escrachado" en varios programas ultra K como 678 y Duro de Domar. También en revista 23 del bribón de Sergio Szpolski.
A pesar de todo lo que me hicieron, nunca me amilané. De hecho, en ese mismo año -2007- lancé el desafío más riesgoso de mi vida: ofrecí 10 mil dólares por una copia del diploma de abogada de Cristina o su foto de graduación.
Y aunque han pasado ya 12 años, ninguno de los dos elementos se han dejado ver jamás, por lo cual sigo conservando mi cheque ya añejo en mi billetera.
Me consta que muchos han movido cielo y tierra para obtener uno de los dos objetos, a efectos de poder hacerse con esa gran suma de dinero. Pero jamás han logrado el cometido.
Por eso, he decidido pedirle lo mismo a la propia Cristina: que me muestre su diploma de abogada o una foto de su graduación. Lo haré oficial esta misma semana, a través del envío de una carta documento a su domicilio.
Veremos qué decide responder. Porque es muy sencillo trivializar una situación y denostarme con calificativos injuriantes.
Lo que sirve, lo relevante, son las pruebas. Yo ya puntualicé respecto de los elementos que prueban que no es abogada. Ahora es su turno. Como suele decirse, "en la cancha se ven los pingos".