Se cumplen 42 años del fallecimiento en combate del mendocino Pedro Edgardo Giachino, el primer caído en la guerra con el Reino Unido. Cómo hizo para provocar la rendición del gobernador de Malvinas, incluso después de haber recibido el disparo mortal.
Pedro Giachino: hincha de River, jugador de Los Tordos y héroe de Malvinas
"Las balas que te golpearon, balas piratas salvajes, encendieron el coraje de los que te acompañaron. Descansa Pedro, llegaron, ya son nuestras las Malvinas, otra provincia argentina regresa a la geografía, aunque hay luto en la alegría, de tu tierra mendocina" (Décimas para un valiente, Argentino Luna, 1982).
Detrás del primer argentino caído en combate durante la Guerra de Malvinas, hay una historia previa que poco se conoce. Pedro Edgardo Giachino nació en Mendoza el 28 de mayo de 1947, siendo el segundo de seis hermanos que vivirían en una casa de calle Olegario Andrade, en la Quinta Sección de Capital, cerca del límite con Godoy Cruz. Más tarde, completaría sus estudios en dos instituciones que continúan funcionando en la actualidad: hizo la primaria en el barrio, en la escuela Manuel Láinez, y el secundario en el colegio nacional Agustín Álvarez, frente a Plaza Independencia. A los 16 años, siendo muy joven, se mudó a Buenos Aires para iniciar la carrera militar, en la Escuela Naval Militar Río Santiago, que terminaría en el histórico desembarco del 2 de abril de 1982. Más allá del "mito", no venía de una familia militar: fue el primero de los suyos en ingresar a las Fuerzas Armadas.
Su padre, Pedro Ángel Tomás Giachino, era de Boca y su madre, María Delicia Rearte, de San Lorenzo. Pero Pedro Edgardo Giachino salió fanático de River, aunque a la hora de practicar deportes prefería el rugby: hasta los 16 años, jugó en Los Tordos y siguió haciéndolo en otros clubes de Bahía Blanca, ya como miembro de la Armada. Además del Millonario, era fanático de Les Luthiers, y uno de sus mejores recuerdos -más allá de la familia- fue haber estado en el Monumental en la final del Mundial '78.
Esto es parte del relato de uno de los hermanos de Pedro Giachino, el exconcejal de Capital Luis Giachino, en una entrevista con el Post. Allí, recordó cómo fueron los inicios del Capitán de Fragata, sus últimas charlas, el rol central que tuvo en el exitoso desembarco del 2 de abril de 1982, la familia, cómo se enteraron de su muerte y también habló sobre las acusaciones que surgieron ya en el Siglo XXI por presuntas violaciones a los derechos humanos, hecho reflejado desde organismos de DDHH.
"Pedro fue un símbolo y en Argentina necesitamos desacreditar los símbolos", afirmó, y señaló que en el gobierno de Raúl Alfonsín también se minimizó la figura de su hermano, afirmando que hasta se llegó a prohibir la difusión de "Décimas para un valiente", una obra que realizó Argentino Luna en homenaje al primer caído argentino en la Guerra de Malvinas.
-¿Qué sensación se despierta cada 2 de abril en tu familia?
-Uno se va acostumbrando y las heridas ya no duelen tanto, porque aprendés a llevarlas contigo. La muerte de mi hermano marcó profundamente a toda mi familia, particularmente por la personalidad que tenía Pedro. Era un tipo divertido, magnético, muy alegre. Todo el tiempo estaba con mucha vitalidad y, además, de una condición física excepcional. Él era mayor que yo (en 1982 Luis tenía 16 y Pedro 34) y para mí era una especie de ídolo.
-¿Ustedes ni siquiera sabían que Pedro iba rumbo a Malvinas con la misión de recuperar las islas?
-No. Ni siquiera la esposa de Pedro lo sabía. Pedro era parte de un grupo reducido de Infantería de Marina, con capacidad de combate cuerpo a cuerpo, muy profesionales, una especie de Navy SEAL de Estados Unidos. La misión que tenían era desembarcar previo a las tropas y generar una acción de vulnerabilidad dentro del espíritu del gobernador para rendirse. Y a Pedro le habían dado una premisa dificilísima de llevar adelante: que un inglés se rinda sin producirle bajas. Todo esto era absolutamente secreto y mi familia se enteró del desembarco exactamente de la misma manera que se enteró el resto de los argentinos, a través de los medios. O sea, tuvo un nivel de sigilo y de confidencialidad que fue increíble y realmente asombroso.
