Alejandro trabaja en un kiosco de Ciudad y contó que la salida de su país fue por "fue cuestión de vida o muerte". Todavía le dura el miedo.
Venezolano exiliado en Mendoza: "Pasé hambre y bajé 15 kilos"
El trato está hecho: no habrá apellidos ni videos. La foto, además, estará pixelada. Así accedieron a contarnos sus historias, las mismas que nacieron en Venezuela y hoy continúan en Mendoza.
Uno de los kioscos de la Peatonal Sarmiento es atendido por tres venezolanos que escaparon de su país por las condiciones de vida. José agradece, pero no hablará ni posará para el POST porque tiene miedo y quiere evitar problemas con "los suyos" que quedaron en su patria. Esquiva el grabador y la cámara: no quiere aparecer.
El mismo miedo tienen Alejandro y Jesús. Comparten el sentimiento de José porque sus esposas e hijos están a más de 4 mil kilómetros de distancia. A pesar de eso se expresaron para contarnos de su vida.
Jesús es ingeniero en computación y está en Mendoza desde diciembre. "El sueldo no me alcanzaba. Podría comprar un kilo de carne, un cartón de huevo y un kilo de arroz... y hasta ahí".
Alejandro llegó a mitad de noviembre tras un viaje interminable en micro. Es licenciado en recursos humanos y lleva 15 años trabajando para una empresa eléctrica estatal. "En los supermercados no hay nada. Muchos alimentos que no se consiguen. Faltan alimentos. Pasé hambre y bajé 15 kilos. No dejé de comer porque uno anda buscando en todos lados".
Llegó a Mendoza junto con la familia de su hermana. Eligió nuestro país porque las universidades son públicas y uno de sus sobrinos quiere estudiar. Chile era otra opción, pero costosa. Tuvo que viajar "para enviarle dinero a mi esposa y mis hijos. Tendría que reunir para que ellos vengan aunque la salida es complicada si no tienes la documentación. Mi hija no tiene el pasaporte, hay trabas del Gobierno y en las fronteras los militares no te dejan pasar salvo que le pagues en dólares".
La superinflación de Venezuela hace que "estemos muy tristes. Nosotros salimos por necesidad y no porque quisimos, fue cuestión de vida o muerte".
Además de la falta de alimentos, "todo es demasiado costoso, de un día para otro las cosas suben demasiado. Hoy el cartón de huevos te puede costar 14 mil bolívares y mañana se va a 26 mil, pasado mañana en 50 mil y así va subiendo".
Con los ojos emocionados, afirma que sólo el 10% de los venezolanos que siguen en su país apoyan a Maduro. Ellos "están día y noche viendo el canal del Gobierno y tienen el cerebro lavado porque ellos pasan necesidades al igual que todos. El un gobierno que tiene muchas mentiras, son cínicos y malvados".
Alejandro, a pesar de ser profesional, vino "con la mentalidad de trabajar de lo que sea. Trabajé repartiendo volantes, luego de ayudante de albañilería, algo que nunca había hecho. Hemos trabajado de todo un poco hasta que llegamos al kiosco. Conseguimos trabajo rápidamente porque estábamos en la Casa del Migrante donde funciona una casa de empleo".
Como reflexión, dice que "no hay comparación" entre la crisis argentina con la venezolana. "Cuando nosotros salimos, allá un dólar salía 270 bolívares. Ahora está a 3.200 bolívares. En Argentina el dólar apenas subió unos pesos desde que llegamos. En comparación a lo de nosotros no es nada. No notamos que ustedes la estén pasando mal porque venimos de una situación totalmente diferente".