Desabastecimiento de nafta, aumento de precios, la "movida" para articular descuentos y promociones para darle pelea a la inflación mientras los hermanos chilenos llenan los changuitos en Mendoza.
La odisea de cocinar un guiso en Argentina
En Chile un guiso se hace así: subís a tu auto y manejás hasta un supermercado. Entrás, comprás un vino tinto, una Coca Cola y un kilo de pan. Vas a la caja, pagas con tu tarjeta de débito, te subís a tu auto, cargas nafta de pasada y regresas para cocinar. Aceite, sal, pimienta y fideos no te hace falta. Llenaste la despensa en tu último viaje a Mendoza. Por el precio en Chile de una botella de aceite, acá compran cuatro.
En Argentina un guiso se hace así: te despertás pensando que para hacer asado no te alcanza. Te subís al auto para ir al supermercado. La luz de la reserva está encendida. Decidís ir a cargar nafta primero. La cola de la estación de servicio más cercana es de tres cuadras. Vas a otra y a otra y a otra. En una de esas tantas, dos señores en crocs se bajan de una Surán y una Tracker respectivamente. Al parecer el que iba en la VW se quiso colar entonces el de la Chevrolet lo hizo entrar en razones con la palma abierta de su mano derecha sobre su mentón.
Alcanzás a llegar a tu casa con el olor de la nafta. Sin certezas de cuando podrás volver a usar el auto, te vas caminando 25 cuadras hasta el supermercado. Al entrar te agarrás la cabeza: hoy es sábado. El descuento del 30% que te hace el banco para compras es solo los lunes. Después, para darte ánimos, te consolás con la devolución del IVA aunque por la compra de la comida del perro no te reintegraron nada. Hacés una parada técnica junto a la máquina de osos de peluche, antes de la línea de cajas, y con la músiquita poniendo a prueba tu paciencia entrás a AFIP para ver si tenés el CBU registrado. La aplicación te pide reconocimiento facial. Te sacás la gorra, estás todo transpirado, ubicas tu cara en el ovalo de la app, tres veces seguidas hasta que te reconoce y chequeas que tu CBU tiene error en un solo número y tenés que ingresarlo de nuevo. Como quince dígitos, uno por uno. A esa altura querés liberar con una amoladora a todos los peluches atrapados en la máquina que no para de sonar.
Veinte minutos después vas a la góndola de la salsa y tu ojo entrenado busca en forma automática la marca en promoción, segunda unidad al 50%, lo que sea. Verduras, en el súper, ni pensarlo. Le comprás más tarde a tu vecino que trae de la feria.
Llegás al sector de la carne y sentís esa rara nostálgia, como cuando vez a una ex pareja caminando en la calle: el vacío, la tapa de asado te miran desde arriba. Mejor ir al grano. Esta semana leíste en Twitter que los siete cortes de carnes del programa Precios Justos se mantenían hasta el 30 de noviembre, con un 10% de recargo. Pero Tombolini había dicho que no incluía los cortes con hueso. Buscas en el celular y comprobás que el osobuco no está en el programa. Te decidís por un kilo de falda subsidiada a $1.050.
Llegás al sector del pan y no podes evitar una risa socarrona. Los descuentos que obtenes con esta compra es casi igual al aumento que tuvieron los panificados esta semana. Dios te da, Dios te quita. Compras un par de bollitos y a seguir. La buena noticia es que en casa hay media botella de fernet y vas lleno de ímpetu a buscar una Coca Cola. La ves a dos metros de distancia. Sola. No queda más que una botella. Un nene también la ha visto y a partir de ahora es él contra vos en una carrera a todo o nada. Usas la ventaja deportiva de tu tamaño y llegas antes. El chico se queda mirando con las manos vacías, deseandote un montón de cosas feas. Todo por un fernet. Y sí, un poco de vergüenza te da. Así es la vida.
Ya en la cola frente a la caja repasas mentalmente la logística para pagar. Al descuento con Precios Justos le sumás el 10% de reintegro, si pagás con débito. Te lamentás por no tener cuenta en el Banco Nación porque los fines de semana te devuelven el 40% y si pagás con Modo BNA recuperás hasta $4.500 por transacción. Volvés a entrar a la app de la AFIP corroborando que el CBU esta vez sea el correcto, así con suerte te devuelven el IVA. Sacás un cálculo rápido y confirmás que el dinero en la cuenta no te alcanza. Vas a tener que rescatar plata del fondo de inversión. Retirás lo justo, necesitás tener la guita laburando. Cinco días más y con el rendimiento pagás la luz e internet.
La cajera te mira un segundo y mientras dice ¿ticket o factura? en realidad te está diciendo, "que agotador, hermano". Recuperaste un par de mangos que se van a ir la próxima vez que logres cargar nafta, porque sumando al desabastecimiento, las petroleras subieron el precio.
Te volvés con las bolsitas, caminando 25 cuadras, sin saber cuándo te vas a subir al auto otra vez pero, eso sí, ¡qué buen guiso te espera!
Ver: Los argentinos, entre recibir pescado o aprender a pescar