Argentina comienza a aplicar la vacuna rusa y todo el proceso ha sido propio de una película. En medio de eso, nos damos cuenta que la épica que se muestra, está lejos de ser el método se utiliza en el mundo para conseguir los antídotos para enfrentar el covid-19.
La épica no alcanza para todas las vacunas
La publicidad argentina es la mejor del mundo y los creativos hacen que la promoción de un producto alcance niveles épicos. Sin embargo, hay momentos en que exageramos con la épica y la queremos aplicar en todo orden de cosas cuando en el mundo real, fuera de la pantalla, hay cuestiones que no se tratan de grandes proezas, sino de gestiones y acciones.
Todo el proceso para conseguir la vacuna rusa se ha contado como si se tratara de una película apocalíptica en la cual nuestros líderes están luchando contra el resto del mundo.
La "operación Moscú" es algo único en el mundo, literal. Ni en México ni en Chile (los dos países latinoamericanos que ya están vacunando), hubo una "Operación Puurs", haciendo referencia a la ciudad belga desde donde trajeron las dosis de la vacuna de Pfizer (o por lo menos no se le da el nivel que acá).
Es que mientras estamos mirando la épica, por otro lado nos perdemos lo que pasa en el mundo real, en el cual el proceso para conseguir vacunas va de la mano con cuestiones básicas, como los recursos. Los países que pusieron dinero en el proceso de investigación -como Chile- son los primeros que se ponen en la lista y, si acuerdan y pagan el precio que ponen los laboratorios, se consiguen las dosis necesarias.
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