-¿Se enteraron del desembarco y de la muerte de Pedro al mismo tiempo?
-Primero nos enteramos del desembarco y luego de la muerte de mi hermano. Yo me acuerdo perfecto cómo fue ese día. Me iba a comer a la casa de un amigo, Guillermo. Cuando me levanté a la mañana, mi mamá me dice "mirá, recuperamos las Malvinas". Entonces yo me puse una escarapela en la remera y me fui a lo de mi amigo. Me acuerdo que estábamos por comer, viendo una película de Tarzán en el televisor, e interrumpieron para dar la noticia de que un oficial superior de la Infantería de Marina había muerto. Y ahí dije "mi hermano", inmediatamente dije "mi hermano". Porque él acababa de ascender a un rango superior, de Capitán de Corbeta, y luego post mortem lo ascenderían a Capitán de Fragata.
-¿Y qué hiciste cuando te enteraste?
-Primero, imaginate la mamá de mi amigo. Me miró y dijo que no podía ser, que seguramente era un error. Ahí nomás me volví a mi casa. Mis padres ya se habían enterado, pero todo informal: les había dicho el portero. Entonces, mi padre salió corriendo al diario Los Andes o Mendoza, no recuerdo, para ver qué información tenían.
-¿No les avisó nadie oficialmente? ¿No se hizo presente un representante de las Fuerzas Armadas?
-No, nos enteramos del desembarco y de la muerte de mi hermano como el resto de los argentinos. Recién un par de horas después, cayó un agregado naval para comunicarnos sobre la muerte de mi hermano.
-¿Qué hablaron con Pedro antes de su partida rumbo a Malvinas?
-Él no vivía en Mendoza, estaba destinado desde hacía mucho tiempo a Puerto Belgrano. Y telefónicamente, a nosotros no nos dijo absolutamente nada de la recuperación de las islas. Y a la esposa le contó que harían unas "maniobras", lo que sería una "campaña". Yo había estado con Pedro ese verano de 1982 en Puerto Belgrano pasando las vacaciones.
¿Qué hicieron luego de la muerte de tu hermano?
-Quien era gobernador de Mendoza nos puso un avión, con otra gente, y la misma noche del 3 de abril fuimos a Bahía Blanca y de ahí a Puerto Belgrano, donde ya habían llevado los restos de Pedro. En la despedida con el coche fúnebre, me sorprendió la solemnidad de la gente y que las calles estaban plagadas de niños, adultos, de estudiantes. Estaban todos los medios de la Argentina y varios del mundo. Ahí comprendí que había sido algo verdaderamente impactante.
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-Hay distintas versiones sobre cómo fue la muerte de Pedro, ¿qué reconstruiste vos?
-Sí, hay varias versiones, pero la más acertada es la de una ráfaga de ametralladora, con la mala suerte que uno de los proyectiles le pegó en la arteria femoral y no se pudo cortar la hemorragia. Ellos desembarcaron y atravesaron todo Puerto Argentino sin ser detectados, llegaron al objetivo y consiguieron que el gobernador se rinda sin bajas inglesas, lo que era una premisa para poder iniciar una negociación con Gran Bretaña. Pedro siempre fue adelante, tenía a cargo esa misión, y decidió entrar a la casa de gobernador. Ingresó por un pasillo que no tenía salida y luego en un patio interno, un jardín de invierno, y es ahí donde recibió esa ráfaga. En ese momento, se produjo el hecho que lo catapultó como un héroe. Se acercaron los ingleses y le dijeron que que se rinda, que suelte el armamento, y entonces le mandarían un médico, lo cual cambiaría totalmente la situación porque los ingleses pasarían a tener un prisionero. Ante eso, Pedro sacó una granada y amenazó con hacer explotar, y con eso explotarían todas las granadas que él llevaba, si los ingleses no generaban una rendición inmediata. Y ahí es cuando el gobernador pidió parlamentar con el almirante (Carlos) Busser. Se juntaron en una iglesia, y los británicos decidieron deponer las armas. Vos fijate cómo un tipo que estaba con frío, con miedo a morir, con el dolor de recibir un disparo, y pensando en su familia, cambió todo. En esas condiciones, que son tal vez las peores en las que pueda estar un ser humano, consiguió que 56 infantes de marina, ingleses, se rindan.
