La inflación es un problema que afecta a todos los argentinos. El espejo del gobierno de Paco Pérez.
Paritarias: cuidado con los errores que casi funden la provincia en 2015
Por estos días, el Gobierno de Mendoza y los gremios estatales pulsean en una negociación paritaria muy complicada, por el contexto macroeconómico que atenaza la economía argentina desde hace años. Sin crecimiento y con una inflación galopante.
Las negociaciones más complejas aparecen con el SUTE, pero la intranquilidad se contagia al frente estatal, casi completo. Son momentos de conducirse con tranquilidad, y responsabilidad, tanto en gremios como en gobierno. Ponernos por encima de la inflación intentando ganarle, podría poner en riesgo servicios del Estado, sueldos, pagos salariales, toda la cadena de pagos en realidad, como ya ocurrió cada vez que se firmaron "cláusulas gatillo" o aumentos desmesurados.
En 2015, esa carrera casi termina estrellando a la provincia. Al respecto, vale la pena compartir una nota sobre el particular, escrita por Gabriel Conte, de Diario Memo.
Paritaria con estatales: por qué no le sirve a nadie pulsear en la cuerda floja
La caída en la capacidad de vivir con lo que se gana, con la inflación galopante se vuelve insostenible. Es algo que afecta a todos los sectores. Un billete argentino carece de valor, y cada día se deprecia más. Es una encerrona: ¿qué puede hacer alguien que no sea el gobierno nacional para revertir la tendencia? Es la ausencia de un plan económico, que el presidente Fernández dice que es a propósito porque desde su punto de vista no sirven, lo que no marca un horizonte y, por lo tanto, la situación de quien produce o trabaja, más arriba o más abajo en la escala es desesperante, y afecta a cada quien en su medida.
No frenaron la inflación. No lo hizo Macri, para quien era "fácil" antes de asumir la presidencia. No lo hizo el actual gobierno tampoco, que ya lleva cumplido el 55% de su mandato ya transcurrido.
Ver: El SUTE marchó por el Centro en reclamo de aumento salarial
De allí que a los reclamos puntuales de vayan generalizando y se les empiecen a sumar los de los sectores que están más organizados. Entre ellos, los de trabajadores estatales y que, coincidentemente, en muchos casos o en los más emblemáticos, se trata de gremios en poder del mismo partido que gobierna el país: el peronismo y sus aliados.
En provincias en donde no gobiernan, como es el caso de Mendoza, hacen creer que las culpas son locales y, como si no tuvieran nada que ver con una gestión nacional en la Casa Rosada incapaz de resolver la escalada constante de los precios, reclaman aumentos salariales por fuera de las posibilidades reales de los recursos existentes.
Esos recursos, por otra parte, se ven condicionados por un círculo vicioso: no hay plata, no hay producción, baja el pago de impuestos. Y al no adherír al gobierno nacional, no recibe como provincia un nivel de respaldo desde Buenos Aires análogo al que recibiría si fuera del mismo palo. En conclusión, se hace equilibrio entre factores adversos: la realidad de los recursos, el gobierno nacional que quiere un día gobernar también Mendoza, la embestida inflacionaria, la pandemia y sus consecuencias económicas, las carencias propias que no abren caminos hacia adelante.
De allí que la negociación paritaria con los trabajadores estatales pueda asimilarse a una pulseada que se lleva a cabo sobre una cuerda floja. Si pujan demasiado, caerán las dos partes participantes.
Ver: Docentes fueron al acto oficial en modo "diálogo" y este fue el pedido
Eso ya sucedió en el pasado reciente y nadie debe olvidar sus consecuencias. Fue cuando para lograr sacar una carpa estatal de reclamo enfrente de la Legislatura, se les otorgó a los reclamantes lo que pedían y con lo que el Estado no contaba: todos se vinieron abajo, ya que empezó una cadena de cesación de pagos a proveedores primero, a los trabajadores después y todo terminó con la pérdida de las elecciones del peronismo.
Gobernaban Francisco Pérez y Carlos Ciurca. La impericia y la ausencia de equilibrios los hicieron caer a ellos, y toda una cadena de mendocinos que dependían de los recursos del Estado, en una provincia que -más allá de que cuando se mira en el espejo se cree distinta a las del empleo estadodependiente- no es capaz de generar empleo privado legítimamente.
De allí que si el gobierno provincial cede una vez más a reclamos legítimos, pero cuyo cumplimiento generaría un efecto dominó, sería un error. Como lo sería una campaña por ser más populista que otros ofreciendo más de lo que piden y más de lo que se puede dar.
El Estado no está solo para pagar salarios, sino que debe garantizar servicios elementales y para eso también son los recursos de todos los demás, ya que no son solo de quienes trabajan en él.
Por eso la mejor forma de luchar con real espíritu de defensa de los trabajadores es unirse, gremialistas de todos los sectores, políticos radicales y peronistas, para pedirle a la Casa Rosada que haga algo eficaz, eficiente y urgente en contra de la inflación, que es un verdadero plan de ajuste con otro nombre, del que los gobernantes no se están haciendo cargo y, por lo tanto, propician distracciones diversas que puedan culpar a otros de sus incapacidades de gestión.
En lugar de pulsear en la cuerda floja, con el abismo a sus pies, está la oportunidad de que gremios y políticos opositores en Mendoza, pero que aplauden al gobierno nacional, reclamen el fin del ajuste por inflación en donde corresponde. Seguramente conseguirán el acompañamiento de los que gobiernan aquí y no solo eso: de una sociedad que está cansada de ver cómo se pelean y que como consecuencia del tironeo de los bolsillos del Estado no consiguen obras o servicios acordes a las necesidades de todos, trabajen o no en la administración pública.