Georgina Orellano comparte en sus historias de Instagram la rutina con sus compañeras, los diálogos con clientes y el vínculo con su hijo.
Una trabajadora sexual muestra su día a día en Instagram
La rutina diaria de una trabajadora sexual puede generar cierto morbo por la ignorancia que la mayoría de las personas tenemos hacia la realidad diaria de estas mujeres que ejercen la prostitución.
Georgina Orellano decidió compartir en sus historias de Instagram sus días laborales junto a sus compañeras. Ella, además, es Secretaria General de AMMAR CTA, Sindicato de trabajadoras/es sexuales de la Argentina.
Orellano cuenta cómo se relaciona con sus compañeras de trabajo, pasan tiempo juntas y se cuidan entre sí. Una de ellas es Pato con quien se encuentra en la esquina donde trabaja durante el día, más precisamente desde el mediodía hasta las 18 más o menos. Ella es su amiga con quien conversan hasta que llega un cliente o toman la merienda juntas cuando termina el turno.
Georgina vive con su hijo Santi quien es muy consciente desde chico que su mamá es trabajadora sexual. Ella afirma que tiene los mismos miedos y culpas que cualquier mamá: "Cuando hicimos un taller en AMMAR con mujeres de otros gremios, nos dimos cuenta que a ninguna le gustaba dejar a sus hijos tantas horas para ir a trabajar. Había enfermeras, docentes, y tener las mismas preocupaciones que ellas me generó un gran alivio", comenta en una de sus publicaciones.
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También comentó que pasó por un proceso judicial cuando el padre de su hijo la denunció por ejercer la prostitución en la que fue evaluada por una trabajadora social que los visitaba seguido. Finalmente el juez que llevaba la causa determinó un régimen de visitas del papá de Santi, una cuota alimentaria y confirmó que ella era totalmente capaz de cuidar y mantener a su hijo. Todo el proceso ella estuvo acompañada por un cliente abogado que la asesoró hasta tener la decisión del juez.
Además de mostrar el vínculo con sus seres queridos, también muestra cómo es el lugar donde trabaja, la esquina específicamente en la que espera a sus clientes. Explica que si un cliente le pide un servicio de sexo oral en el propio auto se dirigen en una dirección y si es en un hotel van hacia el lado opuesto.
También explica cómo negocia con sus clientes, filma fragmentos de algunos diálogos, momentos en los que llegan al motel para completar el servicio, los vínculos comerciales con los hoteles de paso que están cerca de su lugar de trabajo, entre otras cuestiones cotidianas para ella como trabajadora informal en este país que no ha regularizado aún su actividad.
Pero la secretaria general de AMMAR no pierde la oportunidad de explicar su lucha a quienes eligen ver sus historias para entender un poco más su día a día: "La mayoría de los mensajes son muy positivos. Mucha gente me dice ahora entienden que nuestro trabajo es igual a cualquier otro. Se generó más empatía", dijo en diálogo con el portal Cosecha Roja.
Georgina hizo públicas situaciones estigmatizadas desde la ignorancia de saber cómo es realmente el día a día en pos de lograr la legalización y regularización del trabajo sexual. Incluso en los últimos días también hizo mención a una de las tareas más valoradas de las meretrices: los servicios para personas con discapacidad o capacidades diferentes.
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Relató cómo amigos o familiares de sus seres queridos postrados en una cama o con algún tipo de discapacidad mental o física necesitan de los servicios sexuales y se detuvo a contar la experiencia que tuvo con Martín, un chico con Síndrome Down que recibió el servicio gracias a que su mamá lo contrató. Lo que más sorprendió a Georgina es que el chico de 19 años no eligió la penetración durante su encuentro y le enseñó que "no todo en el sexo es penetración". Ella lo relata con detalle en esta nota.
La mirada de la mayoría de la sociedad hacia las trabajadoras sexuales tiene que ver con considerar que realizan una actividad que es ilegal, lo cual es cierto en nuestro país en el presente, o tal vez no regulada, pero en lugar de enviar a la policía, podría pensarse en ofrecer un vaso de agua, el baño o un lugar para cargar el celular hacia mujeres que trabajan en la calle sin ninguna garantía de seguridad laboral como obra social, aportes jubilatorios o ART. Incluso una posición más progresista que el regulacionismo o el abolicionismo puede ser la empatía y la solidaridad.