-¿Adónde llevaron a tu hermano después de la rendición?
-A un hospital de Malvinas, con médicos ingleses que intentaron salvarlo, pero no pudieron. Antes de que lo suban a una ambulancia para llevarlo al hospital, un amigo de él le dio una campera, y Pedro le dijo "cuidá a Cristina y a las nenas". Fue lo último que dijo.
Pedro Giachino estaba casado con Cristina Naury, con quien tuvieron dos hijas: Karina y Vanesa. En mayo de 2021, después de luchar durante años contra el cáncer, falleció Vanesa, quien se había mudado a España. Su esposa Cristina y su hija Karina viven actualmente en Mar del Plata. Además, son 5 las nietas del capitán Giachino: Vanesa tuvo dos hijas y Karina, tres.
-Antes de esto, ¿en tu familia se hablaba de Malvinas?
-Lo normal. Malvinas era un tema común en la escuela, en todos lados. Una asignatura pendiente que había para Argentina. Luego me enteré que Pedro, en un curso de comando, le había dicho a un compañero que le gustaría morir en combate contra un enemigo externo. Y así fue.
-Luego de años de homenajes a tu hermano, hubo un freno, e incluso se retiró alguna placa en Mar del Plata por una denuncia de violaciones de derechos humanos durante la dictadura.
-Pedro fue un símbolo y en Argentina necesitamos desacreditar los símbolos. Fue un símbolo porque fue el primer caído en combate y porque fue una muerte heroica. Y desde 1983, todo lo que estaba vinculado con lo militar era tomado muy mal, y a la figura de Pedro la quisieron opacar; dejó de hablarse de "héroes de la guerra" para hablar de "chicos de la guerra", una tergiversación. Y sobre las acusaciones contra Pedro, son denuncias muy difíciles de poder analizar porque básicamente Pedro está muerto y no se puede enjuiciar a un muerto, porque no tiene capacidad de defensa. Ahora bien, en lo personal, cuando yo analizo cómo murió, cuidando a sus hombres pero también al enemigo, me resulta difícil pensar que Pedro pueda haber hecho algo así. Son denuncias dudosas.
-Decís que Pedro fue un símbolo, y tras su muerte tu mamá también pasó a serlo.
-Hay una una cuestión muy relevante. En 1983, con el gobierno de Alfonsín, mi madre tomó esa bandera que dejó mi hermano y empezó a reivindicar la gesta y el dolor de los veteranos y de las familias de los caídos. Eso le dio la fortaleza suficiente para seguir viviendo. Yo creo que fue su motivo de vida. Después de la guerra, nosotros hacíamos actos de Malvinas cuando no había ni siquiera "veteranos" porque se sentían avergonzados; los habían ocultado.
-Argentino Luna homenajeó a tu hermano con "Décimas para un valiente". ¿Es cierto que estaba prohibida en el gobierno de Alfonsín?
-Sí. Yo hablé con Argentino Luna. Y me contó que el gobierno de Alfonsín la había prohibido.
-Cuarenta y dos años después, ¿fue acertada la decisión de intentar recuperar las Islas Malvinas a través de la fuerza?
-Lo dividimos en dos partes. Era una época donde las cosas se solucionaban con guerra. La operación militar del 2 de abril, la recuperación de las Islas Malvinas, fue una operación militar absolutamente precisa, concreta, correcta, verdaderamente exitosa, con una característica propia: no generar bajas para poder generar una negociación y romper con el imperialismo inglés. Porque el imperialismo es un disparate, una locura, que no debe existir. Después, con el diario del lunes, desgraciadamente no se pudo evitar la guerra. Hubo un pueblo que se puso de pie y todos los argentinos nos unimos alrededor de Malvinas, después podremos sacar mil conjeturas sobre si era el momento.